Personalidad TIPO A

¿Tienes una personalidad ‘Tipo A’? Entonces eres una persona imparable

O eso podría parecer, sin embargo, el tipo A de personalidad se encuentra clasificada como áltamente problemática. Con rasgos de personalidad que son funcionales en ciertas areas, pero disfuncionales en las areas más personales e importantes de la vida.

Éste texto es un estracto de la web ENTREPRENEUR.

La intención aquí es, tomárlo como referencia para delimitar dichos rasgos en éste tipo de personalidad en particular.

Las personalidades se dividen en dos grupos y uno de ellos se destaca por su voluntad, energía y concentración sobrehumanas.

Texto original de Jonathan Long VIP Contributor en cursivas

Las personalidades pueden ser clasificadas en dos tipos (A y B). Las personas del primer grupo son individuos extremadamente motivados con grandes metas en la vida y un fuego interno que los impulsa a conseguir todo lo que se propongan. Las personas Tipo B son más relajadas y tienden a operar mejor con niveles menores de estrés. 

Aquí encontramos el primer punto importante, si bien las personas con personalidad tipo A efectivamente se encuentran bien motivadas y enfocadas a sus objetivos (comunmente grandes metas de aspiraciones sociales o económicas), el estrés funciona en ellos como precursor o catalizador, el mencionado fuego interno no es más que elementos autopunitivos y de gran autoexigencia.

1. Para los Tipo A, la carrera es una prioridad

Enfocarte fuertemente en tu carrera no necesariamente es lo mejor porque puede afectar tu vida personal (salir de manera romántica es una pesadilla). Sin embargo, las personas Tipo A están dispuestas a sacrificar este aspecto de sus vidas para impulsar sus negocios y sus intereses.   

En efecto, son personalidades que dificilmente encotrarán espacio para «algo más» que no sea el deber. El problema es que como el mismo artículo lo menciona, la vida personal (entre otras areas, como la salud o el ocio) se convierten en obstáculos que de agregarse, generan angustia, por estar incumpliendo las obligaciones.


En todo caso en la mayoría de ocasiones, el conflicto es la imposibilidad de equilibrar entre las distintas areas de la vida, dando como resultado personas exitosas en los negocios o lo académico por ejemplo, pero fracasadas en sus relaciones interpersonales o sin tiempo «para ellas».

2. Para los Tipo A es difícil “despegar” el cerebro del trabajo

Nadie puede negar que tomar un descanso del trabajo es saludable, pero la mayoría de las personas Tipo A tienen dificultad para desconectar su cerebro por completo de sus obligaciones y proyectos. La verdad es que se relajan más estando en el trabajo. 

Lo anterior es un gran conflicto, la capacidad para regular las lineas y esquemas cognitivas (los pensamientos) y asociarlos y desasociarlos a voluntad es vital para la estabilidad personal. De igual forma las emociones se convierten en un gran coctel cuando una actividad converge tan intrusivamente en las demás areas de nuestra vida.

El que cumplir con «el trabajo» sea relajante, sólo es consecuencia de que «no hacer lo debido» se identifica como un estresor. Lo cual tiene matices y no siempre es así. Un finde semana en la playa por ejemplo es una gran excepción, y debería, por definición ser más relajante que «estar trabajando o en el trabajo».

3. Para los Tipo A, no hay nada mejor que una buena lista de pendientes

Tener listas de pendientes te permite poner en orden las tareas que debes realizar, tener orden mental y ser más productivo. De hecho, es una gran herramienta para ahorrar tiempo. Las personas Tipo A crean estos listados para todo. Es más, mientras escribo esto puedo ver mi propia lista de pendientes frente al escritorio. Las hacemos para atender los pendientes personales y las tareas del trabajo. Le copié este hábito a mi padre, quien hacia listas para TODO

TODO en exceso es malo, y si bien algunas estrategias conductistas buscan jerarquziar y organizar los «pendientes», tenerlos constantemente presentes es obsesivo, abrumador y quisquilloso. Organizativamente esta bien, sin embargo a nivel psicológico, los pendientes aumentan la exigencia, y la expectativa de realizarlos (a cabalidad) se convierte en una fallo racional de interpretación sobre la realidad.

En concreto, dado que la vida, sus variables e imprevistos, no funcionan bajo el esquema personal de «tu lista», la realidad no se adaptará a ella, haciendo cuando menos inútil gran parte de tu lista, y en la mayoría de los casos convirtiendola en un caldo de cultivo para futuras (y constantes) frustraciones.

