ETAPAS DE DESARROLLO HUMANO 1-3

ETAPAS DE DESARROLLO HUMANO

ERIK ERIKSON

ETAPA 1-3


Por Fernando Arrieta L.

Dentro de su libro infancia y sociedad Erik Erikson aborda de manera general una de las principales líneas de su teoría de la personalidad. Este autor, introduce el término de etapas del hombre para mencionar las etapas a través de las cuales el individuo va conformando su personalidad y va consiguiendo paulatinamente su desarrollo PSICOSOCIAL, nombre que titula su teoría. Partiendo de la premisa de que la personalidad es un constructo que se conforma desde el nacimiento hasta los últimos años de vida, nos otorga la interpretación de las etapas del hombre manejadas como dicotomías en las que se presenta un sentido entre normalidad vs anormalidad. O mejor dicho, entre la posibilidad de un desarrollo emocional y por ende personal óptimo, y el estancamiento en ciertas etapas que impediría el desarrollo. En este sentido como en muchas de las teorías que son conformadas por etapas de desarrollo, el detrimento de una de las etapas merma directamente a la siguiente, y conforma un efecto acumulativo en la que los conflictos no resueltos en tal o cual etapa, provocan conflictos difíciles de resolver en etapas futuras.
Las etapas de las que Erickson escribe, son como ya se menciono manejadas bajo dicotomías y están conformadas como sigue:
Primera ETAPA. Confianza vs. Desconfianza (8 meses- 1 ½ años)
Es la diferencia marcada entre la recepción de atención y la satisfacción de las necesidades primarias del bebe, que generan entre otras cosas un sentido de bienestar y saberse amado, que contribuye a que “confíe” en sus padres como sus figuras protectoras y afectivas primarias, por lo mismo el niño es capaz luego de desarrollar confianza en otras personas y luego, o mientras tanto, en si mismo. Lo cual prepara el terreno para la siguiente etapa en la que se comienza a dar la independencia. Es evidente que cuando dichos cuidados y afectos faltan, el niño no crea dicha confianza ni en sus padres, ni en el, ni en otras personas.
Segunda ETAPA. Autonomía vs. Vergüenza (1 ½ años- 3 años)
Esta etapa se refiere a la etapa temprana infantil. En ella si el niño ha recibido y formulado la confianza debida, consigue adquirir control de sí mismo, así como la capacidad de referencia de necesidades primarias (expresarlas). En este sentido tanto el autocontrol, la autonomía previa en la que se consigue cierta independencia e iniciativa y la expresión primitiva de necesidades, son tomadas idealmente por el niño con “orgullo” y sin vergüenza. En esta etapa son frecuentes las rabietas y los berrinches encaminados a marcar los principios de su voluntad, lo que quiere y no quiere hacer. Cuando el niño no ha formulado la confianza de la primera etapa, o no se le es permitido conseguir autonomía, y se le somete a avergonzarse de su autonomía y autocontrol, se frustra y desarrolla un carácter invalido en cuanto a voluntad y autonomía propias.
Tercera ETAPA Iniciativa vs. Culpabilidad (3 años- 6 años)
El autor llama esta etapa “la edad del juego”. En esta etapa, de nuevo reforzado por las dos etapas anteriores, el niño comienza a aprender a compartir, es capaz de desarrollar su creatividad y su fantasía. Dicho de otro modo adquiera autonomía de pensamiento y da rienda suelta a su iniciativa. Incluso mediante la confianza, ha aprendido a seguir reglas, y es capaz de conformarse como líder en los juegos, lo que le da la oportunidad de poner en juego su iniciativa y autonomía. Sin embargo, desde un punto de vista conflictivo si el niño esta “avergonzado” o es “desconfiado”, se siente culpable y se vuelve temeroso e incapaz de tomar la iniciativa, de ser participativo y termina creando cierta dependencia hacia sus padres o hacia figuras que planteen por él la creatividad natural en los juegos infantiles.





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SEXUALIDAD EN LA NECESIDAD NEURÓTICA DE AFECTO

EL PAPEL DE LA SEXUALIDAD EN LA NECESIDAD NEURÓTICA DE AFECTO
Por Fernando Arrieta L.

 

Dentro de lo que podemos hablar que aporta la autora en este sentido, cabe resaltar la diferencia básica que plantea entre la importancia que Freud le da a la sexualidad en cuanto a motor que impulsa la búsqueda de afecto patológico, y la que de verdad tiene.
Principalmente la autora nos plantea que no se puede asegurar que en todas las ocasiones sea una libido insatisfecha la que alimente la necesidad de afecto en el neurótico, y viceversa, no siempre que se presente en un neurótico la búsqueda patológica de afecto esta se verá desligada por completo de la libido sexual, o más específicamente de la satisfacción o insatisfacción de la misma. Dicho de otro modo lo que nos proporciona la autora es la capacidad de discernir cuando está presente un componente libidinal en la necesidad neurótica que provoca la búsqueda de afecto, y cuando es esta misma necesidad la que provoca un componente hipo o hipersexual; y de hecho, a saber, cuando se presenta la necesidad neurótica de afecto sin ningún componente relacionado a la sexualidad, y cuando, en términos normales se ha de presentar la sexualidad individual desligada de cualquier atisbo de conducta neurótica por parte del sujeto.
Según el mecanismo dinámico de la neurosis que nos plantea el libro, puede la angustia generar la suficiente hostilidad como para que o el sujeto tienda a conseguir a través de la sexualidad el planteamiento de sus relaciones personales y tal vez, conseguir cariño. O puede la realidad sexual, o la dinámica de su sexualidad, provocar suficiente angustia como para generar en la persona la hostilidad necesaria para sentirse “necesitado” de afecto, y ya sea reforzar esta búsqueda con su sexualidad o creer que es a través de ella que busca el afecto.
Finalmente y me parece que un punto importante sería resaltar el hecho de que sin importar el orden, si es la búsqueda neurótica de afecto la que genera las características de comportamiento sexual, o si es el comportamiento sexual y sus cualidades las que generan y plantean el panorama para crear una necesidad patológica de afecto; lo trascendente es identificar la presencia o ausencia de conductas neuróticas ligadas cercana o distantemente a la conducta sexual.
También cabe destacar que los elementos neuróticos pueden verse reflejados en conductas que le den al terapeuta indicios para la designación de la presencia o no de características neuróticas en la conducta sexual del sujeto. La presencia de fantasías o comentarios más o menos erotizados dentro de la terapia podrían estar relacionados al despertar de la necesidad de afecto que se reclama al terapeuta por parte del paciente, nuevamente cabria identificar un componente neurótico en, por ejemplo, un deseo sexual reflejado en los sueños por parte de un paciente hacia su terapeuta del mismo sexo, sin confundirlo con tendencias identificadas homosexuales.
Por último, la autora nos habla  de tres grupos de individuos, en el primero de ellos, las personas que lo conforman se sienten inseguras, desprotegidas y descentradas cuando no tienen relaciones eróticas y no ven cercana la posibilidad de tenerlas. En el segundo, las personas son mas inhibidas y de verdad poseen escasas relaciones, pero tienen la necesidad de irradiar una atmosfera de intenso erotismo entre ellos y los demás como una defensa. Y finalmente el tercer grupo conformado por individuos en los que se presentan inhibiciones sexuales, pero que compensan con una enorme excitación sexual y compulsiones ligadas a generalizar en las demás personas los focos de su deseo sexual.





