EL AFÁN NEUROTICO DE COMPETENCIA

 

EL AFÁN NEUROTICO DE COMPETENCIA

Por Fernando Arrieta L.

Basado en Karen Horney

                Una vez más cabe destacar las especificaciones que se deben tomar en cuenta para valorar en su justa dimensión el afán neurótico de competencia, ya que vivimos en una sociedad en donde el afán de competencia no solo es bien visto, sino que se llega a considerar “anormal” la falta de este, asociado a la falta de ambición. Principalmente y gracias al texto podemos hacer tres diferencias respecto al afán “normal” de competencia en comparación al afán neurótico de transferencia.
               La primera, es la característica del neurótico de valorarse en comparación con los demás, incluso si dicha comparación no cabe o es inadecuada. Comparándose con individuos que incluso no están en condiciones de ser rivales suyos y conformándose con ganar “por una cabeza” demeritando incluso la justa medida de su triunfo. No se debe confundir con la necesidad de “aplastar” ya que incluso la menor diferencia servirá para hacer demasiado evidente la derrota de los demás.
               La segunda, es la ambición del neurótico cuyo afán no solo es alcanzar más que los otros, sino ser el único que ha conseguido tales méritos. En este sentido se torna un pensamiento basado en la ambición, cuyo origen se desconoce por parte del neurótico, pero que juzgara como valido equivocadamente, intentara pues ser el más distinguido en varios terrenos acaparando más de lo que puede conseguir y justificando sus fracasos pobremente y emprendiéndose en nuevas tareas constantemente. Por la misma razón siempre son muy sensibles a los desengaños y a las críticas, estando demasiado “alerta” de cualquier demerito que podrían tener sus triunfos envistiéndolos en ese caso de fracasos.
               La tercera, es la hostilidad implícita, basada y alimentada no solo por la necesidad de superar a los demás, sino por un afán de destruirlos o dejar plasmada mediante la humillación, la superioridad del neurótico. Alimentado por la premiada “competencia destructiva” dentro de nuestra sociedad, el neurótico tratara no solo de ganar sino de perjudicar a los demás, incluso cuando dichas acciones le perjudiquen en sus propios intereses. Nuevamente basándose en la premisa “solo yo debo triunfar”. Curiosamente tras sus impulsos destructivos tendera a esconderse sobre la carga una intensa carga afectiva ya sea de angustia compensada con “remordimiento” o de hostilidad que generara grandes oleadas de ira.
               La autora nos plantea como ejemplos varias situaciones en las que el impulso de derrotar o frustrar los esfuerzos ajenos se observa, dos de ellos que cabe resaltar, actitudes frente a los padres encaminadas al fracaso propio por demostrar la incompetencia de estos. Y el contexto terapéutico en el que el neurótico tendera a autoboicotearse intentando demostrar con esto la poca utilidad de los procedimientos puestos en práctica por parte del terapeuta, incluso esta actitud carecerá de conciencia, pero muy en el fondo intentará por demás reusar cualquier logro conseguido en la terapia a causa del terapeuta, ya que implicaría la necesidad de agradecimiento para la cual no solo no está listo, sino que le representa una merma en la autoconfianza y un reconocimiento de que existe alguien “capaz” que podría superarlo.
               Como se ha mencionado antes estos impulsos de vencer a sus semejantes, entrañan para el neurótico una intensa angustia, ya que supone que los demás sentirán la derrota tan intensamente como el la sentiría, no quiere infligir a los demás la ofensa y el rencor por la derrota que el experimenta por el contrario, intentara justificar el “tener” que dañar a los demás. Sin embargo no renunciara a esta capacidad de destruir, ya que el humillar, explotar y engañar constituye para el neurótico un triunfo de su superioridad y una clara muestra de su éxito.
               Por otra parte las relaciones amorosa están “condenadas” por así decirlo, al fracaso, ya que estarán siempre unidos a las personas por la posibilidad que estas ofrecen de ser humilladas, rechazando siempre pero intentando alcanzarlas a quienes por su posición se encuentran arriba de ellos. El hombre entonces se sentirá avergonzado de la mujer que es tanto igual o peor que él, al igual que la mujer podría sentirse avergonzada de un hombre en las mismas condiciones.
               A través del despliegue de la sexualidad se combinara el afán de poderío con la subyugación del otro en el plano de la sexualidad y la represión intentando aislarse de mujeres u hombres que por su superioridad significarían personajes imposibles de alcanzar, de satisfacer y por tanto una constante recordatorio de inferioridad.
               Esta última característica, la inferioridad será ocultada por una clara hostilidad que sin embargo no será expresa abiertamente, ocultándola básicamente por dos formas.
               La primera, cambiar las actitudes despectivas o rebajantes por una actitud de admiración, que será susceptible incluso de expresar autentica valoración, pero por un lado la idolatría será hacia el triunfo no hacia el individuo, y sobre todo estarán  basados en el constante intento, con su respectiva carga de angustia, de ocultar los deseos destructivos contra la persona cuyo éxito o falta de éxito les confronta.
               Por otro lado, se puede reducir a un escepticismo claro, demeritando casi completamente los logros y éxitos de la otra persona, quejándose opuestamente de la falta de los mismos por no reconocerlos. Esta actitud se puede tornar en una agresividad más directa con ataques dirigidos hacia los intereses o la obra de la otra persona.
               En resumen, parafraseando a la autora, el amor  y/o la admiración pueden servir a modo de compensaciones para los impulsos agresivos acarreados por el afán neurótico de competencia, entendido casi como un afán de demostrar y de conseguir ser el único mejor que los demás.