4. Para los Tipo A, no hay retardo que valga

Las personas de este grupo entienden que el tiempo es el activo más valioso con el que cuentan los emprendedores. Siempre llegan a tiempo y esperan que los demás hagan lo mismo. Un profesor de la universidad una vez me dijo algo que nunca olvidaré: “Si llegas antes, llegas a tiempo. Si llegas tarde, mejor ni te molestes en llegar porque ya estás demostrando que eres un idiota irrespetuoso”. 

Básicamente se convierten a si mismas en una máquina, controladora, intolerante con las «no máquinas» que funcionan a otro ritmo. De nuevo, asimilar las varibles de la vida es una tarea dificil para éste tipo de personalidades, convierte a su realidad en un menú en el que creen que pueden elegir lo que quieren y como lo quieren y si no, se molestan, al principio con los demás y al final, siempre, consigo mismos.

5. Para los Tipo A es imposible perder el tiempo 

El concepto de “procrastinación” no cabe en la mente de los Tipo A. No entienden por qué podrían postergar algo que pueden cumplir ya. Dejar que las cosas se acumulen solo genera problemas a largo plazo, si algo puede ser atendido ya, tenla seguridad que los Tipo A ya lo están revisando. 

Cualidad muy apreciada en el mundo laboral, pero poco funcional en la vida adulta, la capacidad de postergación ha de ser aprendida por dos razones principales, estructura y respeto.

De éste modo, la personalidad tipo A, genera rasgos de imposición, ya que buscan que los demás trabajen a su tiempo. Y caracteristicas estructurales rígidas, donde la jerarquía la define la obligación y no la libertad, donde la diversión y el ocio no caben, y si es que existe un espacio para ello, es llenado por más responsabilidad para «aprovechar el tiempo».

6. Para los Tipo A nada es imposible

Si hay algo que físicamente se pueda cumplir, los Tipo A estarán confiados al 100% de que se logre. Tienen completa fe en su habilidad de lograr todo lo que se propongan. 

Encontramos de todos, quizá el primer punto que ésta bien, y que puede considerarse una cualidad en este tipo de personalidad, sin embargo, como se menciono la variante de la frustración convierte esta determinación y autoconfianza en una escalera constante de retos y competencias. En las que la fe, se convierte en ilusión, y ésta en obsesión.

La personalidad tipo A tiene como rasgo caracteristico la intolerancia a la frustración. Agente estresor por excelencia y que ademas provoca o bien sumas cuantiosas de autocastigos y pruebas para si mismos o acumulación de tensión que culmina con la renuncia y desesperanza.

7. Para los Tipo A, la perfección lo es todo

Nada irrita más a los individuos de este grupo que los errores. No es que pretendan ser perfeccionistas, pero tienden a serlo en la práctica porque algo menos que su absoluto mejor esfuerzo es inaceptable. Su persistencia les permite conseguir metas que muchos otros ya dieron por perdidas. 

La personalidad tipo A, se caracteriza por la intolerancia y la crítica hacia lo que no es suficientemente bueno, si bien la perseverancia y persistencia son cualidades resaltables, alimentarlas por los motivos inadecuados es erroneo. Justo aquello que no toleran lo cometen.

Pueden concluir midiendo a otros por sus fallos y errores, y despreciandose a si mismos por sus propias equivocaciones. Exigiendose demasiado y siendo obsesivos con un desempeño que al rayar lo perfecto recae en lo imposible.

Perseguir y conseguir metas que otros consideran perdidas, es en un plano medio (poco caracteristico en la personalidad A), una virtud de tenacidad. En la linea rígida y controladora, es una caracteristica de necedad y cerrazón.




8. Para los Tipo A, la planeación lo es todo

Para lograr una meta debes tener un plan definido de principio a fin. Mientras otras personas tratarán de hacer las cosas como vayan saliendo, los Tipo A tienen una estrategia sólida que siguen religiosamente. 

Segundo punto positivo, hacer las cosas en orden está bien. Sin embargo un punto medio entre la improvisación ante los imprevistos y el control de las variables siempre es lo más recomendable y realista para plantear.