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EL COMPLEJO DE EDIPO EN LA NIÑA

 

EL COMPLEJO DE EDIPO EN LA NIÑA
Por Fernando Arrieta L.

En la etapa fálica hacia los 3 y medio años descubre que el niño posee una “cosa” que ella no tiene (el pene), primero negara el hecho y después se mostrara celosa, convencida de que si espera le crecerá y lo desea fervientemente. Ella se siente desfavorecida y  hace responsable a su madre del hecho de su mutilación sexual, la envidia del pene se convierte en el tema de sus fantasías masturbatorias fálicas. La niña pasa habitualmente por un periodo de exhibicionismo como si el hecho de ser admirada le permitiera identificarse con los que la miran. Si la niña exhibe “nada” lo hace a manera de “negar que no tiene nada”. También en la niña se muestra una culpabilidad que acompaña siempre a la angustia de castración fálica. El primer factor de la angustia de castración será la usencia del pene identificado como una castración ya realizada. En el caso de la niña es una mujer la que representa el papel del rival adulto, la niña puede sin peligro para su sexualidad identificarse con “la que no tiene pene”. A diferencia del varón en la niña la angustia es peligrosa antes del Edipo ya que puede impedir al Edipo instalarse normalmente y en el varón lo que impide es que se solvente. Cuando la niña percibe su castración fálica, catectiza a su madre de una recrudescencia de libido pasiva, para captar su ternura, utilizando una mayor parte de la libido agresiva sublimada en la conquista de los conocimientos de las personas mayores. Pero la niña al darse cuenta que la espera por su pene no ha dado frutos y que la madre no le otorga el regalo pedido y también ella carece de este, descubre que tiene que renunciar a él para siempre, esta realidad viene a contradecir las fantasías masturbatorias clitorídeas, ya que la excitación del clítoris solo proporciona desilusiones; el retiro de catexis de la zona erógena fálica no puede realizarse en la niña sin compensación, de tal manera que el abandono de la masturbación clitoridea  se ve acompañado de un desplazamiento hacia el rostro y el cuerpo entero, aparece el gusto por el adorno, el peinado, las joyas etc. Este deseo de gustar le satisface su amor propio permitiéndole renunciar a las prerrogativas fálicas y reconciliándola con el sexo masculino, recupera la confianza en sí misma, y trata de conquistarlos, es curioso que sea debido a la envidia del pene que ella se dirige a los hombres para captar su admiración.
La madre castrada como ella ya no es temible, la intensa culpa que podía despertar en ella ha perdido su carácter doloroso y angustiante. Es muy importante que la niña se resigne a dar por perdidas sus fantasías clitorídeas y las ambiciones fálicas que ocultan, y que admita sin amargura el no ser un varón. El conflicto seria de no ser así el reprimir, mediante las prohibiciones del superyó, la sexualidad fálica por lo que la libido se vería obligada a regresar y a tomar actitudes erógenas y afectivas anteriores, de lo que surgirán trastornos de carácter.
Poco después la niña descubrirá la excitación de los pezones, cuando la masturbación genital no ha sido prohibida desplaza la envidia del pene hacia la envidia de tener unos senos como los de su madre para gustarse a sí misma.  En los casos en los que la zona vaginal erógena se convierte en el centro de las emociones libidinales de la niña (acompañadas de las fantasías edípicas)  estaremos entonces frente a un desarrollo afectivo y cultural próspero. La niña continúa tratando cada vez más de identificarse con la madre; la identificación por ambición, que no está matizada por fantasías fálicas sino por fantasías de ambición femenina, se convierte en fuente de alegría y no de culpa. El hecho de retirar la catexis libidinal de la madre no está todavía acompañado de agresividad (la niña se muestra menos sensibilizada a todo lo que dice y hace su madre que a lo proveniente  del padre). Las pulsiones agresivas sublimadas serán usadas todas, y sus pulsiones pasivas ayudaran a su deseo de complacer y seducir a los adultos fuertes que pueden protegerla (en especial a los hombres). El medio por el que realizara esta seducción del padre es  halagándolo y luchando contra su madre y contra los niños, se vuelve entonces orgullosa de su sexo al pensar que el padre la prefiere.
Las fantasías lúdicas femeninas vaginales influyen en el juego de muñecas (aprox. a los 5 años, le gusta tener solamente una o dos muñecas) proyectando hacia ellas su sentimientos de culpa liberándose de pulsiones agresivas que su yo no pude tolerar, empieza a construir su superyó que “habla” como la madre, pero cuya severidad es solo el reflejo de la agresividad interior de la niña. La niña se vuelve cada día mas coqueta con su padre, declara abiertamente que él es su marido y que tendrán hijos. Pero la realidad presente es que la madre es la esposa de papá y la niña es visiblemente inferior a ella. El complejo de Edipo es menos dramático en la niña que en el niño, pues si bien en la niña  la hostilidad para con la madre es grande, es más sorda. La niña tiene fantasias en las que mata a la madre y hay conflictos familiares en los que se muestra impertinente y trata de culpar a la madre ante los ojos del padre, actitudes y fantasías similares a las del niño. Frecuentemente llega a renunciar a la rivalidad edípica antes del periodo de latencia, sin que se pueda realmente decir que por ello ha solucionado ya su complejo de Edipo. Cuando el padre no es neurótico y es tierno con su hija esto bastara para la felicidad de ella, al menos hasta la pubertad y facilitara sus buenas relaciones sociales con los niños de su edad. Es en este momento solamente  cuando se anuncian conflictos edípicos un poco más marcados, aun en el caso de que el padre estimule a su hija a procurarse amistades entre los muchachos y no este celoso de ellos, la niña pasara insensiblemente de su padre  a su sustituto amoroso , el hombre joven. Ella liquidara entonces su complejo de Edipo, sin jamás sufrir por ello una gran angustia, ya que protegida por su padre, la niña ya no teme no hacer caso de los obstáculos que su madre podría interponer en el camino de su vida sexual genital.
Una situación particular por el sexo de la niña es descubrir el misterio de nacimiento, con el que se inquieta y tiene miedo por el sufrimiento que puede traer consigo, esta es la segunda fase del complejo de castración en la niña, la angustia de castración vaginal (víscero-vaginal). Si la madre permite a su hija independizarse las cosas resultan bien, pero si no lo hace  destruye la confianza que la niña necesita tener en sí misma, por lo tanto los sentimientos de culpa inconscientes respecto de su madre empujan a la niña a presentar un complejo de castración vaginal patológica. Puede operarse una regresión libidinal, pero la niña puede luchar con dicha castración, mediante el renunciamiento a su narcisismo femenino normal o por la proyección de la agresividad contra su madre. En los casos menos graves donde no ha habido regresión fuerte sino solo represión exterior soportada pacientemente, la joven en el momento de ser cortejada retomara su desarrollo justo donde se quedó.





