EL CORAZÓN DELATOR (Análisis)

Edgar Allan Poe
Por Fernando Arrieta L.
El corazón delator, obra de Edgar Allan Poe, narra la historia de un hombre el cual, basado en su obsesión por el ojo de un “viejo” con el que vive, decide matarlo, tan meticulosa y tan indiferentemente que sorprende su sistematicidad además de la calma con que narra la “hazaña”, una vez preso justificando y defendiendo no su inocencia sino su salud mental. Sin embargo, provocado por la misma obsesión, una obsesión que le ciega y le carcome, una obsesión cuyo origen destruyo al destruir al viejo y matarlo pero que sigue ahí latente, intimidante, potente y opresora, termina, luego de una crisis, por confesar su crimen cuando escucha, en toda la habitación, el corazón del viejo, latiendo en sus oídos, latiendo frente a todos, siguiendo el compas de su obsesión, penetrando fuera de él pero retumbándole por dentro, en su propio corazón, que lo delata, su corazón que provoca que confiese el crimen, valiéndose de la razón del crimen mismo, la obsesión con el ojo del viejo la inevitabilidad de su existencia, y la inevitabilidad del latir de su corazón, un corazón que lo delata no solo frente a los policías sino frente a sí mismo, descubriendo sus miedos, descubriendo su vulnerabilidad y su obsesión, dejándolo indefenso ante el ser más peligroso para él, él mismo.

Refiriéndonos a las motivaciones, ¿Qué lleva a un hombre a asesinar a otro? En este texto en específico, es aquí, entorno a esta pregunta, donde el autor en su narración nos enfoca más en el ojo del viejo que en el viejo mismo, incluso escribe:

 

“Me es imposible decir como aquella idea me entro en la cabeza […]                       No  perseguía ningún propósito ni estaba colérico. Quería mucho al viejo,  jamás me había hecho nada malo. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo… ¡Si, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre… Un ojo celeste y velado por una tela […] Cada vez que lo clavaba en mi se me helaba la sangre […] Y así, poco a poco, gradualmente, me fui decidiendo a quitarle la vida al viejo y librarme de aquel ojo para siempre”.

 

Sobre esto podemos argumentar que según la teoría de Melanie Klein principalmente, pero además utilizando elementos de otras teorías de la personalidad respecto a las relaciones objetales que se crean en el individuo (Spitz y Mahler, p.ej. Fase Simbiótica y Fase de Separación), quiero explicar cómo en este sujeto (quien narra la historia, el asesino) no se presento la escisión “normal” que debe presentarse, si bien existe un reconocimiento del objeto participante del no-yo. Es evidente que este objeto se integra como parcial, no como un objeto total. Siendo en la etapa de “splitting” o disociación donde el individuo no supero la subsecuente integración del objeto total. El protagonista concibe los objetos respecto a la interacción que tienen con el, mantiene un no-yo integrado aun al yo, y por ende un yo desintegrado. Siguiendo ahora la línea de Spitz, podemos observar como dio un significado a objetos participantes del no-yo es decir, elementos de su entorno pero al no conseguir en la Tercera Etapa mencionada por Spitz, una estructuración del objeto real, percibe a estos elementos como parciales, dándoles atribuciones a los mismos, atributos que, al aun tener conexión con él, (no se dio la escicion completa) comparten inevitablemente las características mutuamente. 

 