Dos puntos complicados en la mayoría de personas con este tipo de personalidad, se definen en la última frase. Una estrategia sólida será demasiado meticulosa, demasiado individual y poco centrada en la realidad. Tanto que al final se convierte en cuestión de fe, de devoción y sacrificio el sistema de esfuerzos y desempeño que se plantea como plan o proyecto, que ha de «seguirse religiosamente» si no se quiere fallar o fracasar.

9. Para los Tipo A, no hay problema que no se pueda solucionar

Una de las razones por las que los Tipo A son tan buenos para resolver problemas es que confían en su habilidad para hacerlo, tanto así que son capaces de generar al menos un esqueleto de plan para cualquier cuestión en el mundo. Esta confianza les permite generar soluciones racionales mientras otros se frustran y abandonan. 

La personalidad tipo A, no se conformaría con un esqueleto del plan resolutivo. Ya que eso demostraría capacidades pero a la vez limitaciones. En realidad la personalidad tipo A posee ese rasgo de personalidad que provoca la frustración y el abandono. Se le conoce como competencia. Y es un afán constante de mostrarse a si mismos (y en ocasiones a los demás) como personas capaces y competentes ante las dificultades, misma competencia que al verse límitada, frustra y genera culpa internamente.

10. Para los Tipo A, la pasión es fundamental 

Cuando algo te apasiona, te es más fácil dedicar toda tu energía, alegría y tiempo. Las personas Tipo A no hacen las cosas “al ahí se va”. Su pasión les permite trabajar sin sentir que su esfuerzo es trabajo. 

Lo cual en concreto, pone en riesgo su salud. La mayoría de personas que padecen lo que se conoce como «burnout» sobre todo en el ambito laboral, coinciden en presentar el tipo de personalidad tipo A, o la mayoría de sus rasgos comunes.

Ser apasionado de algo y que el esfuerzo sea bien visto es adecuado y valorado laboralmente, sin embargo, se deben tener tiempos de descanso, por que si bien para la mente el esfuerzo puede ser incluso apasionante y motivante, para el cuerpo dicho desgaste puede ser incluso peligroso.

Existe una correlación comprobada entre los infartos (no asociados a una enfermedad cardiovascular) y la personalidad tipo A.

11. Para los Tipo A, la eficiencia es una forma de vida

Debido a las razones anteriormente listadas – siempre puntuales, perfeccionistas natos, valoradores del tiempo, planeadores – los Tipo A son extremadamente productivos. Siempre logran mayores objetivos en el menor periodo de tiempo. 

Nuevamente un elemento apreciado a nivel laboral y corporativo, incluso efectivamente un elemento comunmente encontrado en los llamados emprendedores. Pero que justamente por ser retroalimentado constantemente, se convierte en la «unica» forma de vida, y poco a poco deja de ser una elección para convertirse en una obligación más. Con su respectiva carga de exigencia y autocastigo. Con un sistema de recompensas mal establecido y que afecta constantemente otras areas de la vida de la persona (fuera de lo laboral y/o académico).

12. Para los Tipo A, la concentración es su arma




Cuando se trata de lograr cosas, las personas Tipo A se enfocan al 100%, sin importar otras cosas que estén pasando en su vida. La capacidad de bloquear distracciones y tener una concentración de rayo láser les permite no bajar el ritmo y conseguir lo inconseguible. 

Se le conoce como un fenomeno de abstracción selectiva. Y es mencionado como un error cognitivo. La atención específica en un tema genera falta de criterio y objetividad, además de presentarse cómo un rasgo más de la obsesión.

La concentración es adecuada cuando se tiene un equilibrio positivo entre los estimulos cognitivos y emocionales de nuestro entorno y de nuestro interior, de la actividad presente y las demás actividades (que efectivamente pasan a segundo termino momentaneamente) y que nos permiten sobre todo mantener una motivación repartida y no demasiado especifica.

La personalidad tipo A, genera personas insatisfechas, principalmente por tres motivos.

Nunca es suficiente, ni el esfuerzo propio ni el de los demás alcanza el grado de perfeccionismo que se busca y que les obsesiona. Terminan siendo victimas de su propia fantasía de lo ideal.

Son más sus frustraciones que sus satisfacciones. Los errores y los imprevistos son parte común de la vida. Si bien son aptos para conseguir bastantes logros, el tratar de meter TODO en su esquema rígido de expectativas y exigencias termina dejando gran parte de ellas sin cumplir y frustradas.




