ETAPAS DE DESARROLLO F. Dolto.

Por Cinthya Trejo Z.
ETAPA ANAL: (1 a 3 años)
En ésta el  90% de los intercambios con los adultos son a acera del alimento, del aprendizaje de la limpieza y control de esfínteres.
En el 2do año del bebé tendrá especial importancia la zona anal (sin destronar aun  por completo a la zona bucal); para entonces el niño ha alcanzado un mayor desarrollo neuromuscular y  la  libido provocará la retención lúdica de las heces y es en este momento de la vida del niño se pude dar el primer descubrimiento del placer autoerótico masoquista (debido a la progresión general del bolo fecal y su aparición en el recto que no son actos voluntarios y por tanto pueden dar paso a sensaciones sentidas pasivamente)
El aseo será realizado por la mamá del pequeño por lo tanto si  ella está, contenta del él, el  aseo transcurrirá en una ambiente agradable pero si ha ensuciado sus pañales será regañado y llorará. Sin embargo como ya vimos la zona anal ahora está cargada de libido y este aseo será por si solo placentero  por ello  el niño comenzará a sentir emociones contradictorias asociadas a su mamá, este será su primer descubrimiento de una situación de ambivalencia. Si el niño expulsa sus  heces cuando el adulto lo solicita se convierte en una forma de recompensa  del niño hacia su mamá,  si se rehúsa habrá desacuerdo con ella, entonces el  niño descubre la noción de su poder y  de su propiedad: sus heces. (Se da un descubrimiento de placer sádico).
Pero expulsar sus excrementos a horas fijas y  la  prohibición de jugar con ellos significa para él una renuncia y el niño renunciara a un placer pero a cambio de otro,  aquí la identificación es uno de esos placeres. Sin embargo  el modo de relación inaugurado en relación con las heces no puede desaparecer, siendo  preciso que el niño encuentre sustitutos sobre los que pueda desplazar sus afectos y así en ligar de jugar con sus excrementos traerá  consigo ciertos objetos que solo él puede manipular y jugar  y en lugar de jugar con sus heces lo hará con  el lodo y la suciedad debido a este desplazamiento , aquí la cuestión más o menos severa de los padres en cuestión de la limpieza en general favorece o entorpecerá el despliegue del niño y su adaptación a la vida social. 
En esta etapa el niño alcanza ahora un desarrollo neuromuscular muy satisfactorio que  le da la posibilidad de imitar al adulto no solo en sus palabras si no en todos sus gestos y se logra la identificación, si le complace molestar y golpear es porque ama al adulto. (La ambivalencia aparecida al final de la etapa oral se consolida). Aquí entra en papel de la educación y se tiene que habituar al niño a una disciplina social ya que  hasta entonces usa su agresividad muscular a capricho (pero habrá que reservarle horas pueda jugar tan brutal y ruidosamente de lo contrario se sentirá aplastado bajo el dominio sádico del adulto y la actividad ulterior quedará ligada en todos los dominios a una necesidad de castigo).
A la etapa anal se remite la formación de los caracteres que hallaron placer en conformarse a las nuevas exigencias que se les planteaban o por otro lado también se encontraran a los obstinados malhumorados, testarudos o al insoportable por su avidez de orden. Es a los componentes dominantes de la fase anal a  los que hay que imputar en el adulto los caracteres posesivos y mezquinos así como los componentes sádicos y masoquistas de este período explican las perversiones correspondientes en el adulto.
El objeto de amor que buscan las personas de este tipo caracterológico no es concretamente  heterosexual u homosexual,  lo que les importa  es volver a encontrar, la modalidad de las relaciones emocionales experimentadas frente al adulto, dominante y sobrestimado a la vez, de esa infancia pre-genital en la que el valor mágico del poder del educador o de la educadora se le imponía a él, corporalmente subyugado, aun en los casos en que su voluntad verbalmente expresada parecía oponerse. Aquí una homosexualidad latente e inconsciente  está implícita en la elección del objeto. 
El niño sobre un esquema dualista, derivado de la catexis anal («pasivo-activo») establecerá con lo  que  lo rodea toda una serie de conocimientos calificados por la relación de este objeto con el propio niño.
El niño dirige sus afectos (pulsiones agresivas destinadas al adulto) hacia objetos dando  a éstos una realidad subjetiva de manera que no aprehende la realidad objetiva sino según las repercusiones agradables o desagradables que ella tenga sobre su propia existencia. 
El tipo de pensamiento es esta etapa es un pensamiento caracterizado por mecanismos de identificación y de proyección: estas proyecciones se efectúan siempre  en el cuadro dualista inherente a la ambivalencia sadomasoquista de las relaciones objetales.





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