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EL COMPLEJO DE EDIPO EN EL NIÑO

EL COMPLEJO DE EDIPO EN EL NIÑO
Por Fernando Arrieta L.
El complejo de Edipo se desarrolla en la etapa fálica en la cual el niño se siente favorecido ya que él tiene un pene a diferencia de la niña, lo cual provoca que aprecie su pene aún más, llevándolo a una catectizacion libidinal sobre la confianza en sí mismo, de tal suerte que las manifestaciones de triunfo serán exageraciones de los componentes sádicos. Para el niño el objeto de amor afectivo seguirá siendo la madre y más ahora porque le “agradece” el hecho de ser niño y haberle dado un pene, por esta razón al objeto de su amor desea conseguir su a su vez el amor y admiración de ella valiéndose de medios agresivos que afirman su sexualidad y  que harán según el niño que su madre sienta orgullo de él, y de manera indirecta su padre. Poco a poco el apego con su madre ira en aumento, quien estimula en él niño el orgullo sobre los hechos y proezas del niño, se muestra contenta y orgullosa de los progresos que logra en el campo de la resistencia física, de las iniciativas dichosas y de las conquistas intelectuales , todas estas actividades que el niño realiza en esta etapa son animadas por la presencia de la madre, de la relación con ella depende el tono de sus emociones, a través de las que tomara contacto con sus nuevos objetos de amor .
El niño ira abandonando sus fantasías y sus juegos solitarios, los cuales serán sustituidos por juegos compartidos en los que busca la compañía de otros niños de su edad o mayores (excluyendo a niños pequeños y niñas). Gusta de actividades riesgosas, donde se muestre audaz ya que experimenta placer por mostrarse resistente, valiente, aventurero  y astuto. Por ello cuando tiene un accidente o incidente penoso (“precio de sus adquisiciones viriles”) el niño se muestra valiente y aguanta el dolor o la pena frente a su padre y amigos y reserva su llanto para cuando esta con la madre con la cual puede llorar sin preocuparse. Ella no lo humillara y cuidara de él aminorando la importancia de tal fracaso y estimula su espíritu de revancha, buscando con él los medios para superar las causas de su inferioridad. El niño llega así a dominar las verdaderas dificultades, sus hazañas del tipo lúdico simbólico o del tipo cultural, social o escolar, son para el descargas eufóricas de sus pulsiones sexuales. El objetivo hedónico primitivo es él mismo sublimado en objetivo sentimental (gustar y causar placer). Es la edad caballeresca.
Esta conducta, caballeresca y varonil del niño acarreara consecuencias afectivas, el niño celara y sobreestimara al padre porque es su rival frente a la madre, por tanto tratara de superarlo por todos los medios que le sean posibles y de aprender todo lo necesario para ser como él y así cautivar y complacer  a su mamá como su padre lo hace , de esta manera se conforma un esbozo del superyó, con un niño haciendo lo que más le conviene y evitando lo que menos, guiándose por  el sentido moral sobre el placer inmediato. Poco a poco se presentan más claras las fantasías edípicas del niño, las cuales se enfrentan a una realidad contraria, la inferioridad de edad de él, esta realidad aun el niño no la puede admitir y le es dolorosa. Al mismo tiempo se dan fantasías agresivas respecto al padre, por estas últimas el niño experimentará culpa ya sea que el padre se muestre o no alterado sobre esta situación, independiente de toda intervención exterior se dará la culpa debido al funcionamiento del inconsciente del niño quien proyectara en su padre sus sentimientos, quejándose con la madre de la severidad del este y dirá que el padre esta celoso de él (lo ideal sería que la madre no reprochase al padre, ya que el padre puede perder firmeza y superioridad ante los ojos del niño y esto es lo que internamente el niño admira de su rival). Se presentaran manifestaciones hostiles contra el padre, conflictos, desobediencias para que su padre lo regañe y el niño se queje con la madre.
Si el padre es viril y sano, severo pero justo, el complejo de Edipo no tendrá dificultad en desarrollarse normalmente porque la imagen del padre es capaz de soportar la agresividad inconscientemente violenta del niño, sin crearle al niño la necesidad de buscar el autocastigo por sentimientos de culpa. La única manera para el niño de salir adelante es renunciando definitivamente al objeto primitivo y sublimando las pulsiones que apuntan a conquistar a su madre, el niño se ve forzado a abandonar la lucha con su padre. Como se planteó anteriormente ya que el niño quiere remplazar al padre pero también imitarlo, generara una doble actitud la cual, sin neurosis, donde el niño puede expresarse y donde la madre no interviene en la relación y altercados del niño con el padre , la madre que ya ha escogido al padre (por tanto la competencia entre ambos no es real) puede consolar al niño y no culpar al padre y así la madre contribuye a la formación del superyó genital verdadero en el niño. Cuando ello sucede el niño renunciara más fácilmente a esta rivalidad ya que vera lo inútil de su actitud, la competencia podrá orientarse hacia la conquista de objetos de desplazamiento, puede desplazarla hacia las amigas del padre (amistades amorosas platónicas o se corre el riesgo de que la angustia de castración reaparezca), el niño también podrá sublimar su libido genital en las actividades o la misma carrera que el padre.
En los casos donde el niño efectivamente logra separar a los padres y esta agresividad consiente triunfa al separarlos, el niño no podrá identificarse con el padre, porque dicha identificación requiere que el varón sea un rival afortunado, elegido por la madre. Los niños que permanezcan amorosamente fijados a la madre no podrán comportarse sexual y afectivamente como adultos.





