DEMENCIA

Por Fernando Arrieta López

             Las demencias son enfermedades en las que se deteriora la memoria y otras capacidades intelectuales con respecto al estado mental previo de una persona. El diagnóstico de demencia debe reunir unos criterios para poder establecerse. Los más utilizados y aceptados son los de la cuarta edición del manual diagnóstico y estadístico de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM-IV), que se detallan a continuación. Criterios de demencia de DSM-IV:
1.- Deterioro de la memoria a corto y largo plazo: hechos, fechas, datos…
2.- Al menos una de las siguientes alteraciones cognitivas:
A.    Afasia, con alteraciones del lenguaje como comprender, denominar…
B.    Apraxia, con deterioro de la capacidad para llevar a cabo actividades motoras pese a que la función motora en sí misma esté conservada.
C.     Agnosia, con fallos en el reconocimiento o la identificación de objetos pese a que la función sensorial está intacta.
D.    Alteración de la función ejecutiva, con fallos en la planificación, abstracción, organización.
3.- Repercusión significativa de estos trastornos en la vida social y/o laboral del paciente.
4.- Ha de suponer una merma o declive con respecto a la funcionalidad previa del paciente.
5.- los déficits no aparecen exclusivamente durante un estado de delirium, aunque éste puede superponerse a la demencia.
6.- Existe una relación etiológica con una causa orgánica, con los efectos persistentes de una sustancia tóxica, o con ambas cosas.
Existen a la vez distintos tipos de demencia, entre los más comunes encontramos:
Degenerativas o Primarias:
    * Enfermedad de Alzheimer
    * Enfermedad de Pick y otras demencias frontotemporales
    * Demencia por Cuerpos de Lewy
Secundarias:
    * Demencia vascular o Demencia multiinfarto (antiguamente llamada demencia arteriosclerótica), incluyendo la enfermedad de Binswanger
    * Complejo de demencia del SIDA
    * Pseudodemencia depresiva
    * Hidrocefalia normotensiva
    * Estados de confusión aguda o delirio
    * Hipotiroidismo
    * Deficiencias de Vitamina B6 o B12
    * Tumores
    * Existen casos en los que se presenta precedida por:
           Trauma cráneo-encefálico
           Enfermedad de Parkinson
           Enfermedad de Huntington
           Síndrome de Down
demencias
Demencia por Alzheimer
       El trastorno amnésico inicial es un déficit de la capacidad de nuevo aprendizaje (memoria anterógrada). Otro de los trastornos más precoces es la pérdida de abstracción, que puede ser explorada por test de diferencias y semejanzas o mediante la interpretación de refranes. A medida que la enfermedad avanza se van asociando diversos déficit corticales (agnosias, apraxias, trastornos del lenguaje). En raras ocasiones, los primeros síntomas son déficit corticales aislados que posteriormente progresan y cumplen criterios de demencia (afasia, prosopagnosia, apraxia aisladas). Es típica la disfasia disnómica precoz (los pacientes olvidan el nombre de las cosas y utilizan muletillas y perífrasis). Con el curso de la enfermedad el paciente comenzará a desorientarse, con pérdidas en la calle, dificultades para usar los transportes públicos e incluso pérdidas y desorientación en el propio domicilio. Olvidará fechas, datos personales y no reconocerá la cara de sus conocidos, incluso de los familiares más próximos. Se pueden asociar signos de parkinsonismo, como rigidez extrapiramidal y trastornos de la marcha. El devenir ulterior es variable en cuanto a tiempo de evolución pero inexorable, llegando a una situación de doble incontinencia, degradación de las disfunciones antes expuestas, postura en flexión de los cuatro miembros, encamamiento y, finalmente, fallecimiento a causa de alguna infección intercurrente (broncoaspiración, sepsis urinaria o úlceras, etc.) o debido a tromboembolismo pulmonar por la inmovilidad.
Demencias fronto-temporales y Enfermedad de Pick
       La enfermedad de Pick es una demencia degenerativa con afectación predominante del lóbulo frontal y temporal anterior. Patológicamente se caracteriza por la presencia de unas inclusiones intracitoplasmáticas conocidas como cuerpos de Pick. La clínica es parecida a la enfermedad de Alzheimer pero con un predominio de síntomas iniciales «frontales», como alteración precoz de la personalidad, trastorno del lenguaje y desinhibición con mala conducta social y sexual.
Demencia vascular
