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A manera de difusión, les compartimos las Obras Completas de S. Freud. En un compendio de 29 tomos y en formato PDF. Para ayudar a estudiantes de Psicología y carreras afines, o simplemente a quien quiere conocer la obra de Sigmund Freud, pionero en la Psicología y el Psicoanálisis, y uno de los pensadores más influyentes de inicios del siglo XX.
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DIFERENCIA ENTRE PSICOSIS Y NEUROSIS
NEUROSIS | PSICOSIS |
El yo sofoca la moción del ello (reprime) sometiéndose a la realidad. | El yo, al servicio del ello, se retira de un fragmento de la realidad (desmiente). |
Hay un hiperpotencia del influjo de la realidad. | Hay una hiperpotencia del ello. |
Se evita la realidad. | Hay pérdida de la realidad. |
La mera represión de la moción pulsional no constituye aún la neurosis dado que, si la represión es exitosa, no hay síntoma. | La desmentida del fragmento de la realidad ya es, en sí misma, patológica porque arranca al yo de la realidad. |
Si fracasa la represión en un segundo momento, entonces sí, aparece la neurosis y el nexo con la realidad se resiente, particularmente en el sector ligado a la frustración que moviliza la represión. | El segundo momento tiene el carácter de una reparación de la pérdida con una realidad nueva (a través de alucinaciones, delirios, espejismos del recuerdo). |
A partir de allí el segmento conflictivo de la realidad se evita. | El fragmento conflictivo de la realidad se rechaza pero luego se lo reconstruye activamente. |
No desmiente la realidad sino que la deforma o la evita. | Desmiente y procura sustituir la realidad. |
La angustia neurótica se produce por retorno de lo reprimido. | La angustia psicótica se produce por retorno de lo desmentido. |
El acento está en el segundo paso: el fracaso de la represión. Si la represión es exitosa no hay patología (aunque sí un incremento del gasto de energía disponible en el aparato). | El acento está en el primer paso que sí es patológico y genera enfermedad. |
La neurosis se apuntala en un fragmento de la realidad, distinto de aquel que lo frustra, prestándole un sentido secreto, particular y simbólico. | En la psicosis la nueva realidad reemplaza a la realidad anterior. |
Si el niño entra en esta fase encontrándose en un estadio EdÍpico también el inconsciente participara en una adquisición cultural, en la conquista del mundo exterior; el complejo de Edipo será progresiva y enteramente disociado y el tabú del incesto visiblemente integrado a la vida imaginaria.
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Por Fernando Arrieta L.
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Desde la perspectiva de Freud el duelo consiste en el proceso que se desata como reacción a una pérdida, ya sea esta de un ser amado o de una abstracción equivalente, es decir, puede ser desde la pérdida de un familiar hasta la de un concepto como el trabajo, la libertad o nuestros planes. La reacción es por si misma dolorosa y requiere un tiempo durante el cual seguirá un proceso en la cual se llevara a cabo una aceptación de la pérdida, como punto culminante del duelo. Freud habla de cerca de dos años.
En términos generales, tres son los ejes que se abordan en lo que se refiere a las etapas del duelo, el primero un acercamiento psicoanalítico dado por Freud, el segundo un acercamiento post freudiano dado por Lindermann y Schultz y el acercamiento desde la corriente evolutiva de la Dra. Kubler Ross.
Estos niveles se relacionan entre sí, y como en varios aspectos de la psicología pueden tender una red que nos permita entender mejor este proceso, finalidad que se persigue como objetivo central.
La primera etapa para Freud es el EXAMEN DE LA REALIDAD, en la que se da el primer acercamiento hacia el hecho real de la pérdida, se alinea con la primera etapa para Lindermann y Schultz, la negación, que funciona como un mecanismo defensivo natural, ante el sentimiento de tristeza ante la pérdida, poco a poco los momentos en los que se acepta la pérdida y los momentos en los que se le niega se van alternando y gradualmente comienzan a ser más los momentos en los que la ausencia del objeto se integra al nuevo esquema de la realidad. Este proceso de negación se empareja también con la teoría de Kubler Ross, quien la denomina como la primera etapa de cinco. A continuación, en esa misma teoría se presenta la ira, ante la aceptación de que el objeto se ha perdido ya, el mecanismo de defensa es la proyección, de eros y tánatos, de vida y muerte en otros objetos u abstracciones a las cuales se les culpa o recrimina de SER a diferencia del objeto que ya no ES, o de NO SER como tampoco el objeto ES.