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EL IMPACTO ANTE EL DIAGNÓSTICO DE ESQUIZOFRENIA EN UN MIEMBRO DE LA FAMILIA

Por Ramón Vasco V.

La importancia de la familia en la enfermedad radica en que es la única forma de cuidado comunitario del paciente psicótico cuando éste es egresado de un hospital. Entre el 79% y el 85% de los pacientes regresan a vivir con ella después de ser dados de alta. Se puede decir que la familia está involucrada en cada etapa del transcurso de la enfermedad: en el inicio, en el internamiento al hospital, durante la hospitalización y después del alta hospitalaria, en el proceso de reintegración del paciente al ambiente familiar (Rascón y cols. 1997)
Las características más frecuentemente observadas en las familias de pacientes con este trastorno son: la falta de información sobre la naturaleza de la enfermedad, el desconocimiento de la enfermedad del paciente, la vergüenza y el tratar de ocultarla, el temor a los síntomas del paciente –la agresión, las ideas delirantes y/o las alucinaciones, así  como los síntomas negativos: el aislamiento, la inactividad, la lentitud y el autodescuido- pues les resultan incomprensibles (Rascón y cols. 1997).
El estudio de la familia es importante para comprender la esquizofrenia porque:
1.     Provoca un impacto en todos los miembros de la familia
2.     La familia experimenta un estrés grave y crónico debido a su convivencia con el enfermo y si no recibe asistencia y apoyo sus miembros serán menos capaces de ayudar al paciente de manera efectiva,
3.     Es frecuente que surjan conflictos conyugales entre los padres, depresión y conductas inadecuadas entre los hermanos y síntomas físicos en casi todos los miembros de la familia.
Por otro lado, se considera que la familia funciona a veces como un sistema perpetuador que mantiene enfermo a un miembro de la familia. Es decir, según esta hipótesis, un miembro de la familia que recibe tratamiento por separado, recaerá al regresar a un sistema familiar que no ha cambiado; las modificaciones en la conducta de la familia permiten que evolucione positivamente la enfermedad. La familia está excesivamente agobiada o cargada por la exigencia –a veces insoportable- del papel de cuidador del paciente (Anderson, 1986). Se han distinguido entre carga objetiva y subjetiva; la carga objetiva se define como el grado de involucramiento directo en términos de supervisión y asistencia de actividades diarias. La carga subjetiva se evalúa por las reacciones emocionales y la pérdida del control de la vida del familiar, la sensación de cansancio por el cuidado del enfermo, el sentimiento de que el familiar enfermo afecta su relación con los otros en forma negativa, y la preocupación por el futuro del paciente cuando ellos ya no estén con él.
MacGilloway y cols. (1997) citado por Rascón (2001), reportan que el 45% de los familiares que cuidan al paciente son clasificados como casos psiquiátricos menores, además, la forma de enfrentarse al padecimiento se relaciona con las características psicológicas de cada miembro. Se ha reportado que la medida de los niveles de estrés y de ansiedad en los familiares de los pacientes esquizofrénicos es tres veces más alta que en la población y ya que la carga de estar cerca de un paciente con esquizofrenia puede ser muy pesada para el cuidador, afecta su propio bienestar.
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ETAPA FÁLICA

 