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SEXUALIDAD EN LA NECESIDAD NEURÓTICA DE AFECTO

EL PAPEL DE LA SEXUALIDAD EN LA NECESIDAD NEURÓTICA DE AFECTO
Por Fernando Arrieta L.

 

Dentro de lo que podemos hablar que aporta la autora en este sentido, cabe resaltar la diferencia básica que plantea entre la importancia que Freud le da a la sexualidad en cuanto a motor que impulsa la búsqueda de afecto patológico, y la que de verdad tiene.
Principalmente la autora nos plantea que no se puede asegurar que en todas las ocasiones sea una libido insatisfecha la que alimente la necesidad de afecto en el neurótico, y viceversa, no siempre que se presente en un neurótico la búsqueda patológica de afecto esta se verá desligada por completo de la libido sexual, o más específicamente de la satisfacción o insatisfacción de la misma. Dicho de otro modo lo que nos proporciona la autora es la capacidad de discernir cuando está presente un componente libidinal en la necesidad neurótica que provoca la búsqueda de afecto, y cuando es esta misma necesidad la que provoca un componente hipo o hipersexual; y de hecho, a saber, cuando se presenta la necesidad neurótica de afecto sin ningún componente relacionado a la sexualidad, y cuando, en términos normales se ha de presentar la sexualidad individual desligada de cualquier atisbo de conducta neurótica por parte del sujeto.
Según el mecanismo dinámico de la neurosis que nos plantea el libro, puede la angustia generar la suficiente hostilidad como para que o el sujeto tienda a conseguir a través de la sexualidad el planteamiento de sus relaciones personales y tal vez, conseguir cariño. O puede la realidad sexual, o la dinámica de su sexualidad, provocar suficiente angustia como para generar en la persona la hostilidad necesaria para sentirse “necesitado” de afecto, y ya sea reforzar esta búsqueda con su sexualidad o creer que es a través de ella que busca el afecto.
Finalmente y me parece que un punto importante sería resaltar el hecho de que sin importar el orden, si es la búsqueda neurótica de afecto la que genera las características de comportamiento sexual, o si es el comportamiento sexual y sus cualidades las que generan y plantean el panorama para crear una necesidad patológica de afecto; lo trascendente es identificar la presencia o ausencia de conductas neuróticas ligadas cercana o distantemente a la conducta sexual.
También cabe destacar que los elementos neuróticos pueden verse reflejados en conductas que le den al terapeuta indicios para la designación de la presencia o no de características neuróticas en la conducta sexual del sujeto. La presencia de fantasías o comentarios más o menos erotizados dentro de la terapia podrían estar relacionados al despertar de la necesidad de afecto que se reclama al terapeuta por parte del paciente, nuevamente cabria identificar un componente neurótico en, por ejemplo, un deseo sexual reflejado en los sueños por parte de un paciente hacia su terapeuta del mismo sexo, sin confundirlo con tendencias identificadas homosexuales.
Por último, la autora nos habla  de tres grupos de individuos, en el primero de ellos, las personas que lo conforman se sienten inseguras, desprotegidas y descentradas cuando no tienen relaciones eróticas y no ven cercana la posibilidad de tenerlas. En el segundo, las personas son mas inhibidas y de verdad poseen escasas relaciones, pero tienen la necesidad de irradiar una atmosfera de intenso erotismo entre ellos y los demás como una defensa. Y finalmente el tercer grupo conformado por individuos en los que se presentan inhibiciones sexuales, pero que compensan con una enorme excitación sexual y compulsiones ligadas a generalizar en las demás personas los focos de su deseo sexual.