No es el viejo, es el ojo, ese ojo que hiela la sangre y que provoca instintos asesinos, un ojo que mueve la meticulosidad, la sistematicidad  y la obsesion, un ojo que provoca destruirlo: es el ojo, un objeto parcial en el cual recarga todos los sentimientos que, al igual que en la teoría de Melanie Klein (Pecho bueno, Pecho malo), podríamos llamar negativos, es decir, la agresión es proyectada para no ser introyectada. La agresión y “todo” lo malo que tiene el ojo, es proyectado única y exclusivamente sobre el Ojo y solo sobre él, porque de otro modo esa agresividad tendría que reconocerse como propia, tendría además que aceptarse y su aceptación conllevaría la autodestrucción, al ser proyectada implica solo la destrucción del objeto de proyección, así como en la teoría de Melanie Klein, el pecho es el malo y no el infante, en la narración de E.A. Poe, el ojo es el malo y no el protagonista. Sin embargo, se da también un cierto estancamiento dentro de la etapa que Anna Freud llama en su teoría: Relación Ambivalente de la fase Preedípica sádico-anal. En la cual menciona que existe una necesidad de atacar el objeto amado, nuestro protagonista “ama” al objeto precisamente porque le permite un espejo donde proyectar su agresividad, de este modo ha creado una relación en la que depende del objeto y de la proyección que realiza en el mismo, sin embargo tiene que destruirlo porque al haberle dotado de las cualidades negativas proyectadas, es decir, su agresividad reprimida y su obsesión (simbólicamente la “opresión” que siente del ojo hacia él, es la opresión que se ha creado el mismo hacia su self vulnerable), ahora es un objeto malo, una parte del objeto la cual al ser destruida aniquila al objeto por completo, pero es un precio justo, un precio razonable porque no se distingue la parcialidad del objeto, únicamente su maldad, esto último nuevamente podría asociarse con la teoría de Melanie Klein y la relaciones objetales.

 

 

 

Por otra parte podemos seguir la teoría de Winnicott, poniendo como elemento el self falso defectuoso del individuo. Ya que no consiguió desarrollar una percepción del objeto total, (escindirse por completo del no-yo y por ende de su madre), éste objeto nunca consiguió consolidarse como un yo auxiliar, es decir, evidentemente estancado en la etapa del splitting, pretendió utilizar constantes objetos parciales como un yo auxiliar pero nunca cumplieron su objetivo ya que para ello se requiere un objeto total. En este sentido el personaje del cual nos habla Poe, no consiguió desarrollar un self-falso separado de su self-verdadero, por lo cual el self es una unidad integrada entre el verdadero y el falso, cuya existencia es la única realidad del sujeto. Esto se ve reflejado primero en la patología esquizoide que refleja durante el texto (alucinaciones y paranoia), y segundo en que no concibe normas ni comportamientos adecuados para enfrentar las intrusiones que se le presentan a su self, de modo que el único entendimiento que tiene de cómo poder enfrentar esa intrusión directa en contra del self es deshacerse literalmente de la intrusión , aniquilándola por completo, caso contrario ocurriría con un self-falso estructurado junto con un self-verdadero, en este sentido hipotéticamente se podría asimilar la intrusión, manejarla como tal, y la congruencia entre ambos self, permitirá al sujeto reaccionar de forma adaptativa para conservar la integridad de ambos self.

 

“Y una nueva ansiedad se apodero de mi […] Me basto un segundo para  arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo […] Pero durante varios segundos el corazón siguió latiendo, claro que no me preocupaba pues nadie lograría oírlo”

 

Fue a fin de cuentas según lo narra el autor, una confesión provocada por su esquizofrenia, una crisis dentro de su obsesión y su paranoia, en conjunto con todos los demás elementos que hemos mencionado ya. El creía escuchar el corazón, resonando por la habitación con los policías presentes, nuevamente un objeto parcial, no el haber matado a un hombre, no el remordimiento del asesinato, sino su obsesión, su necesidad de proyectar todas esas cualidades negativas hacia un objeto, parcial nuevamente, un corazón, que le atormento con sus latidos que provoco que se delatara, que lo hundió en su propia paranoia, y que grito mientras emanaba de su propia boca las palabras que le condenarían.

 

“Era un resonar apagado y presuroso, un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón […] ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! … Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces, escuchen… más fuerte…  más fuerte…  más fuerte… ¡Basta ya de fingir malvados, confieso que lo mate! ¡Levanten esos tablones y ahí lo hallarán! ¡Ahí donde esta latiendo su horrible corazón!”