ETAPA FÁLICA

Por Cinthya H. Trejo Z.
El desinterés por las materias fecales, impuesto al niño, es aceptado por él para dar gusto a sus educadores logrando que su interés se centre en la zona erógena fálica. A partir de la disciplina del esfínter vesical, exigida por los adultos menos perentoria y precozmente que la del esfínter anal, aparece la masturbación secundaria (lo cual es absolutamente normal) pero cuando esta masturbación es muy manifiesta y persiste en presencia de los adultos a pesar de sus prohibiciones, esto prueba que a la pulsión libidinosa se ha venido a añadir una reacción neurótica.
La curiosidad sexual comienza desde antes del tercer año, en pleno período sádico-anal. Su primer objetivo es saber de dónde vienen los niños. Los «porqués» irritantes de los niños de cuatro años no aparecen sino tras las primeras reacciones de éstos ante las preguntas directamente sexuales y la noción de «prohibido» que el niño ha sacado de ahí.
Después llega la curiosidad del niño acerca de la diferencia entre un niño y una niña y poco a poco advierte que los niños orinan de pie y las niñas no, considerándose superior así la niña comienza imaginar que el clítoris le crecerá. En el niño, será preciso que se le alerte por amenazas de mutilación genitales, para tomar clara conciencia de que la niña no tiene «eso” (entre de los 5 o 6 años) ya que antes de los 6 años el niño  piensa que la niña tiene uno más «pequeño; sin embargo aún en el caso en que acepta la falta de pene en las niñas, a menudo subsiste la creencia en una madre fálica.
En esta etapa se dan fantasías ya que los afectos libidinales que se refieren la madre  como objeto adoptan casi siempre esta forma de fantasías que le conciernen, estas acompañan todas las manifestaciones de la actividad del niño y entre otras; la masturbación en especial. Esta, en el caso de la niña, no es todavía más que clitorìdea.  La atmósfera afectiva de estas fantasías masturbatorias es sadomasoquista (prevalece sadismo en el niño y masoquismo en la niña).
Se da la observación de la actividad de la madre (mirada erotizada dirigida a la madre) y la reflexión sobre sus palabras, que son para él resonancias sonoras que conducen niño a adquirir dos nociones de una importancia considerable.  Hasta entonces el niño actuaba según sus pulsiones inmediataspero poco a poco enseña al niño la noción de tiempo ahora hay un enseguida y un mañana pero será más tarde aun cuando cobrará noción del pasado.
También el niño aprende a observar los numerosos motivos de los movimientos y los actos del adulto. Se da cuenta de que un objeto tiene muchos usos y desarrolla así en él mismo la necesidad de generalización, Se despega así por vez primera del interés exclusivo en las cosas por relación a sí mismo. Gracias a esto ahora el podrá resolver problemas por sí mismo y buscara los objetos para realizar ciertas actividades sin necesitar  para todo del adulto.
Como dijimos en esta etapa se dará  la curiosidad por su pene y pensara que para es hacer pipí pero y al darse cuenta de que las niñas pueden hacerlo sin él, buscará otra respuesta y al no encontrada, valorará tanto más la superioridad mágica que esto le otorga (Es aquí donde puede entrar en juego la angustia primaria de castración).
Otro descubrimiento en esta etapa, el de la muerte esto hasta que haya insistido con suficiente empeño para obtener la igualdad de fuerza, de movimiento y de saber del adulto. Es preciso que sus ambiciones choquen con la realidad. Para el matar es inmovilizar, es solamente lo que comprende el niño en el estadio anal y al comienzo del estadio fálico. En cuanta al sentido real de la muerte, será necesario ver morir a un animal o a un ser amado para captar el sentido de la ausencia sin retorno, de la pérdida definitiva del objeto.
Charlar es signo de una actividad mental fisiológicamente sana para todo niño de menos de 7 años,El silencio y la inmovilidad del niño bueno son rara vez para él otra cosa que una mutilación dinámica, una reducción al estado de, objeto fecal; muerte  impuesta y sufrida.
En esta etapa, la niña o el niño a quien su madre abandona a sus ojos de pequeño déspota amoroso, da cuenta de que no es el único interés de su madre.
Se da cuenta de que hay un rival en la persona de su padre, para el niño el padre investido previamente de una gran afección y que para él es un ser fuerte;  se va convirtiendo  en un rival. Hacia los 4 años y medio a más tardar, el niño entra en abierta lucha emocional con su padre y entra en el periodo de Edipo, en la niña se da hacia los 3 años y medio o  4,  ella se comporta frente a su padre como una pequeña amante. Empieza la curiosidad por la intimidad de los padres.
Para plegarse a la naturaleza el niño deberá no solamente abandonar su rivalidad, a veces odiosa, con el progenitor del mismo sexo sino identificarse con él, Además del complejo de castración,la disminución de las demandas libidinales, inherente a la fase de latencia, concurrirá a ayudarle en este paso difícil.
En la gran generalidad de los casos (con padres psíquicamente sanos)  la hija es más dócil, menos agresiva y menos ruidosa que el niño, ella se identifica en todo lo posible con su madre, imitando sus  acciones, gestos y palabras y él se identifica con el padre  siempre que puede así como con los hombres a los que ha podido observar. (Lo contrario es sintomático de una reacción neurótica).
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CRIMINOLOGÍA
Por Cinthya Trejo Z. y Fernando Arrieta L.

Sustraido de La criminologia y el hombre antisocial, Tesis de Licenciatura en Derecho que presenta Jorge Pilón R. (FES-Aragón, UNAM)

CONCLUSIONES
          Puntualizadas de manera específica, el autor de la tesis de la cual se presenta aquí el resumen, alcanza catorce conclusiones, de igual manera serán puntualizadas a continuación, de manera condensada.
1. La criminología, se divide en científica, aplicada, académica y analítica, su concepción del delito es la de un fenómeno social.
2. La criminología, es de índole explicativa y sigue un lineamiento dinámico cuyo contenido está conformado por disciplinas como la Sociología, la Biología y la Psicología.
3. La finalidad de la criminología como ciencia, es el estudio de las conductas criminales, respecto a un marco legal penal.
4. En lo que se refiere a la criminalidad si naturaleza es la de un fenómeno sociopolítico, inherente a la sociedad.
5. Los elementos condicionadores identificados de la criminalidad y desarrollados en el presente texto son, el poder, el desarrollo, la desigualdad, la condición humana y el sistema penal.
6. Las manifestaciones se definen a través de los conceptos de extensión, caracterización y tendencias, seguidas de las actitudes ante la misma propias de cada individuo.
7. La criminalidad se subdivide en convencional y no convencional.
8. Todo hombre delincuente es antisocial, pero no es así a la inversa.
9. El hombre es antisocial cuando descuida las normas sociales, es delincuente cuando trasgrede las normas que son penalmente sancionadas.
10. El tratamiento para el hombre simplemente antisocial, se refiere únicamente al principio de solidaridad y mejoramiento humano y social.
11. Los motivos para el tratamiento del hombre delincuente, se enmarcan en el hecho de su enfermedad, desajuste, y lo antisocial respecto a las normas penales que se identifican como dañinos para la sociedad y para sí mismo.
12. La prevención y el tratamiento son objeto y tarea final (aplicaciones) de la Criminología.
13. El delito es un fenómeno sociopolítico, las tesis naturalistas y causales no deben promoverse.
14. El hombre antisocial-delincuente tiene como condicionadores, el poder, el desarrollo, la desigualdad, la condición humana y el sistema penal.
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ETAPAS DE DESARROLLO F. Dolto.