En este paso se da pie a la siguiente etapa en las tres teorías, es decir la segunda para Freud, la aceptación de la pérdida, la segunda para Lindermannn y Schultz llamada fase aguda del duelo, y la segunda y tercera para Kubler Ross, la ira y la Negociación. En este punto lo que tienen en común las etapas, es el enojo ante los objetos sobre los que se proyectan las dos pulsiones mas básicas, eros y tánatos, y la tristeza ante una ya aceptada perdida de el objeto original, la sobrecarga de recuerdos y pensamientos sobre ese objeto da poco a poco la oportunidad de negociar o retrasar el efecto de la perdida mas ya no la perdida en si, el desligamiento libidinal del objeto es paulatino y mientras se da las actividades propias pierden interés, la carga psicológica esta dedicada al desligamiento de la relación objetal ambivalente con el objeto perdido, esto da pie a un proceso de identificación que permitirá que el duelo siga avanzando, hacia siguientes etapas.
Posteriormente, se entre en la tercera fase de Freud, la Identificación con el Objeto Perdido, y la depresión para Kubler Ross, sin avanzar aun a la última etapa para Lindermann y Schultz. En este punto la identificación permite una escisión al objeto perdido, quien sufrió la perdida comienza a ver elementos que lo perdido dejo en él, en este momento hay un reacomodo de la identidad del sujeto, y es un proceso que genera estados depresivos, sin embargo la identificación incluso para el mismo Freud no parecía ser el objetivo final de esta etapa, sino mas bien la posibilidad de que el sujeto tome una decisión de pasar a la siguiente, mas allá de la identificación se encuentra entonces la voluntad de identificarse o no con el objeto perdido, de vivir o seguir pese a la perdida o no, como punto crucial de esta etapa. Pareciera en ambos autores (Freud y Kubler) un momento en el que el duelo puede estancarse o avanzar.
Finalmente, se da gracias a la etapa anterior el paso a la etapa final en las tres teorías, Sustitución o Reconexión Objetal para Freud, Resolución del Duelo para Lindermann y Schultz y Aceptación para Kubler Ross. En esta etapa quien sufrió la perdida reconecta los cables sueltos por así decirlo, cargando los sentimientos y pulsiones hacia todos los puntos en los que repartió anteriormente al objeto, hacia si mismo con la identificación, hacia otros con la ira o hacia el mismo objeto con la identificación y la escisión objetal de las etapas anteriores. Al realizar esto el sujeto sustituye lo perdido con una idea, o una serie de ideas que le permitirán resolver la perdida y aceptarla ya integrada a su realidad como algo que le ha de provocar una identificación, y a través de la cual, como los cimientos de una ciudad nueva, tras las ruinas de la ciudad vieja, erigirá una restructuración de su ser reconectándose con la realidad, una realidad ya sin el objeto perdido.
El psicoanálisis, es, valga la expresión, un arte; y no lo es porque este basado en la cultura, en lo bello o lo sublime o porque provoque a nuestros sentidos una exaltación casi inconcebible.
Es un arte porque requiere seguir su desarrollo encuadrado en una disciplina, es un arte porque se vale de la creatividad y talento de quien lo practica; consiste en una responsabilidad mediante la cual las aptitudes y capacidades del artesano, o el artista por decirlo así, del psicoanalista, dan o no un resultado favorable. Siguiendo con la comparación la obra del artista cautiva o no.
El psicoanalista, como el artista, no se desarrolla en cualquier individuo, sin embargo, a diferencia del artista, no es necesario un talento innato, si bien ayudaría mucho de principio. El punto central del escrito en el que Freud nos habla del “psicoanalisis silvestre o salvaje” es precisamente éste, no cualquiera es capaz de entender y reproducir los conceptos del psicoanálisis. Es por tanto un arte del cual, el cultivo, conocimiento y maestría, forman parte esencial.
