PERSPECTIVA DE LA CORRUPCIÓN

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Clotilde Sarrió – Terapia Gestalt Valencia
Alberto Soler Montagud – Psiquiatria Privada

La corrupción es un fenómeno lamentablemente en boga y frecuente en ciertos sectores de la política y el mundo empresarial y financiero. Podríamos definirla como una transgresión de las normas llevada a cabo de modo voluntario y con la con la intención de obtener beneficios personales.
Es una práctica sistemática en la que pervertir, depravar y sobornar se convierten en el modus operandi del corrupto en perjuicio de terceros y del interés colectivo de la ciudadanía.

Sociología de la corrupción

Hay una serie de factores que son inherentes a la corrupción tales como:

  • La tendencia a identificar el éxito con el dinero.
  • La prevalencia de la moral heterónoma sobre la moral autónoma. Consideramos moral autónoma la que incentiva a cumplir las leyes independientemente de premios o castigos, mientras que moral heterónoma es la que impele a cumplir las leyes sólo por miedo al castigo y no por un respeto interiorizado a las mismas.
  • La falta de conciencia por parte de la población de que los bienes públicos, que aseguran el bienestar social, se consiguen a través del esfuerzo de todos y deben ser respetados.
  • El acostumbramiento a la corrupción por parte de la población y a aceptar la misma como algo normal ante la aparente impunidad que exhiben quienes ostentan el poder y delinquen, circunstancia que les predispone a delinquir tal cual hacen los poderosos.

Todo ello contribuye a que los miembros de la sociedad interioricen una percepción subconsciente de que defraudar es algo lícito y aceptable.
Surge de este modo una tolerancia y benevolencia ante la corrupción así como una falta de conciencia y una desmotivación social para cumplir las leyes así como una predisposición a defraudar siempre que sea posible y se minimice el riesgo de ser descubierto.

 

Perfil psicológico del corrupto

Desde una perspectiva psicopatológica, el corrupto es un individuo que sistemáticamente ignora al “otro” y prescinde de los valores éticos, morales y cívicos que garantizan la equidad en la convivencia.
Su modus operandi responde a la satisfacción de ciertas pulsiones en beneficio de su ego.
Carecen de una moral autónoma y solo respetan la ley por el miedo a las sanciones, de tal modo que su ética sería similar a la de un niño de cinco años.
Otra singularidad del corrupto es su irresponsable sensación de invulnerabilidad. Creen que sus fechorías nunca serán descubiertas ni se juzgarán y, por tanto, nunca serán condenados.
Se sienten inmunes y descartan las consecuencias negativas inherentes a sus actuaciones, lo que les incentiva a ser temerarios, a jactarse de sus actividades ilícitas y a no dimitir de sus puestos cuando son descubiertos en sus delitos, por la obstinada y patológica negativa a reconocerlos.
El corrupto transgrede intencionadamente las normas movido por la ambición y por su obsesiva identificación del éxito con el dinero así como por su necesidad de un reconocimiento social que satisfaga a su ego.

Tipos de corruptos

Psicopatológicamente, podemos englobar a los corruptos en dos grandes grupos:

  • Corrupto narcisista. Están convencidos de que son superiores, se caracterizan por un patrón de grandiosidad, necesitan ser admirados y carecen de empatía para conectar emocionalmente con los demás.
  • Corrupto antisocial. Sienten necesidad de mostrar su superioridad, son manipuladores y explotadores, violan sistemáticamente los derechos del otro y son propensos a cometer actos delictivos. No aceptan la culpa de los delitos que cometen y, aunque quizás lleguen a sentir vergüenza al verse expuestos al escarnio público, nunca dan muestras de arrepentimiento.

Tratamiento del corrupto

Difícilmente podemos hablar de un tratamiento psicológico del corrupto ya que la corrupción no es una entidad patológica contemplada como tal por los manuales diagnósticos, sino una práctica delictiva llevada a cabo por ciertos individuos que suelen presentar unos trastornos psicológicos y de personalidad sobre los que sí que se podría intervenir psicoterapéuticamente.
La corrupción, en cierto modo, podría ser considerada como un síntoma o un rasgo mas de verdaderas patologías tales como el trastorno narcisista de la personalidad o el trastorno antisocial de personalidad, no obstante las particularidades varían significativamente de unos caso a otros.





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Sobre el Autor: FerAl65