Por Cinthya Trejo Z.
ETAPA ANAL: (1 a 3 años)
En ésta el  90% de los intercambios con los adultos son a acera del alimento, del aprendizaje de la limpieza y control de esfínteres.
En el 2do año del bebé tendrá especial importancia la zona anal (sin destronar aun  por completo a la zona bucal); para entonces el niño ha alcanzado un mayor desarrollo neuromuscular y  la  libido provocará la retención lúdica de las heces y es en este momento de la vida del niño se pude dar el primer descubrimiento del placer autoerótico masoquista (debido a la progresión general del bolo fecal y su aparición en el recto que no son actos voluntarios y por tanto pueden dar paso a sensaciones sentidas pasivamente)
El aseo será realizado por la mamá del pequeño por lo tanto si  ella está, contenta del él, el  aseo transcurrirá en una ambiente agradable pero si ha ensuciado sus pañales será regañado y llorará. Sin embargo como ya vimos la zona anal ahora está cargada de libido y este aseo será por si solo placentero  por ello  el niño comenzará a sentir emociones contradictorias asociadas a su mamá, este será su primer descubrimiento de una situación de ambivalencia. Si el niño expulsa sus  heces cuando el adulto lo solicita se convierte en una forma de recompensa  del niño hacia su mamá,  si se rehúsa habrá desacuerdo con ella, entonces el  niño descubre la noción de su poder y  de su propiedad: sus heces. (Se da un descubrimiento de placer sádico).
Pero expulsar sus excrementos a horas fijas y  la  prohibición de jugar con ellos significa para él una renuncia y el niño renunciara a un placer pero a cambio de otro,  aquí la identificación es uno de esos placeres. Sin embargo  el modo de relación inaugurado en relación con las heces no puede desaparecer, siendo  preciso que el niño encuentre sustitutos sobre los que pueda desplazar sus afectos y así en ligar de jugar con sus excrementos traerá  consigo ciertos objetos que solo él puede manipular y jugar  y en lugar de jugar con sus heces lo hará con  el lodo y la suciedad debido a este desplazamiento , aquí la cuestión más o menos severa de los padres en cuestión de la limpieza en general favorece o entorpecerá el despliegue del niño y su adaptación a la vida social. 
En esta etapa el niño alcanza ahora un desarrollo neuromuscular muy satisfactorio que  le da la posibilidad de imitar al adulto no solo en sus palabras si no en todos sus gestos y se logra la identificación, si le complace molestar y golpear es porque ama al adulto. (La ambivalencia aparecida al final de la etapa oral se consolida). Aquí entra en papel de la educación y se tiene que habituar al niño a una disciplina social ya que  hasta entonces usa su agresividad muscular a capricho (pero habrá que reservarle horas pueda jugar tan brutal y ruidosamente de lo contrario se sentirá aplastado bajo el dominio sádico del adulto y la actividad ulterior quedará ligada en todos los dominios a una necesidad de castigo).
A la etapa anal se remite la formación de los caracteres que hallaron placer en conformarse a las nuevas exigencias que se les planteaban o por otro lado también se encontraran a los obstinados malhumorados, testarudos o al insoportable por su avidez de orden. Es a los componentes dominantes de la fase anal a  los que hay que imputar en el adulto los caracteres posesivos y mezquinos así como los componentes sádicos y masoquistas de este período explican las perversiones correspondientes en el adulto.
El objeto de amor que buscan las personas de este tipo caracterológico no es concretamente  heterosexual u homosexual,  lo que les importa  es volver a encontrar, la modalidad de las relaciones emocionales experimentadas frente al adulto, dominante y sobrestimado a la vez, de esa infancia pre-genital en la que el valor mágico del poder del educador o de la educadora se le imponía a él, corporalmente subyugado, aun en los casos en que su voluntad verbalmente expresada parecía oponerse. Aquí una homosexualidad latente e inconsciente  está implícita en la elección del objeto. 
El niño sobre un esquema dualista, derivado de la catexis anal («pasivo-activo») establecerá con lo  que  lo rodea toda una serie de conocimientos calificados por la relación de este objeto con el propio niño.
El niño dirige sus afectos (pulsiones agresivas destinadas al adulto) hacia objetos dando  a éstos una realidad subjetiva de manera que no aprehende la realidad objetiva sino según las repercusiones agradables o desagradables que ella tenga sobre su propia existencia. 
El tipo de pensamiento es esta etapa es un pensamiento caracterizado por mecanismos de identificación y de proyección: estas proyecciones se efectúan siempre  en el cuadro dualista inherente a la ambivalencia sadomasoquista de las relaciones objetales.





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EL AMOR RACIONAL
Por Ramon Vasco V.