El precio es elevado. Al final conseguir exito social o económico, termina por valer poco cuando las relaciones personales, la estabilidad emocional, la salud física y en general la felicidad fueron el costo que se tuvo que pagar para «llegar a estar ahí».




Compartir

Neurosis

Neurosis.

La neurosis es una enfermedad funcional del sistema nervioso, a nivel psicológico se caracteriza por la inestabilidad emocional. Es un trastorno mental sin una base orgánica demostrable, en este tipo de trastornos el paciente puede tener un considerable poder de auto observación y una sensación adecuada de la realidad. Permitiéndole identificar la presencia del padecimiento y comúnmente identificando las areas específicas que se ven afectadas (personal, laboral, académica, etc.)

La conducta puede ser afectada seriamente; aunque es común que se mantenga dentro de límites sociales aceptables pues la personalidad no está desorganizada, se presentan complicaciones adaptativas y de desenvolvimiento normal.

Historia

El término neurosis fue propuesto por el médico escocés William Cullen, en 1769, para hacer referencia a los trastornos sensoriales y motores causados por enfermedades del sistema nervioso.

En Psicología Clínica, el término se usa para referirse a trastornos mentales que distorsionan el pensamiento racional y el funcionamiento a nivel social, familiar y laboral adecuado de las personas. La neurosis supone el 70% de las enfermedades mentales y entre un 20-25% de los problemas que atienden los médicos en la Atención Primaria.

Según la Organización Mundial de la Salud, la neurosis es un trastorno psíquico sin una alteración orgánica demostrable, en la cual el juicio de la realidad se halla conservado y hay lucidez.

Di Mascio, (1970) dijo:
«Las neurosis son episodios de desequilibrio psicológico que se presentan en personas que han alcanzado una función mental relativamente adecuada».

Así podemos observar que a lo largo del tiempo se han identificado variables entre el funcionamiento adecuado y la inestabilidad emocional y psicológica, que pese a encontrar la capacidad de razonamiento y la capacidad de mantener contacto con la realidad conservadas, impiden a la persona su completo desarrollo y plenitud.

El origen del término neurosis se encuentra a finales del siglo XVIII aunque su máximo uso se circunscribe al XIX, en pleno nacimiento de la especialidad psiquiátrica, siendo empleado originalmente para describir cualquier trastorno del sistema nervioso.


El médico escocés William Cullen publica en 1769 su obra Synopsis nosologiae methodicae, refiriéndose con el término neurosis a un trastorno general del sistema nervioso, sin fiebre ni otras lesiones orgánicas demostrables y capaz de alterar las capacidades sensitivas y motoras del individuo, mezclándose en este concepto patologías tan dispares como mareos y desmayos, el tétanos, la rabia, las crisis histéricas, la melancolía (posteriormente denominada depresión) o la manía.

Sigmund Freud desarrolló diversos trabajos en relación con la histeria y los trastornos obsesivos, publicados a finales del siglo XIX, sentando así las bases psicogénicas de lo que él denominó psiconeurosis. A partir de sus trabajos se elaboró una clasificación, ya en desuso, que distinguía varios tipos de neurosis: neurosis de angustia, fóbicas, obsesivo-compulsivas, depresivas, neurasténicas, de despersonalización, hipocondríacas e histéricas.

En 1909, Pierre Janet publica Las neurosis, obra en la que establece el concepto de «enfermedad funcional» frente al modelo anatómico-fisiológico. Desarrolla así el paradigma médico que basa el daño no en la alteración física del órgano; sino, en su función. Las funciones superiores, adaptativas, provocan cuando se ven alteradas o disminuidas un estado «neurasténico» (o de «nerviosismo») en el que se sobreexpresan otros estados inferiores como la agitación o la histeria.


Desde el punto de vista de algunos autores contemporáneos, la neurosis tiene su origen en las desigualdades de clase o en la sociedad tan tecnificada que estamos viviendo.

Sin embargo, ésta linea teórica se contrapone a la que plantea que el origen de la neurosis se encuentra en las primeras etapas de desarrollo psicológico del individuo. Siendo un punto de concordancia el hecho de que las neurosis son o bien propiciadas o potenciadas por el entorno más o menos facilitador en el que se desarrolla cada persona.