       Es el síndrome que cursa con demencia secundaria a lesiones cerebrales causadas por enfermedad cerebrovascular (ECV). Los siguientes factores están en menor o mayor medida relacionados con su desarrollo: edad, tabaquismo, alcoholismo, hipertensión arterial, ECV previa, diabetes, cardiopatía e historia familiar de demencia. Para definir demencia vascular se precisa de tres requisitos: el paciente debe cumplir criterios de demencia, debe haber evidencia de enfermedad cerebrovascular por historia, exploración y técnicas de neuroimagen, y ambos indicios deben estar razonablemente relacionados. Son hechos sugerentes de demencia vascular: deterioro intelectual agudo en los tres meses siguientes a un accidente vascular cerebral con posterior evolución fluctuante o escalonada, historia de alteración de la marcha y caídas frecuentes, signos positivos en la exploración neurológica (motores, sensitivos, campimétricos, seudobulbares o extrapiramidales), predominio de déficit cognitivos subcorticales sobre los corticales y presencia de factores de riesgo cardiovascular.
 demenciaTratamiento
            Los síntomas de la demencia -y más específicamente los del Alzheimer- pueden ser tratados hoy en día con medicación. Esto garantizará que las sustancias que intervienen en la comunicación intercelular se mantengan niveladas, ralentizando así el proceso de deterioro. Neurólogos de todo el mundo están realizando investigaciones científicas para intentar descubrir la causa de la enfermedad de Alzheimer y los caminos eficaces para detener o prevenir la enfermedad.
En el caso de la demencia vascular, parte importante del tratamiento consiste en prevenir nuevos accidentes cerebrovasculares. Existen también medios para intentar tratar los síntomas de la enfermedad por separado.
Datos generales sobre la enfermedad
  • La enfermedad de Alzheimer es el tercer problema sanitario más importante en los países desarrollados, tras las enfermedades vasculares y el cáncer, y es asimismo a tercera causa de muerte.
  • Una de cada tres personas por encima de los 80 años padece la enfermedad, que es responsable de un gasto de 12.000 millones euros al año.
  • La acetilcolina es un neurotransmisor que juega un importante papel en la memoria y la capacidad de aprendizaje.
  • Una falta o descenso de acetilcolina está relacionada con los síntomas del Alzheimer.
  • Los fármacos actualmente disponibles actúan bloqueando la acción de la enzima acetilcolinesterasa (que inactiva a la acetilcolina).
  • Los estudios clínicos, con 3.200 pacientes, demuestran que galantamina puede llegar no sólo a retrasar la pérdida de memoria, sino que también retrasa la aparición de otros síntomas de la enfermedad.
Las demencias pueden ser reversibles o irreversibles. En el caso de las demencias reversibles, el tratamiento irá dirigido a la causa médica que originó el trastorno. Sin embargo, las demencias más frecuentes son las irreversibles y en este caso el tratamiento va a buscar el alivio de los síntomas y el enlentecimiento del proceso degenerativo. La demencia irreversible más frecuente es la causada por la Enfermedad de Alzheimer. La intervención que se llevaría a cabo con pacientes con demencia es amplia e implica varios profesionales.
Terapia Psicológica en la Demencia
      La intervención psicológica que se realiza con pacientes con demencia es amplia y va a depender del estudio individualizado que se realiza. En líneas generales, el tratamiento irá dirigido a:
– Creación de un ambiente seguro que prevenga posibles caídas o pérdidas de peso por la falta de una adecuada alimentación.
– Enriquecimiento ambiental dirigido a una estimulación sensorial como la musicoterapia que va a mejorar el humor, el habla, los procesos mentales, etc.
– Mantenimiento en las actividades diarias que pueden ir desde coger el autobús hasta mantener una adecuada higiene personal.
– Ayudas dirigidas a la mejora de la memoria como la colocación de fotografías de familiares, claves para recordar, dialogar sobre fotografías del pasado, etc.
– Establecer actividades para preservar las funciones mentales como leer el periódico, escuchar la radio, realizar trabajos domésticos, etc.
– Intervención en otros problemas adicionales: regulación del sueño, depresión, alteraciones del lenguaje, problemas de movilidad, etc.
Debido al importante desgaste psicológico que implica el cuidado de un enfermo de Alzheimer, el tratamiento psicológico debe incluir apoyo y asesoramiento a los familiares que asumen el cuidado de estas personas.
Referencia
De la Vega, R. y Zambrano, A. Las demencias [en línea]. La Circunvalación del hipocampo, septiembre 2007 [Consulta: 25 marzo 2011]. Disponible en: http://www.hipocampo.org/menudemencias.asp.