Los que aman románticamente experimentan a menudo sentimientos extremadamente placenteros y están motivados a grandes obras y excepcionales esfuerzos. Los amores románticos se reconocen porque encierran varios factores significativos, especialmente la idealización dela amado; un alto grado de exclusividad; sentimiento intenso de apego, generalmente con un fuerte componente sexual; la convicción poderosa de que el amor durará para siempre; obsesionarse con pensamientos del amado; un fuerte deseo de unirse con el amado; una urgencia para hacer y sacrificar casi cualquier cosa para ganar al amado; la convicción de que el amor romántico es la cosa más importante del mundo y la creencia de que uno puede prácticamente fundirse con el amado y llegar a ser uno con el otro.
Los fieles del romance tienden a crear y mantener un número de creencias irracionales o mitos que interfieren con sus relaciones íntimas y con su felicidad. Algunos de estos mitos comunes en nuestra cultura son:
1.       Puedes amar apasionadamente a una, y sólo a una persona  a la vez.
2.      El amor romántico verdadero dura toda la vida.
3.      Los sentimientos profundos de amor romántico aseguran un matrimonio estable y compatible.
4.      El sexo sin amor romántico no es ético ni satisfactorio. Amor y sexo siempre van juntos.
5.      El amor romántico puede utilizarse fácilmente para desarrollar y crecer en las relaciones maritales.
6.      El amor romántico es muy superior al amor conyugal, al amor de amigos, al amor no sexual, y a otras clases de amor, y su existencia será dura si no lo experimentas intensamente.
7.      Si pierdes a la persona que quieres románticamente debes sentirte profundamente afligido o deprimido durante un largo periodo de tiempo y no puedes experimentar amor de nuevo de forma legítima hasta que haya finalizado el luto.
8.      Es necesario percibir amor todo el tiempo para reconocer que alguien te ama.
Cuando la persona fielmente mantiene estas clases de mitos tiende a ponerlos dentro de reglas personales de conducta y los mete dentro de deberías y de tendrías que… absolutistas.
El Amor obsesivo-compulsivo o amor adicto
Es en general pero no necesariamente romántico. Es una forma extrema de amor romántico que frecuentemente incluye:
1.       Conductas perturbadas tales como pensar obsesiva e intensamente acerca del amado.
2.      La imperiosa necesidad de reciprocidad.
3.      Oscilaciones de humor dependiendo de la interpretación que da el que ama sobre la reciprocidad del amado.
4.      Sentimientos severos de ansiedad y depresión cuando el amado no parece corresponder al amor de uno.
5.      La idealización del amado y la negativa de ver o aceptar alguno de sus defectos.
6.      El ansia de hacer cosas temerarias para ganar o conservar el favor del amado.
El amor obsesivo-compulsivo o amor-adicto normalmente incluye que el que ama tiene de manera fiel y absolutista una o más de estas creencias irracionales:
·        Debo tener la reciprocidad de mi amado, o si no, ¡soy una persona inadecuada, indigna!
·        Es horrible perder a mi amado. ¡no puedo aguantarlo!
·        Si mi amado no tiene interés por mí, o si muere, la vida no tiene valor y ¡mejor sería estar muerto!
·        Mi amado es el único en el mundo para mí, y ¡sólo su amor puede hacerme a mí y a mi vida valiosa!
·        Porque debo ganar el favor de mi amado y tengo que estar triste sin él, vale cualquier cosa, incluso arriesgar seriamente mi vida, para ganarlo.
Celos y Posesividad
Se pueden distinguir dos formas de celos: racionales y los irracionales. Estamos racionalmente celosos cuando deseamos una relación continua y a veces monógama con nuestro amado y cuando estamos preocupados porque esta relación está rota porque ama (o presta demasiada atención) a alguien más, en consecuencia nos priva de la presencia del amor y probablemente nos amenaza con perderlos completamente. Esto nos origina sentirnos frustrados y decepcionados cuando nuestro amado presta “demasiada” atención a los otros, pero no estamos gravemente perturbados.
Estamos irracionalmente celosos cuando demandamos o imponemos de forma absolutista que nuestro amado siempre nos cuide y nos preste atención exclusivamente a nosotros y cuando estamos horrorizados con la idea de que está ligado emocionalmente y quizá nos abandone por otra persona. Con celos irracionales, tendemos a sentirnos seriamente ansiosos, hostiles, y/o deprimidos: rumiamos obsesivamente acerca del grave peligro de perder a nuestro amante; somos suspicaces a sus atenciones, seguimos demandando muestras y palabras de afecto; e intentamos estar con el amado prácticamente todo el tiempo.
Las personas celosas y posesivas irracionalmente, tienden a tener diversas creencias irracionales mantenidas dogmáticamente que crean su celotipia, tales como:
1.       Debo tener una garantía de que me amas fuertemente solo a mí y continuarás haciéndolo así indefinidamente.
2.      Si tú no me amas como yo te amo, debe haber algo extraordinariamente malo en mí y por eso apenas merezco tu afecto.
3.      Debido a que te amo intensamente y sigo estando dedicado a ti, tienes que devolver mi amor siempre, si no me causarás un gran sufrimiento y entonces serás una persona vil y detestable.
4.      A no ser que tenga la absoluta certeza de que me adoras y de que siempre será así, mi vida es demasiado confusa y desagradable y apenas parece valioso continuar con ella.
Estas creencias irracionales pueden cambiarse a creencias más racionales, en las que lejos de ser una necesidad o deseos absolutistas, se modifican en filosofías e ideas más realistas y no dogmáticas de amor y vida, por ejemplo:
1.       Me gustaría mucho que tú me cuidaras  a mí como yo te cuido a ti, pero no hay razón para que tú tengas que hacerlo así. Todavía puedo ser feliz, aunque no tan feliz, si no lo haces.
2.      Puedes bien ser el mejor compañero de amor que yo probablemente encuentre durante mi vida y por lo tanto valoro mucho tu amor y tu compañía. Pero si de algún modo te pierdo, puedo casi con certeza amar a otros y lograr una relación amorosa, satisfactoria con uno de ellos.
3.      Aunque te amo tiernamente y soy bastante servicial al dedicarme a ti, mi amor no te obliga a amarme en recompensa o restringirte a mí. tienes perfecto derecho a tus propios sentimientos y conductas con respecto a mí, y puesto que no puede hacer que tú los cambies, intentaré aceptarlos como mejor pueda y a pesar de ellos seguir amándote.
4.      Si me mientes o niegas los sentimientos de amor que dices que me tienes y traicionas nuestra relación, consideraré tu conducta poco cariñosa e indigna de confianza, pero no te condenaré como persona por actuar de esa manera indeseable.
 