 

En definitiva, Poe no escribió este texto pensando en lo que acabo de redactar, sin embargo quiero hacer mención de lo exhaustiva que es su obra respecto a las emociones y las pulsiones humanas, todos sus cuentos se basan en las pulsiones más complejas y más terroríficas del ser humano, el dolor, el odio, el amor… y de igual manera sus más horribles expresiones, la agonía, las psicosis y la paranoia, la obsesión. En este texto no es la excepción, hace un exquisito relato de la penosa realidad de una obsesión, cruel e inhumana, peligrosa, nos habla de una complicada relación con el objeto y de un yo pulsional, de un self no equilibrado entre las tres instancias, sin una estructura conformada, además de una personalidad esquizofrénica, atormentada por la obsesión que alimenta su patología, una obsesión que enardece su paranoia, una obsesión intolerable. A fin de cuentas es esta combinación la que convierte al corazón delator, en una mirada a la psique del protagonista mismo, y el terrible desenlace, es él mismo, obsesionado e indiferente, quien defiende su cordura pero quien se convierte irremediablemente en su propio “corazón delator”.

 

“¿Por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos […] Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo, y muchas cosas oí en el infierno […]  Escuchen… y observen con cuanta cordura, con cuanta tranquilidad les cuento mi historia”





GRACIAS POR LEERNOS




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EL CORAZÓN DELATOR
Edgar Allan Poe
Por Fernando Arrieta L.
El corazón delator, obra de Edgar Allan Poe, narra la historia de un hombre el cual, basado en su obsesión por el ojo de un “viejo” con el que vive, decide matarlo, tan meticulosa y tan indiferentemente que sorprende su sistematicidad además de la calma con que narra la “hazaña”, una vez preso justificando y defendiendo no su inocencia sino su salud mental. Sin embargo, provocado por la misma obsesión, una obsesión que le ciega y le carcome, una obsesión cuyo origen destruyo al destruir al viejo y matarlo pero que sigue ahí latente, intimidante, potente y opresora, termina, luego de una crisis, por confesar su crimen cuando escucha, en toda la habitación, el corazón del viejo, latiendo en sus oídos, latiendo frente a todos, siguiendo el compas de su obsesión, penetrando fuera de él pero retumbándole por dentro, en su propio corazón, que lo delata, su corazón que provoca que confiese el crimen, valiéndose de la razón del crimen mismo, la obsesión con el ojo del viejo la inevitabilidad de su existencia, y la inevitabilidad del latir de su corazón, un corazón que lo delata no solo frente a los policías sino frente a sí mismo, descubriendo sus miedos, descubriendo su vulnerabilidad y su obsesión, dejándolo indefenso ante el ser más peligroso para él, él mismo.
Refiriéndonos a las motivaciones, ¿Qué lleva a un hombre a asesinar a otro? En este texto en específico, es aquí, entorno a esta pregunta, donde el autor en su narración nos enfoca más en el ojo del viejo que en el viejo mismo, incluso escribe:
“Me es imposible decir como aquella idea me entro en la cabeza […]                       No  perseguía ningún propósito ni estaba colérico. Quería mucho al viejo,  jamás me había hecho nada malo. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo… ¡Si, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre… Un ojo celeste y velado por una tela […] Cada vez que lo clavaba en mi se me helaba la sangre […] Y así, poco a poco, gradualmente, me fui decidiendo a quitarle la vida al viejo y librarme de aquel ojo para siempre”.