Queda claro que no se pueden dejar de lado partes fundamentales, si se psiconaliza, se hace de forma completa, concisa y efectiva. No se pueden tampoco dejar de seguir los parámetros de la terapia, se debe tener cuidado con lo que se le dice al paciente, y sobretodo, se debe conocer con certeza, todo el panorama que abarca este arte llamado psicoanálisis.
Cuando se piensa en la posibilidad de conseguir curar o superar una enfermedad de tipo neurótica, a través de su justificación en la somatización del paciente; como dice Freud, todo parece facilitarse de forma extraordinaria; sin embargo, es como si el paciente se plantease para sí mismo una razón que le deje tranquilo, basada en encontrar una causa al estado anímico respecto a las condiciones orgánicas; y a esa conclusión, cualquiera podría llegar, sin necesidad de médicos. Un origen psicológico respecto al origen orgánico, inhabilitaría la utilidad de la psicología. No podemos olvidar lo subjetivo, hacerlo sería perder esa parte exquisita, de la neurosis científica, en que no todo se basa en ver para creer.
De este modo el médico, no adrede claro está, puede perder el fin esencial de la terapia, y entre ello olvidar el propósito del psicoanálisis o peor aún el del psicoanalista también. Por el manejo que se da del caso, un médico puede desvirtuar la razón primera que ha causado el diagnóstico ya conocido; eso, claro está, si por fortuna se ha obtenido un diagnóstico adecuado y correctamente establecido. Después, podría dar una solución con varios detalles erróneos: el primero, ser innecesaria o no ajustable al padecimiento que se pretende erradicar, por ser éste equivocadamente diagnosticado; el segundo, dar una orden expresa, mediante la confianza de ser “el médico” y dictaminar cómo y por qué el paciente debe seguir su consejo para recuperarse. Y tercero y último, un arma de doble filo, decir al paciente con total honestidad, de forma tan directa, y en un momento tan pronto, sus padecimientos, qué los causa y dónde y por qué está el problema (a su criterio); porque o bien inclina al paciente a una negación indefinida (casi inevitablemente) o bien, en algunos casos, después del reniego del médico y de su dictamen, y de la represión de la enfermedad y la causa de ésta a nivel psicológico, el paciente tiende a aceptar y encaminar su conducta hacia ciertos parámetros que después de todo, conducen a la curación.
El psicoanálisis salvaje, es un arte no controlado aún, como su nombre lo dice, no ha sido domesticado por quien lo practica. Quien incurre en éste, sólo carece del conocimiento necesario, y por tanto (según Freud, y coincido) no debe ser considerado un criminal; si bien sus actos parecieran verdaderos ataque directos hacia lo que hoy en día, y en ese tiempo, se conocía como psicoanálisis; hacia su aplicación y método ya de por sí tan cuestionados. Sin embargo, este camino es el que parece tener que atravesar el psicoanálisis en su búsqueda de volverse doméstico, comprensible y practicable, ha avanzado, librando obstáculos, que le fortalecen y enriquecen. Con todo y por lo mientras, el psicoanálisis es un lujo que se adquiere, tras el reforzamiento de su conocimiento, y el ser psicoanalista sólo lo da el hecho puro y nato de domesticarlo para sí, y luego, para los demás.
Si esta ya dicho por Freud, es una verdad que como todo con el tiempo, se ha modificado, el Psicoanálisis comienza a ser menos salvaje, pero se cruzo la linea con demasiado ímpetu y se le domesticó en demasía, se vende ahora como un producto al mejor postor, parte de lo sublime en esta disciplina es la libertad con la que recorre de un lado a otro la psique del analista, y la psique del paciente; se le puso precio al arte, se le convirtió en un producto. Queda en los psicólogos con orientación psicoanalítica, y en todo aquel que se encuentre cautivado por este arte, volver a convertirlo en un servicio a disposición del cliente, y no en un producto que ha de pagar con elevado costo como si de un lujo se tratara.