Pérdida del Amor
Uno de los principales problemas del amor es el de perder el amor de un compañero que se elige, ya desde el principio, cuando uno ama y es rechazado por el otro, o más tardes, después de que uno ha experimentado reciprocidad durante algún tiempo y luego lo pierde porque el compañero rechaza el amor, muere, o sucede otra cosa. En algunos de estos casos, la pérdida de amor puede conducir a la ansiedad, depresión, auto-compasión, auto-abatimiento, rabia, o incluso suicidio u homicidio. En la mayoría de los casos, donde la gente sufre mucho al perder el amor y no se siente simplemente pesaroso o afligido en extremo, sino que también se auto-aborrece y auto-compadece, tiende a creer y a mantener fuertemente diversas creencias irracionales, tales como:
1.       No debo ser rechazado por ti, pero si tú me rechazas hay algo radicalmente erróneo en mi, y si eso es cierto soy una persona bastante inadecuada, lo más probable es que no sea digno de ganar el amor de una buena persona ni en el presente ni en el futuro.
2.      Yo quisiera, si fuera verdaderamente atractivo y competente, ser capaz de ganar el amor de prácticamente cualquier persona que realmente quisiese; y ya que nunca he ganado o ya que he perdido el amor de mi amado, ¡soy totalmente inatractivo e incompetente!
3.      ¡Realmente soy una excelente persona, y no me aprecias y me apruebas como deberías! ¡eres mezquino y vil por rechazarme, y tendré que ajustar cuentas contigo aunque sea la última cosa que haga!
4.      Las condiciones deben estar organizadas de tal forma que siempre sea capaz de ganar el amor de la persona a la que realmente deseo y de modo que no tenga demasiada dificultad para conseguirlo. Cuando las condiciones están en contra mía, ¡la vida es completamente horrible, no puedo soportarlo, y no puedo ser otra cosa que totalmente despreciable!
5.      Es completamente injusto cuando alguien que amo y que me ama muere o se separa de mi de cualquier otra forma, ¡y no puedo aguantar un mundo que es tan injusto y cruel! No hay nadie más en el mundo que pueda tener conmigo la clase de relación que tuve con esa persona. No puede ser feliz de ninguna manera y podría incluso suicidarme!
Cuando la gente posee estas creencias irracionales y se adhiere a ellas inflexiblemente, tenderá a sentirse emocionalmente trastornado y de forma excepcional. Harán poco para continuar ganando el amor del compañero elegido; cuando este compañero sea inasequible, se sentarán y rehusarán buscar otros compañeros de amor; con frecuencia se trastornarán interfiriendo su trabajo, escuela y vida social, a menudo hasta el punto de la incompetencia. A veces se obsesionarán con la pérdida del compañero durante muchos años, compulsiva (y a menudo neciamente) seguirán haciendo cualquier cosa para intentar conseguir a este compañero de nuevo y prácticamente estarán seguros de que no tendrán ninguna clase de futuro de relación íntima con nadie más.
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CONDUCTA Y SALUD

 

CONDUCTA Y SALUD

Por Ramon Vasco V.


Durante mucho tiempo, las enfermedades infecciosas ocuparon la mayor parte de la investigación médica, debido a que eran las principales causas de mortalidad, situación muy frecuente a finales del siglo diecinueve y aun a principios del siglo veinte. No obstante, poco a poco la atención comenzó a centrarse en padecimientos derivados de conductas de riesgo y estilos de vida poco saludables que acarreaban enfermedades tales como cáncer, problemas cardiovasculares, demencia, etc. Los países tercer mundistas son quizá los más afectados, debido a la situación económica que enfrentan, pues además de ser más vulnerables a epidemias infecciones, el estilo de vida que tienen no es tan saludable como el de países más avanzados, por ello, el riesgo de presentar alguna condición médica grave está siempre latente.
La conducta es sin duda un factor crucial en el bienestar de las personas, ya que nuestra forma de comportarnos determinará en gran parte si queremos estar bien o adoptar una forma de vida poco benéfica que nos lleve a la enfermedad. Aun cuando muchas enfermedades son ocasionadas por factores externos, la vulnerabilidad y la exposición a estos agentes está también determinado por el comportamiento de las personas; incluso aun cuando la enfermedad ya se ha manifestado, la conducta influye mucho en la recuperación y el seguimiento del tratamiento. 

 

El interés por el estudio de la conducta con relación a la salud (o enfermedad) ha permitido la creación de estrategias y métodos de prevención a fin de erradicar o por lo menos disminuir conductas que conllevan a enfermedades. Muchas campañas de salud giran en torno a fomentar la higiene y la sana alimentación para prevenir enfermedades infecciosas, al uso de métodos de protección para no ser contagiado por enfermedades de transmisión sexual, a la actividad y ejercicio físico para combatir el sobrepeso y con ello evitar la aparición de problemas cardiovasculares o la diabetes, o hasta campañas contra el alcoholismo y las adicciones. El que las personas atiendan a estas medidas y opten por un estilo de vida saludable es algo que pudiera considerarse como optativo, especialmente en aquellos lugares donde las condiciones y recursos realmente lo permiten; porque, que pasa con las comunidades en donde la escasez de agua, de recursos alimenticios, de facilidades de atención médica, etc. no son lo suficiente como para que la gente pueda tener la facilidad de optar por una forma de vida sana. Es decir, en países desarrollados, el adoptar un estilo de vida sano es cuestión de decisión, en contraste con los países subdesarrollados en donde las condiciones no permiten que la gente pueda optar libremente por un modo de vida saludable por tantas limitaciones que su medio precario les presenta.
Dentro de las conductas de riesgo se puede hacer una especie de distinción entre aquellas conductas o hábitos comunes a toda la gente (no lavarse las manos, no abrigarse, etc.), hasta aquellas en las que solo un sector de la población incurre, tal es el caso de elegir un hábito perjudicial (no hacer ejercicio, comer en exceso, fumar, etc.).
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