Aspectos clínicos

En la actualidad la O.M.S. (CIE-10) y la A.P.A. (DSM-IV-TR) han cambiado la nomenclatura internacional para referirse a estos cuadros clínicos como trastornos, entre los que se incluyen:

  • Trastornos depresivos: (distimia, ciclotimia, episodios depresivos leves, moderados o graves [con o sin síntomas somáticos])
  • Trastornos de ansiedad: (fobias, trastorno obsesivo-compulsivo, agorafobia, crisis de angustia, trastorno de estrés post-traumático, trastorno de ansiedad generalizada)
  • Trastornos somatoformes: (dismorfofobia, trastorno de conversión, hipocondría, dolor somatoforme, trastorno de somatización)
  • Trastornos disociativos: (Trastorno de identidad disociativo, fuga y amnesia psicógenas, trastorno de despersonalización, trance y posesión)
  • Trastornos sexuales:
    1. Parafilias (exhibicionismo, fetichismo, froteurismo, pederastia, masoquismo, sadismo, travestismo, voyeurismo)
    2. Disfunciones sexuales (deseo inhibido, aversión al sexo, anorgasmia, impotencia, eyaculación precoz, dispareunia, vaginismo)
  • Trastornos del sueño: (insomnio, hipersomnia, parasomnias, terrores nocturnos, sonambulismo, disomnia)
  • Trastornos facticios.
  • Trastornos del control de impulsos: (cleptomanía, trastorno explosivo intermitente, ludopatía, piromanía, tricotilomanía)
  • Trastornos adaptativos.
  • Factores psicológicos que afectan al estado físico
  • Trastornos de la personalidad
  • Códigos V: (simulación, problemas interpersonales, duelo patológico, problemas funcionales, rol de enfermo, etc.).

Enfoques clásicos sobre la neurosis

Para Freud la neurosis es el resultado de un conflicto entre el individuo y su medio. En la teoría de Freud, los síntomas neuróticos resultan de la interacción entre los impulsos instintivos que luchan por manifestarse y las estrategias defensivas. La persona se defiende por medio de mecanismos de represión, por otro lado, Freud plantea que la etiología común de la enfermedad mental es siempre la frustración, el incumplimiento de deseos infantiles, jamás dominados y que se arraigaron hondamente en la mente del enfermo.

La neurosis extrae del mundo de la imaginación y de la fantasía el material necesario para sus productos, hallándolos por medio de la represión a épocas reales anteriores y más satisfactorias. El mecanismo que se activa en la neurosis, según Freud, no solo es una pérdida de la realidad; sino, una sustitución de ella. En consecuencia, la neurosis es una expresión de la rebeldía contra el mundo exterior, una incapacidad para adaptarse a la realidad.

Karen Horney da otro enfoque distinto al de Freud, en su enfoque Karen no da una definición de la neurosis; sino, una serie de situaciones que la causan, pues para Horney la mayoría de los trastornos neuróticos provienen de una ansiedad que el individuo trae consigo desde la niñez. El niño siente hostilidad hacia sus padres por las órdenes que estos le imponen, las cuales le causan profundas frustraciones. El problema comienza cuando estos sentimientos hostiles son muy intensos pues el niño se alejará de sus padres quedándose sin el amor y las atenciones que necesita. El niño así afectado continúa creciendo de esta manera hasta llegar a ser un adulto que recurrirá a todo tipo de mecanismos de defensa para no sentirse desamparado y sin afecto.

Para Frommel enfermo neurótico es aquel individuo que no se deja someter, que no estuvo dispuesto a perder su identidad en aras de la adaptación y de la «normalidad» dentro de la sociedad. Resulta entonces que el neurótico, no pudiendo ir en contra de la corriente de la sociedad, se retrae y refugia en la enfermedad, en la neurosis.

Foucault plantea que la neurosis se desarrolla en el individuo que vive en cierto medio y que posee ciertas características psicológicas. No todos los individuos de una misma comunidad son neuróticos pues existen ciertas condiciones sociales en el medio donde viven que los hacen más vulnerables a sufrir la enfermedad.

Guisnberg, autor argentino, propone que las causas de la neurosis deben ser buscadas en los factores sociales como son: trabajo, status, clase, entre otros, para él, el origen de la neurosis se da no en el interior del individuo; sino, en el rol social que desempeña.

Aramoni plantea que la enfermedad psíquica aparece como producto de la cultura. «La soledad, la angustia, la depresión, la enajenación y la muerte están más cerca de la cultura y la socialización humana que de la biología». Para él, la enfermedad mental es producto del ambiente hostil y deshumanizado en que nos tocó vivir. Otro aspecto que Aramino considera también dentro de las causas de la neurosis es el ámbito familiar.

