LO QUE EL SISMO SE LLEVÓ

SOBRE EL SISMO DEL 19 DE SEPTIEMBRE DE 2017 EN LA CIUDAD DE MÉXICO

Un martes, hace ya varios días, no sólo se sacudió la tierra sino nuestra existencia. El sismo nos arrebató con cada violenta afrenta nuestra tranquilidad, el sismo se llevó lo que dábamos por hecho y nos trajo lo que no queríamos recordar.

El sismo se llevó la desidia y la indiferencia, se llevó nuestra apatía. Arrebato de un tajo la inocencia de una juventud que, decían, se refugiaba en la tecnología. Se llevó nuestros temores e inseguridades, y gran parte de nuestras diferencias. El sismo nos arrebató de donde estábamos para ponernos de trancazo en la realidad. Nos quitó, nos quitamos el polvo y echamos a andar. El sismo nos arrebató la idea de que no podríamos continuar.

El sismo se llevó nuestras ideas, amancilladas, equivocadas. Nos arrebató la idea de que la corrupción sólo es “un asunto cultural” para demostrarnos que es capaz de matar. El sismo nos quitó la idea de que no somos capaces de grandes cosas, de que el de al lado no vale tanto como nosotros.

Para los mayores, el sismo se llevó sus temores sobre si fueron buenos padres, sus hijos demostramos que nos enseñaron bien. El sismo les arrebato a sus hijos por unos instantes, para que se los prestaran a la nación. Para los que vivieron el sismo anterior, este les arrebato recuerdos vagos y los sustituyo con imágenes actualizadas en alta definición, el sismo les quitó el miedo de que volviera a pasar, porque pasó.

El sismo nos quitó el cuidado y la cautela, porque son insuficientes sin la prevención.

bandera sismo mexico

El sismo se llevó los escritorios y cubículos, los títulos y diplomas, en la calle si servías de algo, bastaba con que lo supieras hacer bien. El sismo se llevó la prepotencia del pueblo, y se llevó la falsa humildad de los políticos.

El sismo arrebato las máscaras con que enfrentamos nuestro día a día y le quito a nuestros gobernantes la facha de intocables. El sismo nos quitó el miedo a estar solos y el miedo a unirnos. Nos quitó el sueño, y los sueños donde caminamos solos, y estamos aprendiendo a soñar despiertos, y a soñar que es México el que camina con nosotros.

Lo que el sismo se llevó se cuenta por millares, y duele como 369 golpes en el alma, pero nos dejó, después de 80 segundos nos dejó, otra oportunidad.

GRACIAS POR LEERNOS






Compartir