Sobre esto podemos argumentar que según la teoría de Melanie Klein principalmente, pero además utilizando elementos de otras teorías de la personalidad respecto a las relaciones objetales que se crean en el individuo (Spitz y Mahler, p.ej. Fase Simbiótica y Fase de Separación), quiero explicar cómo en este sujeto (quien narra la historia, el asesino) no se presento la escisión “normal” que debe presentarse, si bien existe un reconocimiento del objeto participante del no-yo. Es evidente que este objeto se integra como parcial, no como un objeto total. Siendo en la etapa de “splitting” o disociación donde el individuo no supero la subsecuente integración del objeto total. El protagonista concibe los objetos respecto a la interacción que tienen con el, mantiene un no-yo integrado aun al yo, y por ende un yo desintegrado. Siguiendo ahora la línea de Spitz, podemos observar como dio un significado a objetos participantes del no-yo es decir, elementos de su entorno pero al no conseguir en la Tercera Etapa mencionada por Spitz, una estructuración del objeto real, percibe a estos elementos como parciales, dándoles atribuciones a los mismos, atributos que, al aun tener conexión con él, (no se dio la escicion completa) comparten inevitablemente las características mutuamente. 
No es el viejo, es el ojo, ese ojo que hiela la sangre y que provoca instintos asesinos, un ojo que mueve la meticulosidad, la sistematicidad  y la obsesion, un ojo que provoca destruirlo: es el ojo, un objeto parcial en el cual recarga todos los sentimientos que, al igual que en la teoría de Melanie Klein (Pecho bueno, Pecho malo), podríamos llamar negativos, es decir, la agresión es proyectada para no ser introyectada. La agresión y “todo” lo malo que tiene el ojo, es proyectado única y exclusivamente sobre el Ojo y solo sobre él, porque de otro modo esa agresividad tendría que reconocerse como propia, tendría además que aceptarse y su aceptación conllevaría la autodestrucción, al ser proyectada implica solo la destrucción del objeto de proyección, así como en la teoría de Melanie Klein, el pecho es el malo y no el infante, en la narración de E.A. Poe, el ojo es el malo y no el protagonista. Sin embargo, se da también un cierto estancamiento dentro de la etapa que Anna Freud llama en su teoría: Relación Ambivalente de la fase Preedípica sádico-anal. En la cual menciona que existe una necesidad de atacar el objeto amado, nuestro protagonista “ama” al objeto precisamente porque le permite un espejo donde proyectar su agresividad, de este modo ha creado una relación en la que depende del objeto y de la proyección que realiza en el mismo, sin embargo tiene que destruirlo porque al haberle dotado de las cualidades negativas proyectadas, es decir, su agresividad reprimida y su obsesión (simbólicamente la “opresión” que siente del ojo hacia él, es la opresión que se ha creado el mismo hacia su self vulnerable), ahora es un objeto malo, una parte del objeto la cual al ser destruida aniquila al objeto por completo, pero es un precio justo, un precio razonable porque no se distingue la parcialidad del objeto, únicamente su maldad, esto último nuevamente podría asociarse con la teoría de Melanie Klein y la relaciones objetales.
Por otra parte podemos seguir la teoría de Winnicott, poniendo como elemento el self falso defectuoso del individuo. Ya que no consiguió desarrollar una percepción del objeto total, (escindirse por completo del no-yo y por ende de su madre), éste objeto nunca consiguió consolidarse como un yo auxiliar, es decir, evidentemente estancado en la etapa del splitting, pretendió utilizar constantes objetos parciales como un yo auxiliar pero nunca cumplieron su objetivo ya que para ello se requiere un objeto total. En este sentido el personaje del cual nos habla Poe, no consiguió desarrollar un self-falso separado