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LA LEY DE HERODES Y EL PENSAMIENTO MÁGICO

Ideologia del Mexicano

Por Fernando Arrieta L.

Tan conocida, y tan aplicada. Pareciera un concepto que se quiera o no, ya traemos todos integrado. La psicología social maneja muchos conceptos a través de los cuales explica la conducta del individuo cuando este se encuentra en una sociedad y una cultura. El ser humano es uno como individuo y otro como masa. Pero que pasa cuando no es la masa lo que afecta al individuo, sino al revés.
Muchos son los mecanismos de defensa que, como si fueran una mascara utilizamos al convivir con otros seres humanos, pero que hay de las cogniciones, que basadas en la racionalización y la intelectualización nos otorgan mascaras mejor realizadas, por asi decirlo, nos dejan menos descubierto. Las cogniciones, o ideas, en México adquieren un valor especial, son incluso reconocidas como sabiduría popular, refranes, dichos, palabras, que nos vuelven un pueblo y nos identifican como mexicanos. Muchos son buenos, nos permiten tantear terreno sobre la idea publica de lo correcto o lo incorrecto, de las consecuencias de las cosas o lo permisivo dentro de nuestra propia cultura, pero, y que pasa con los negativos, los que se vuelven un pretexto para actuar o dejar de hacerlo, que pasa cuando el individuo ocupa a la masa como pretexto para su propia desintegración, y cuando este individuo desintegra de a poco al resto de la masa.
Somos átomos de uranio provocando una reacción en cadena que puede hacer estallar esto que llamamos sociedad, y todo por qué, por una simple idea que nos “permite” ser de tal o cual manera, por una sola frase que nos prohíbe entender al otro, y entendernos a nosotros mismos. Pero ¿Qué mas da? Si, así es el mexicano en general, y así aplica para México, porque aquí en México aplica la ley de Herodes, o te chingas o te jodes.
Este dicho tiene sus orígenes en la narración cristiana sobre la ejecución que ordeno Herodes al saber que nacería un nuevo rey que podría poner en riesgo su gobierno. No encontré referencias históricas y no se, aunque lo dudo, si en México la frase tenga algo en relación a ello. Pero el principio y la idea básica es la misma, eliminar, atacar o actuar, arbitrariamente cuando no se sabe que hay que eliminar, atacar, o como hay que actuar. Dando como resultado una sola opción, o SÍ o SÍ.
Mi objetivo no es hablar de lo autoritaria que suena la frase, ni de que tanto o que tan alto en nuestro país se ha convertido más en una doctrina que en un mero dicho. Sino de por qué la hemos adoptado a tal grado que merma la convivencia social y el progreso de una sociedad que por donde se vea tiene el potencial pero no lo ha desarrollado.
Hay un punto central desde mi opinión para que esto se de, el pensamiento mágico, como característica del pensamiento social de México, en el que todo lo bueno y lo malo viene de afuera, de los otros, en el que no tenemos responsabilidad con nada ni con nadie, en el que somos simples espectadores de un show que nos tiene como protagonistas. Pisamos a los otros porque nos estorban y lo que pretendemos es subir a costa de lo que sea, no nos hacemos responsables de nuestros propios actos y culpamos a los demás, el gobierno tiene la culpa, el presidente, Estados Unidos, cualquier cosa que no represente tener que aceptar nuestros errores. Desde el momento en el que fuimos conquistados, el interés individual y el pensamiento mágico fueron nuestra perdición, Moctezuma II creyó que seria el “único” en ser salvado al aceptar en la gran Tenochtitlan al Dios Quetzalcoatl quien había prometido volver. Los fundamentos de nuestra cultura se encuentran en la religión cristiana, inculcada como método de opresión en nuestros antepasados, cuestión que incluso hoy en día vuelve la fe, un instrumento para actuar, y no el actuar un instrumento de la fe. Muchos son los ejemplos que se pueden mencionar, incluso en el ámbito deportivo, los triunfos son individuales, el deportista mexicano no sabe triunfar en grupo, se boicotean unos a otros.
Quiero recordar una metáfora que me conto un profesor de la Facultad de Psicología, el prof. German Álvarez Díaz de León, en una cubeta pusieron unos cangrejos, después de un tiempo cuando ninguno lograba salir de la cubeta se dieron cuenta de que cuando uno se esforzaba y comenzaba a trepar, los otros lo jalaban, lo detenían, como dato esos cangrejos eran mexicanos. El ejemplo nos ha tocado vivirlo a todos, y esto no es una critica contra los mexicanos ni mucho menos, es una petición para nosotros, para todos, para que modifiquemos ese esquema de comportamiento, para que cuando uno emerja le apoyemos y lo ayudemos a salir, para que veamos por el bien de los demás, con responsabilidad y sentido, y no solo por el nuestro, nuestros intereses son pocos cuando son individuales y muchos cuando son los de la sociedad, pero cuando entendamos que de verdad muchos de esos intereses son comunes, el esfuerzo se conseguirá dirigir hacia una misma dirección. Demos un giro a esto, evitemos el te chingas o te jodes, como dice la ley de Herodes, y demos opción al triunfo a la realización, pensemos en el otro, aceptemos nuestras responsabilidades, como ciudadanos, como padres, como familia, como amigos, compañeros, empleados, estudiantes y como mexicanos. El cambio no vendrá de un partido político ni mucho menos de un candidato (Cualquiera) creado y diseñado a partir de esa ley, el cambio debe de ser propio, de ideología, de pensamiento, la manera de ver el mundo y a nosotros mismos. Pensemos en que si a alguien o chingamos o jodemos, alguien estará tratando también de chingarnos o jodernos. Si a alguien apoyamos o ayudamos, alguien estará también tratando de apoyarnos o ayudarnos. Dejar de boicotearnos como mexicanos con cogniciones equivocadas. Dejar por fin, de regirnos por la ley de Herodes, ya que hasta  la fecha nos ha terminado chingando o jodiendo.
Hay mexicanos que lo han modificado ya, que piensan de distinta manera, es posible entonces, cambiar años de cultura y de ideología del mexicano, por una renovada ideología del individuo en la cultura mexicana, que suena parecido pero es muy diferente.
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