Características de la neurosis

  • Alto grado de ansiedad exagerada.
  • Depresión grave.
  • Miedo y obsesiones, relacionados con factores conflictivos personales o ambientales.
  • Las personas que sufren una neurosis suelen ser hipersensibles, con una emotividad superior a la normal; por lo general, con un acusado sentido de culpabilidad y que se sienten muy afectadas por las tensiones emocionales y por los hechos impactantes como disgustos, peleas, accidentes, o por sucesos y circunstancias banales a los que ellos otorgan mayor importancia de la que en realidad tienen y que les causan una fuerte alteración psicoemocional.
  • Síntomas histéricos.
  • Fobias.
  • Síntomas obsesivos y compulsivos.

Síntomas

  • Dolor de cabeza.
  • Voluntad débil.
  • Pérdida de las ganas de trabajar.
  • Sueño alterado.
  • Preocupación excesiva.

Causas

  • Desestructuración familiar.
  • Falta de afecto durante la infancia.
  • La sobreprotección o el infracuidado.
  • Factores de riesgo pertenecientes al mundo de lo genético.
  • Factores que van en función de las situaciones o acontecimientos vitales de lo que le sucede a la persona a lo largo de su vida como maltrato infantil, abuso.
  • Conflicto entre el individuo y el medio.
  • Situaciones angustiantes que provienen de la niñez.
  • Condiciones sociales, medioambientales y culturales.
  • «Rosenhan, D (1975). Funcionalmente, las neurosis son reacciones inadecuadas a las causas del estress». (pp. 118)

Tratamiento


Cuando no son tan graves las neurosis pueden ser tratadas por el médico general, pero en casos de trastorno grave está indicada una hospitalización y la atención de un psiquiatra. La mayoría de las neurosis se tratan mediante el psicoanálisis u otras formas de psicoterapia dinámica. También tiene bastante éxito la modificación de conducta (especialmente, en el caso de las fobias y los trastornos obsesivo-compulsivos). En este tipo de trastornos, la medicación suele ser sólo un medio complementario para reducir los niveles de ansiedad, como la relajación o la hipnosis, los medicamentos que se pueden utilizar son sedantes y ansiolíticos.

También la terapia situacional ha resultado efectiva para el tratamiento de neurosis monosintomáticas, especialmente, las de tipo fóbico. El método de persuasión, que convenciendo al paciente de que su enfermedad no es grave puede curarse. Muchos otros casos solo pueden curarse con un cambio de ambiente, descanso y un régimen de comidas apropiado. El aire libre, paseos que no ocasionen fatiga y acostarse temprano, son métodos muy saludables. Muchas de las neurosis responden bien al tratamiento, y sus efectos perturbadores sobre el sujeto se logran atenuar en gran medida.

Clasificación de las neurosis

  • Neurosis de angustia: angustia episódica difusa en ataques; molestias somáticas, parestesias, mareos y pesimismo.
  • Neurosis fóbica: miedos intensos irracionales hacia objetos o situaciones; ataques de angustia que pueden coincidir con síntomas físicos.
  • Neurosis obsesiva: pensamientos persistentes de contenido angustioso y actos incontrolables, se nota depresión y sentido de culpa.
  • Neurosis hipocondríaca: preocupación con respecto a los procesos orgánicos acompañados de quejas múltiples de tipo físico, es común la depresión.
  • Neurosis depresivas: autocrítica excesiva en forma episódica, disminución de la confianza y de la autoestimación, se acompaña de molestias físicas.
  • Neurosis neurasténica: debilidad, fatigabilidad, con un bajo grado de autoestimación.
  • Neurosis de despersonalización: sentimientos de irrealidad y de extrañeza hacia determinadas partes del cuerpo, hacia sí mismo y hacia el ambiente, se pueden presentar episodios de pánico.
  • Histeria o neurosis histérica:
  • Tipo conversivo: parálisis paradójicas, crisis convulsivas, diferencias sensoriales y dolor; viven una actitud de indiferencia.
  • Tipo disociativo: alteraciones de la conciencia y del sentido de identidad, la angustia no es evidente.
Compartir

LA RESPONSABILIDAD

En ocasiones puede parecer que la vida adulta es dificil, que hubiera sido mejor o preferible quedarnos en la adolescencia, o aún más en la niñez.