de su self-verdadero, por lo cual el self es una unidad integrada entre el verdadero y el falso, cuya existencia es la única realidad del sujeto. Esto se ve reflejado primero en la patología esquizoide que refleja durante el texto (alucinaciones y paranoia), y segundo en que no concibe normas ni comportamientos adecuados para enfrentar las intrusiones que se le presentan a su self, de modo que el único entendimiento que tiene de cómo poder enfrentar esa intrusión directa en contra del self es deshacerse literalmente de la intrusión , aniquilándola por completo, caso contrario ocurriría con un self-falso estructurado junto con un self-verdadero, en este sentido hipotéticamente se podría asimilar la intrusión, manejarla como tal, y la congruencia entre ambos self, permitirá al sujeto reaccionar de forma adaptativa para conservar la integridad de ambos self.
“Y una nueva ansiedad se apodero de mi […] Me basto un segundo para  arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo […] Pero durante varios segundos el corazón siguió latiendo, claro que no me preocupaba pues nadie lograría oírlo”
Fue a fin de cuentas según lo narra el autor, una confesión provocada por su esquizofrenia, una crisis dentro de su obsesión y su paranoia, en conjunto con todos los demás elementos que hemos mencionado ya. El creía escuchar el corazón, resonando por la habitación con los policías presentes, nuevamente un objeto parcial, no el haber matado a un hombre, no el remordimiento del asesinato, sino su obsesión, su necesidad de proyectar todas esas cualidades negativas hacia un objeto, parcial nuevamente, un corazón, que le atormento con sus latidos que provoco que se delatara, que lo hundió en su propia paranoia, y que grito mientras emanaba de su propia boca las palabras que le condenarían.
“Era un resonar apagado y presuroso, un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón […] ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! … Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces, escuchen… más fuerte…  más fuerte…  más fuerte… ¡Basta ya de fingir malvados, confieso que lo mate! ¡Levanten esos tablones y ahí lo hallarán! ¡Ahí donde esta latiendo su horrible corazón!”
En definitiva, Poe no escribió este texto pensando en lo que acabo de redactar, sin embargo quiero hacer mención de lo exhaustiva que es su obra respecto a las emociones y las pulsiones humanas, todos sus cuentos se basan en las pulsiones más complejas y más terroríficas del ser humano, el dolor, el odio, el amor… y de igual manera sus más horribles expresiones, la agonía, las psicosis y la paranoia, la obsesión. En este texto no es la excepción, hace un exquisito relato de la penosa realidad de una obsesión, cruel e inhumana, peligrosa, nos habla de una complicada relación con el objeto y de un yo pulsional, de un self no equilibrado entre las tres instancias, sin una estructura conformada, además de una personalidad esquizofrénica, atormentada por la obsesión que alimenta su patología, una obsesión que enardece su paranoia, una obsesión intolerable. A fin de cuentas es esta combinación la que convierte al corazón delator, en una mirada a la psique del protagonista mismo, y el terrible desenlace, es él mismo, obsesionado e indiferente, quien defiende su cordura pero quien se convierte irremediablemente en su propio “corazón delator”.
“¿Por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos […] Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo, y muchas cosas oí en el infierno […]  Escuchen… y observen con cuanta cordura, con cuanta tranquilidad les cuento mi historia”
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El lugar de la Entrevista Clínica en la Evaluación Psicológica