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EL SUFRIMIENTO NEURÓTICO: EL MASOQUISMO

Por Cinthya Trejo Z.

 El  neurótico pasa gran parte del tiempo en constante sufrimiento y lo llega a ocupar como estrategia para lograr sus objetivos, por ello su neurosis y su angustia no lo dejan vivir tranquilo. Suele parecer que está en una cómoda posición aunque no sea así.

La  obtención  de  placer  a  través  del  sufrimiento  constituye  un  difícil problema  y  por ello podríamos decir a simple vista que el neurótico tiene una tendencia a lo que llamamos masoquismo moral. Pero repasemos ahora que es lo que lleva a que el neurótico sufra o más bien tenga una tendencia a sufrir, ya que no es lo mismo tender a sufrir que sufrir por una causa real. Pese a que exista una causa real y por tanto sufrimiento real puede no tenerse la tendencia a sufrir. En las neurosis ocurre lo mismo es decir, ellas nada tienen que ver con un deseo  de  sufrir si no que son las consecuencias de  los  conflictos internos de la persona neurótica.

Todos estos conflictos y contradicciones del sujeto respecto a  sus afectos y conductas, así como sus necesidades neuróticas son los que traen consigo un gran dilema y que  casusa también dicho sufrimiento en la persona, es decir se encuentra en un callejón sin salida donde solo existen caminos contradictorios; estos sufrimientos por tanto no son causados por su tendencia a sufrir. Sino por la percepción que tiene de la situación.

Pero el neurótico mantiene esta tendencia, por tanto estos lo podemos catalogar como impulsos masoquistas. El neurótico tendera siempre a sufrir e incluso parecerá que busca las condiciones o problemáticas para mostrarse sufriendo, esto como se menciono, cumple funciones y objetivos para la persona.

«Freud extiende la noción de masoquismo más allá de la perversión descrita por  los sexólogos: por una parte, al reconocer elementos masoquistas en numerosos comportamientos sexuales, y rudimentos del mismo en la sexualidad infantil, y, por otra, al describir formas que de él derivan, especialmente el «masoquismo moral», en el cual el sujeto, debido a un sentimiento de culpabilidad Inconsciente, busca la posición de víctima, sin que en ello se halle directamente
Implicado un placer sexual.»

¿Por qué valdría la pena sufrir?