La vida adulta en ocasiones nos trata sin miramientos sin esperar a que demostremos estar preparados o no, maduramos orgánicamente, conviviendo con el entorno, no aislandonos de él. Y muchas de esas vivencias han de ser interpretadas con una lógica de causa y efecto y queremos sacarle el mejor provecho a cada situación.

¿Cuál es el beneficio?

¿Por qué vale la pena crecer si debemos enfrentarnos a una realidad dura y en ocasiones cruel y abrumadora?
Puede parecer que es muy alto el precio que se ha de pagar. Pero las obligaciones te traeran libertades. Las responsabilidades derechos. Los tragos amargos, experiencia. Siempre y cuando entendamos el rol que juega dentro de nuestra vida la madurez y por obvio que parezca, no olvidemos que a cada acción corresponde una reacción, la asumamos antes o no.

La idea es saber combinar. Que la responsabilidad se convierta en una herramienta y no en un obstáculo. Que nos permita lidiar, o evitar, incluso propiciar las consecuencias que queremos y no las indeceadas.
Si, la idea es reir como si tuvieras 5,6 o 7 años, descubrir como si tuvieras 3, aprender como si tuvieras 10 o 12, experimentar como si tuvieras 15 o 16, y cuando la vida se ponga dificil, cuando se requiera templanza y te obligue a madurar, hacerle frente al problema, con lo mejor que tengamos, con el cúmulo de alegrias, aprendizajes y experiencias de toda una vida, defendiendo cada palmo de terreno que hemos conseguido avanzar hasta donde estamos.

Entender que cierta acción inclurá ciertos resultados o consecuencias, nos permitirá tomar las riendas de la situación, sobre todo si ésta es problemática. Y ese entendimiento se lleva a través del tiempo, cuando hacemos un correcto y oportuno acuse de recibo de las experiencias y vivencias que hemos tenido.

Se aprende en el entorno

De ahí que como nucleo social, la familia, la pareja, los amigos y la comunidad, sirvan como una estructura que funcione bajo esquemas de responsabilidad.
Ayudar a un niño, a un jovén o incluso a un adulto a entender que lo que haga tendrá cosnecuencias y resultados lógicos, y que puede y debe prever la mayoría de ellos para así decidir y ejercer su acción a voluntad y conciencia, pareciera tarea fácil pero no lo és.

Cuantas veces nuestro círculo más cercano no provee de consecuencias lógicas, cuantas veces no se le hace responsable de sus actos, al niño inclumplido con los deberes de la escuela, al jovén indiferente con la hora de llegada a casa, a la pareja infiel, al empleado o jefe despota, al vecino ruidoso o al amigo desleal.

El entorno seguro, en ocasiones tóxico, no siempre otrogará los mecanismos necesarios para que nos desarrollemos como seres responsables y maduros.
pero la vida adulta lo hará, en algún punto se confrontará esa realidad (distinta a la aprendida) donde hay causas y efectos, donde a toda acción corresponde una reacción.

¿Cómo se aprende?

Promoviendo un modo en el que entre más ejemplos y momentos tenga la persona para ejercer y desarrollar su responsabilidad, mejor se adaptará a la vida adulta, en casa, con quienes nos aman, las consecuencias serán comprensivas y justas en su mayoría. En el mundo real, afuera, estamos expuestos, ahí la vida adulta nos hará pagar el derecho de piso por haber llegado a esa edad, estemos listos o no.

Es común ver que hay gente a la que le «cuesta trabajo» crecer, que se resiste, o madura «mal». La responsabilidad requiere no culpar a otros, requiere entender que jugar un juego sin reglas es disfuncional, requiere que encontremos la pieza o las piezas que no encajan, que entorpecen nuestro desarrollo y las trabajemos y las quitemos.

Sin embargo, no todas las personas están listas. Es más facil culpar al de al lado. Me hiciste enojar. No me esperaste aunque te avisé que venía tarde. Me aburres. No me satisfaces. Me complicas. No desperdicies mi tiempo.
Siempre culpando a los demás, nunca responsabilizándose de sus acciones.

Es tú enojo, tu insatisfacción, tu impuntualidad, tu indecisión para solucionar el problema lo que te tiene ahí.
Aunque es duro, al menos hay algo bueno, si es nuestra responsabilidad, entonces depende de nosotros corregirlo y la solución, aunque muchas veces escondida, está más cerca de lo que pensamos.

Compartir