EL AFAN DE PODERÍO, FAMA Y POSESIÓN

Por Fernando Arrieta L.
               En referencia a un capítulo del libro La personalidad neurótica de nuestro tiempo, de Karen Horney, en él, la autora nos habla de un nuevo rasgo neurótico además del correspondiente a la búsqueda neurótica de afecto. En este caso es la necesidad de poderío, prestigio o posesión. Definitivamente ninguno de estos elementos de la neurosis pueden ser desligados del tinte sociocultural que han adquirido en nuestro contexto, el poder y la fama son incluso en algunas culturas elementos necesarios como metas o proyectos de vida, las posesiones relacionadas con los bienes materiales e incluso en ocasiones con las personas amigos, familia o pareja, son también tenidos en alta estima dentro de nuestra sociedad por no decir que incluso se han vuelto necesarios.
               La connotación diferencial entre la búsqueda de estos elementos en la normalidad y la búsqueda de los mismos en la neurosis, está marcada por el origen de la energía destinada a conseguirlos. Mientras en la normalidad esta energía se basa en las capacidades analizadas y el deseo natural de sobresalir basado por decirlo así, en nuestras fuerzas o virtudes. En la neurosis la energía radica en el miedo al reconocimiento de nuestra debilidad o nuestros defectos.
               En lo que concierne a la búsqueda de poderío, este podría decirse que se compone de una compensación como defensa ante la vulnerabilidad. La intención del neurótico aquí es alejarse de tal modo que consiga ponerse sobre los demás de manera que no sólo no quede duda de que no existe ningún tipo de debilidad en él, sino que, de ser necesario cualquiera que lo dude quede convencido de que no existe dicha debilidad y que está ubicado como «espectador» debajo de aquel sujeto poderoso, el neurótico.
               Por otra parte el poderío puede volverse en dominancia, establece de este modo el neurótico las situaciones de manera tal que le permita situarse en una posición superior que provoque que las personas “debajo” de él, generen un gran nivel de dependencia hacia el mismo o hacia su ayuda, su presencia, sus ideas, su poder a fin de cuentas. Esta dependencia surge como una mera defensa a la posible dependencia que podría sufrir el neurótico, el único modo que encuentra para no depender de los demás es conseguir que sean ellos quienes dependen de él, sin darse cuenta que está estructurando un contexto de codependencia ya sea en su matrimonio, su familia o su entorno de amistades. Esta es una de las razones por las cuales quienes se encuentran dominados por esta necesidad neurótica de poderío, prestigio o posesión, encuentran grandes dificultades para entablar contactos interpersonales.
               De hecho la autora propone que se identifique la necesidad de poderío, prestigio o posesión a través de los malogrados intentos de conseguir satisfacer la necesidad patológica de afecto.
               Por su parte el prestigio se busca como un modo de conseguir además de poder, cierto nivel de vulnerabilidad «adaptativa», nuevamente situándose lejos de las demás personas en un grado que permite al neurótico desdibujar sus verdaderas debilidades y aparentar que únicamente está compuesto de capacidades, ya que ha conseguido a través de estos, la fama y el prestigio consecuentes. Esta necesidad de prestigio va muy ligada con la de poderío, se asemejan porque ambas ubican al sujeto neurótico en un papel “mayor” a los demás, y proporcionan como se ha dicho una defensa alejando a los demás. Se diferencian cuando el individuo plantea su fama o prestigio a través de logros o capacidades «rescatadas» de sus propias debilidades o vulnerabilidades.
               Nuevamente aquí vemos relaciones interpersonales conflictivas, e incluso una necesidad de reconocimiento aunada a esta necesidad de proteger su indefensión. Ya que quien ha conseguido fama y prestigio es muy posible que incluso llegue a mostrarse hostil cuando estos no le son reconocidos o son puestos en duda sus capacidades y virtudes, de igual manera sucede cuando, a quien se ha hecho de poder, no se le reconoce esa posición o son puestos en duda los méritos o las capacidades que le permiten estar ahí, la respuesta es hostilidad y nuevamente angustia que provocaría en todo caso, nuevas herramientas (posiciones sádicas o masoquistas), desarrolladas por parte del neurótico que le permitirán afianzar esa posición y mantenerla prácticamente a costa de lo que sea.
               Finalmente en lo que corresponde a la necesidad de posesión, nuevamente nos encontramos ante la búsqueda de niveles exagerados o extremos no solo de posesión sino de conservación o despilfarro, nuevamente de manera polarizada quien consigue así posesiones se torna demasiado dispuesto a malgastarlas incluso en los demás antes que en sí mismo, o al contrario, no está dispuesto a deshacerse de ellas incluso cuando son necesarias o le sería conveniente a él mismo.
               El neurótico en esta posesión puede sacrificar más fácil el secreto de sus debilidades por alimentar así la necesidad de ser ayudado o apoyado y conservar, quitándole a los otros tiempo, ayuda o bienes materiales, la tónica de sus posesiones. De igual manera sus relaciones interpersonales estarán enmarcadas por la angustia que le genera involucrarse y sentir que “roba” el afecto de los demás ya que ese es justamente su miedo, el involucrarse lo vuelve vulnerable a perder lo que ha conseguido, pese a que es esta vulnerabilidad curiosamente la que le ha permitido conseguir dicha posesión.

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