El  sufrimiento puede usarse como  defensa y protección ,  también como técnica  para  obtener  lo  que se quiere,  para  realizar  y justificar sus exigencias etc.  También tenemos que el sufrimiento y la indefensión son estrategias para obtener cariño, protección, apoyo, dominio sobre sí mismo y para evitar las exigencias de los demás; de igual manera este cumple la  función de recriminar a los demás, de manera encubierta. Sin embargo pese a que el neurótico puede usar el sufrimiento como estrategia, un elemento a favor de la idea de que el neurótico en verdad quiere sufrir es que notamos que en muchas ocasiones sufre más de lo que justificaría la necesidad estratégica, tiene una tendencia a exagerar su infelicidad, a hundirse en sentimientos de indefensión y  automenosprecio. 

young woman holding happy mask

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Aun así,  el  neurótico  obtiene  un  beneficio,  ya que si bien  el  sufrimiento  es  doloroso,  el  abandonarse  al  sufrimiento excesivo puede obrar como un atenuante del dolor, los   impulsos   masoquistas   revelan   motivos   entonces comprensibles. Es importante aclarar que todas estas tendencias masoquistas  tienen cierto  sentimiento  de  intrínseca  debilidad, la cual se refleja ante el mundo y ante uno mismo. Por ello es probable encontrar que el neurótico puede tender a la  subordinación y sumisión, a la exageración defensiva del dominio de sí mismo y a  ceder  a  los  impulsos con culpa, a la necesidad neurótica de cariño y por tanto al temor exagerado de ser reprendido. Se tiene entonces un sentimiento   de   no   tener   nada de responsabilidad ni de control sobre lo que le sucede, actuando por ello pasivamente ente sus problemas y ante su mundo, y teniendo un control externo. Pero tal  sentimiento  de  debilidad intrínseca no es un hecho real: lo que se experimenta como debilidad y  lo que semeja serlo no es sino el resultado de una inclinación hacia la debilidad, casi una preferencia por la debilidad o la postura pasiva, mostrándose en la mayoría de las  actitudes del neurótico. (“La  satisfacción  que  el  neurótico  busca  parece  ser  la  de  debilitar  o  aun extinguir  su  misma  individualidad”). 

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Que viene con el sufrimiento

El neurótico, en su masoquismo tenderá al abandono de sí mismo ya que la satisfacción que persigue no es la de sufrir, sino la de autoabandonarse. Pero en las personas que padecen este sufrimiento la debilidad  no  brinda  la  satisfacción de forma consiente. La debilidad da la confirmación tangible que la persona neurótica busca de su desgracia, sin importar el objetivo que implique. Esta insatisfacción o mejor dicho satisfacción mal lograda también se pude explicar tomando en cuenta todos los  elementos destructivos de las neurosis. El neurótico será entonces capaz de abandonarse con tal de “demostrar” que su neurosis está justificada, mantener una dosis de sufrimiento que parezca sensata ante esta postura se vuelve una nueva necesidad.

Por último, en el neurótico existirá también el impulso al olvido, evasión y negación, ya que intentara librarse de todos sus “demonios” internos por así llamar a todos estos conflictos indisolubles que le causan sentimientos igualmente desagradables. Actuando como si no existiesen, y prolongando los efectos negativos de su presencia. 

 

“El neurótico no desea sufrir, su sufrimiento es solo el precio que tiene que pagar”. K. Horney





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Feminista, no «feminazi»