Mas allá de una Técnica de la entrevista
En un vistazo rápido, pareciera que la importancia que implica todo el proceso de entrevista respecto a evaluación e intervención en la psicología clínica es más que evidente. Sin embargo, esta percepción ha caído en menosprecios y sobreestimaciones respecto a los alcances que verdaderamente ofrece, aspectos que se pretenden indagar en la práctica profesional de la psicología.
De este modo, podemos ver como se considera a la entrevista el principio más que la finalidad de la intervención en clínica. Si bien es real que la entrevista torna el inicio de un proceso, en la búsqueda de información se va adentrando más y más en los razonamientos y sentimientos de la persona. También es posible argumentar que esta entrevista inicial nunca termina, y que más bien se torna en una entrevista conversacional, en la que la finalidad deja de ser solo la obtención de información. En este sentido la finalidad de la entrevista a lo largo de la intervención es, además de conseguir datos relevantes, confirmar hipótesis y diseñar los procesos que se llevaran a cabo tras el análisis de la información obtenida, una forma útil y sencilla de mantener una dinámica conversacional a lo largo de un proceso de evaluación psicológica y llevado metologicamente, incluso de intervención. 
Desde este punto de vista podemos hablar de existe cierto menosprecio a lo que la entrevista puede ofrecernos dentro de la práctica profesional de la psicología clínica. Ahondando más, se podrían discutir las diferentes teorías, técnicas y estrategias, tanto para la evaluación como para la intervención o la psicoterapia. Sin embargo, estas nos ofrecen una perspectiva integral del proceso, lo que aquí intento es separar lo que a la entrevista se refiere en el marco de dichas teorías o técnicas de la evaluación y la intervención psicoterapéutica y psicológica.
Visto de otro modo, es semejante a tener un libro a la mano, en el que una simple ojeada no basta para recapitular lo más importante y destacado y la lectura de ciertos capítulos no ofrece la información necesaria respecto a ese libro. En este sentido, dependiendo de lo que queramos saber, nos es posible introducirnos mas en la lectura e incluso volver a realizarla para entenderlo más. Pero además, y es aquí donde entra lo enriquecedor del ejemplo, nos permite descubrir aspectos que, pese a no ser buscados, nos brindan información valiosísima e inesperada. De igual manera, una página, un capitulo o una sección del libro ya leída previamente al volver a ser abordada nos permite una revaloración y sobretodo una reinterpretación de lo que estamos leyendo basada en la principal lectura pero enriquecida con aspectos nuevos, inesperados y mas íntimos respecto a esa novela. Nos llegamos a encontrar en ocasiones abstraídos en lo que el autor pensaba y sentía al relatar la novela, rebasando un tanto la empatía hacia quien escribió eso, y viéndolo en perspectiva, entendiendo no solo el lugar que ocupa el autor, sino el lugar que ocupaban los sentimientos e ideas dentro del autor.
Respecto a esta metáfora, podemos encontrar como una entrevista ofrece una inmensa gama de posibilidades, y como se convierte en una entrevista abierta, después de ser estructurada o semiestructurada, en la que la técnica, es rebasada por sentido y la percepción. De este modo, podemos interceptar la información a través de abordarla con la persona, y descubrir nuevos aspectos, útiles e incentivadores para todo el proceso de análisis en el que se constituye la evaluación psicológica. El psicólogo se convierte en espectador, pero en un espectador activo, indagando e investigando en la dirección que él considera pertinente, y observando los caminos que nos presenta la persona, obteniendo de esto no solo la información sino el enriquecimiento de la perspectiva total de un paciente que, como persona, es un modelo único e irrepetible y que plantea nuevos retos y descubrimientos, y que estos a su vez son tan bastos que conforman una fuente prácticamente inagotable de recursos de información y análisis.
Por el otro lado, hablando de las limitaciones reales, también podemos decir que no se le da real importancia, y esto es principalmente por la imprevisibilidad de la variable, al factor humano. Elementos como la deseabilidad social, la transferencia, la empatía o el rechazo, además de los mecanismos de defensa o las disociaciones propias de estos que opacan la información proporcionada. Son factores para los que se han desarrollado técnicas y entrenamientos en los que se minimiza su efecto, pero que siguen siendo, en la mayoría de los casos, una barrera con la que se topa el psicólogo. Es, siguiendo la analogía, como si al intentar leer un capitulo de pronto y sin “razón aparente” la siguiente pagina no está, suponemos, contendría información relevante para el entendimiento del capítulo y por ende del libro. El reto que se le presenta al entrevistador es ahora, intentar inferir no tanto que es lo que contiene esa página, sino la razón por la que justo es esa y no otra la que no aparece. Relacionado a la entrevista, se pretendería inferir que causa que la persona oculte o evada la información, mintiendo o diciéndola incompleta, negando su ocurrencia o utilizando algún otro mecanismo de defensa. Mas allá de intentar entender que es lo que niega, oculta o cual es la verdad, entendiendo mas el porqué que el qué, lograremos si no leer la pagina que falta, si unir los cabos sueltos de tal manera que la información faltante no merme la información total e incluso, tal vez la enriquezca. Además claro de seguir los procesos correspondientes a una indagación más exhaustiva sin abandonar la labor de averiguar dicha información que ha causado conflicto.
Finalmente, como conclusión, es innegable la aportación, la utilidad y la finalidad que tiene la entrevista dentro del proceso psicológico y la intervención en la psicología clínica. Sin embargo, hemos de reconocer los vastos y amplios caminos que falta por recorrer, encontrando nuevas líneas de funciones que nos proporciona este simple y a la vez complejo proceso de entrevista, y la atrayente, fascinante y desafiante tarea de tomar parte como entrevistadores, así como en muchas otras áreas, la práctica de la Psicología Clínica permite toda una nueva serie de posibilidades, en cada uno de sus campos. Es por lo tanto labor de quienes la estudiamos y la ejercemos, ir develando estas nuevas opciones y las virtudes que de ellas se obtengan servirán para el mismo fin, común, de optimizar la Psicología, en su área clínica.
Fernando A. L.
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