Por Fernando Arrieta L.
     Antes de continuar, deseo aclarar que no existe algo tal como el «feminazismo». Por si mismo cualquier movimiento que se oponga o busque un cambio respecto al status quo, será contemplado por la mayoría establecida como «radical» o hasta «ridículo». Por ende el llamar a ciertas personas afines al movimiento feminista como «feminazis» no hace más que establecer lo estratificado que está en la sociedad el machismo, ya que cualquier comportamiento alterno se tacha de exagerado, en este caso en específico comparándolo con el nazismo. De hecho, el llamar algunos comportamientos o argumentos como «feminazis» también incurre en la falla de catalogarle e incluso intentar rebatirle por un supuesto trasfondo y no por su validez.
      Hace tiempo, los movimientos de oposición contra el franquismo, contra el apartheid, en pro de los derechos de los afroamericanos, fueron todos rechazados y menospreciados, criticados y mas de uno calificado de socialista, aunque nunca Nazi (eso es nuevo, pero carece tanto o más de fundamento).
Sin embargo, el paso de los años en la consciencia social les permitió crecer y ocupar un lugar dentro de los cambios importantes y radicales del siglo XX a nivel sociocultural. 
Entonces Feminista.
     El movimiento feminista surge como una búsqueda de equidad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres, expresando sintéticamente que el camino para ellos es nivelar «hacia arriba» la situación de las mujeres. No es lo opuesto al machismo, aunque si le toma de referencia.
     Lo masculino, en la mayoría de sociedades occidentales (caben aclarar las diferencias culturales con ciertas costumbres orientales), ha sido estructurado por el machismo, es decir se identifica al hombre con la figura masculina, a dicha figura masculina con la posición que debe cumplir, y a esta posición con los estándares más o menos radicales, de lo que se identifica como «ser un buen hombre». Según dicha premisa el hombre es fuerte, debe proveer, servir a su nación, etc. SI EL MACHISMO AFECTA TAMBIEN A LOS HOMBRES. Pero evitar esto, no es la intención principal del movimiento feminista.
Y es porque dichas afectaciones, sin menospreciarlas, parecen pocas cuando se compara con lo que dicha estructura ha hecho con «el otro», con las mujeres, cómo y dónde ha dejado a aquello que es lo NO-MASCULINO, queda olvidado en oportunidades y muchas veces es menospreciado, subestimado y oprimido. Lo no masculino, por extensión, lo femenino, se ve como algo que ha de ser «regulado», siguiendo la premisa del dictamen, aquello que se reconoce como «ser una buena mujer», también por el comportamiento esperado. 

 

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      La posición no masculina se percibe tradicionalmente como débil, emocional, con un papel fijo como mera cuidadora y proveedora de placer, como objeto de intercambio.
EL MACHISMO AFECTA A LAS MUJERES MAYORMENTE. Evitar esto, es la intención principal del movimiento feminista, quitando la etiqueta de lo otro, y permitiendo dejarlo a la par de lo masculino, sin que nada ni nadie dictamine qué es y cómo se debe comportar.
 
      Al final la posición de lo masculino, si bien se ve mermada por el status quo machista (no siempre patriarcal ni heterosexual, aunque en su mayoría lo sea), es menos abrumadora, ya que permite mayor libertad de acción, lo que es masculino es dictado para los hombres e incluye una gran cantidad de opciones y conductas que le permitirán sentirse de una u otra forma parte de ese grupo y parte de esa estructura -realizar servicio militar, vestir pantalón o ser proveedor- no le pone en riesgo latente siempre. Sin embargo, basta observar como es catalogado en muchas ocasiones un hombre femenino o incluso homosexual, rompe esa posición que «se espera de él». Y la libertad de comportamiento se convierte en francas limitaciones de todo lo que «no debería hacer». 
       Esto último se corresponde a lo que sucede con la posición de lo femenino o lo no-masculino. Es abrumadora, limita en demasía la capacidad de acción y no se basa en normas sino en limitaciones e impedimentos, cosifica a la persona, viéndola como un mero objeto de intercambio muchas veces, y menosprecia las capacidades y acciones siempre que «salen de lo esperado», e incluso en ocasiones aunque se ajusten al estándar, son criticadas. Es una representación genérica de todo aquello que la mujer no debería de ser,  o que incluso no debería dejar de ser. Por ejemplo, la idea de que la mujer es un objeto de intercambio que cursa a la deriva entre la procreación y la satisfacción de y para lo masculino, y que incluso cuando busca y/o consigue su propia satisfacción personal, social o sexual, lo hará de manera descontrolada, frívola e histérica. En muchas ocasiones tiende a ser violentado «solo por ser…» y es la principal victima (por mucho) de la violencia de género.
 
       El machismo no solo limita, sino que cataloga, demerita y menosprecia todo aquello que sale del comportamiento no-masculino esperado. A eso que se le llama machista, es una cultura opresora. Como en su momento lo fue la segregación, la cual curiosamente era legal bajo el lema «separate but equal». Si la lucha de Martin Luther King no era Nazi, no lo será tampoco la búsqueda de equidad y justicia del movimiento feminista.
        El feminismo busca darle validez a los comportamientos femeninos, desmarcarlos de ser únicamente lo opuesto a lo masculino. El feminismo busca darle identidad jurídica, social, empresarial, sexual, personal y psicológica a la mujer no como el otro, no como aquello que no es masculino, sino como aquello femenino que conforma un todo junto con lo masculino.
No hay enemigos.
      El feminismo no es lo opuesto al machismo, si, es necesario reiterarlo, y no es anti-masculino, ni mucho menos esta contra los hombres. Y cabe aclarar que como no menciona directamente en ninguno de sus postulados la superioridad de algún género sobre el otro, ni intenta aniquilar algún tipo específico de raza o sexo, insisto, la comparación con el nazismo, sobra y estremece.
      El feminismo encuentra cabida incluso en la educación que reciben hombres de mujeres, que han crecido acostumbradas al status quo mencionado. Es evidente que encuentra su principal foco de alarma, en los comportamientos e influencias de los hombres, hacia otros hombres o hacia las mujeres que intentan delimitar y si es necesario, cortar de tajo cualquier intento de romper con la estructura social establecida. El feminismo va en oposición a lo que ha estado funcionando, porque ha funcionado mal. Y porque sigue afectando y mermando en una sociedad que ha dejado de madurar en ese aspecto.

     No, los hombres en general no tienen miedo a que cambie el machismo, al menos no en general, aunque mas de uno pugne por no perder derechos, cualquier hombre que se tome el tiempo de entender  la raíz del movimiento notará que nadie le quiere quitar nada, y de hecho lo saben, solo  lo quieren compartir unos y a otros les da miedo perderlo. Sin embargo, los hombres, y la sociedad en general, tiene miedo al cambio y a reconocer nuestra parte de responsabilidad con lo que ha estado mal. Y eso fomenta que las personas «huyan» de la ideología feminista, vamos, de cualquier ideología diferente: ecológica, revolucionaria, postmoderna o tecnológica, en la mayoría de las situaciones.
      Para el feminismo no hay enemigos declarados. Ni está en contra de nadie. Pero si le han hecho daño. Las ideologías radicales que como en cualquier movimiento que se oponga al sistema suelen surgir, y que le hacen parecer una mera oposición, un movimiento trasgresor, sobre todo para el ojo poco crítico, la perdida de la intención real del movimiento, los contragolpes marcados que «malentendiendo» una lucha de sexos ha llegado a realizar el machismo, la falta de garantías sociales y legales que permiten crímenes de odio nuevamente hacia mujeres que luchan y hombres también. (Nuevamente nos atenemos al ejemplo de M.L King).
 
Ser feminista.
     No es levantar un eslogan de quien es mejor ni quien merece más. Es defender la idea de qué merecemos equitativamente, y que la sociedad ha de madurar, no dejando atrás a nadie, no violentando a nadie, no permeando la idea de que «no pasa nada» y mucho menos, las justificaciones burdas o falaces. Ser feminista también es cuidarte a ti mism@ y a los demás sin importar su género.
Feminista. Es permitir que obtenga identidad lo femenino, como algo que ha de ser protegido y dignificado, no por débil, sino porque forma parte integral de la diada, psicológica y social, al igual que lo masculino.
      El ser humano identifica posiciones masculinas y femeninas en sí mismo, en los demás, en la sociedad, en los estratos culturales, escuela, trabajo, vecindario, etc. En ocasiones se suelen confundir con las costumbres, en ocasiones son meras representaciones simbólicas de nuestras estructuras psíquicas, en ocasiones no las vemos y en ocasiones no las reconocemos. Tan solo no permitamos, hombres y mujeres, que dichas posiciones mermen la libertad, las capacidades, el bienestar y la vida, de nadie sea hombre o mujer.





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