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LA NECESIDAD NEURÓTICA DE AFECTO

 

Basado en el Libro de K. Horney
Por Fernando Arrieta L.
Es fundamental la definición que se da a nivel cultural de las cuatro modalidades de afrontamiento de la angustia básica que desarrolla el neurótico. Nuevamente como se dijo en capítulos anteriores, la diferencia radica en si la conducta especifica es no solo aprobada sino requerida dentro de un marco referencial, dado por la cultura en la que el sujeto vive. Plantea de este modo que además las actitudes pueden ser similares y no se encuentra la neurosis en la realización o no de tal o cual actitud, sino en lo que provoca a la persona a conducirse de dicha manera; en el primer caso los motivos pueden ser variados, en el segundo siempre estarán relacionados con la angustia o con la hostilidad que esta provoca.
Parte de estas conductas mencionadas en la publicación La Estructura Básica de las Neurosis, son las encaminadas a obtener afecto y cariño de los demás, como medio para “olvidar” que se encuentra (el neurótico) solo y desprotegido en un mundo que le ataca y que es sumamente hostil. Intenta de este modo resguardarse en el afecto que alguien más le puede proporcionar como un medio de seguridad más que por el afecto por sí mismo. Es decir, como lo resume la autora al final del capítulo, que quien sea que se encuentre dominado por la angustia básica y como consecuencia de la misma requiera el cariño y el afecto de alguien más como un medio para protegerse, tiene muy pocas probabilidades de obtenerlo, ya que curiosamente se encuentra en una situación la cual la misma necesidad también impide la satisfacción de la misma.
También en este capítulo, se nos presenta la diferencia entre el amor o el afecto que se busca por el mero sentimiento y el amor o afecto que se busca como protección y en búsqueda de la seguridad no conseguida frente a la angustia. En este sentido mientras el amor no sería por sí mismo hostil, el afecto o amor buscado por el neurótico es hostil como medio de defensa, tal que el amor autentico permite y realiza críticas constructivas y pelea o lucha, desde el reconocimiento hasta la solicitud por sus intereses a partir del prójimo; por su parte el amor o afecto “neurótico”, realiza criticas como medio de conseguir la perfección y asegurarse así que el amor es real, pese a que esta misma realidad le provoca temor, asimismo realiza criticas basadas en la hostilidad y las actitudes defensivas ante un medio que no termina por entregarle afecto autentico desde su punto de vista, y las solicitudes que realiza tienden a ser impulsivas, indirectas y siempre provocando que el otro se acomode a la ventaja propia, prácticamente por la fuerza.
Me parece importante plantear aquí que el neurótico no está invalidado para recibir amor autentico, ni mucho menos para hacerlo reciproco, pero el amor autentico no sería o no podría ser reconocido como tal por el neurótico, y su reciprocidad seria respecto al amor que percibe, un amor dudoso, de una manera dada que el neurótico únicamente podría proporcionar un afecto receloso e inseguro, de ahí que dichos individuos crean que son incapaces de recibir afecto de los demás, y que piensen que dicha incapacidad radica en la indolencia de los otros más que en su incapacidad. A diferencia, la persona sana, es capaz de percibir el amor autentico, e incluso ante el falso, o el afecto conseguido por otros motivos, no recelaría del mundo en general, ni mucho menos generaría un nivel tal de angustia.
Finalmente dentro de las diferencias que nos enmarca entre lo que es amor y lo que no lo es, nos habla de lo que implica el que el neurótico busque exclusivamente la satisfacción de las necesidades personales sin importarle el prójimo, es de este modo una “inconsideración de la personalidad” del otro, de tal manera que las necesidades, deseos, desarrollo, defectos y virtudes de la otra persona quedan relegados a segundo término por ser además una persona que no importa lo suficiente más que para fines específicos. De este modo se genera una constante hostilidad ya que son naturales las inconsistencias, entre lo que debería satisfacer una necesidad y lo que no es capaz de proporcionar amor sincero, esta hostilidad podría poner fin a la relación de cariño y afecto que se había desarrollado por tomarla como “insostenible”, tal característica sería una muestra más de la existencia de cariño o afecto autentico.
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Comparación Conceptos de Neurosis (Horney-Aramoni)

Diferencia entre los conceptos de Neurosis que nos proporcionan en sus libros por un lado (izquierdo) Karen Horney y por otro (derecho) A. Aramoni.

Por Fernando A. López y Cinthya T. Z.

QUE ES LA NEUROSIS

     La neurosis es un trastorno psíquico   producido por temores, (la angustia)    por defensas levantadas contra ésta,  y por intentos de establecer soluciones      de compromiso entre las tendencias en conflicto. Sólo  conviene  llamar «neurosis»  a  este  trastorno  cuando      se aparta de la norma vigente en la cultura respectiva.

Para ella, la angustia es el factor que desencadena el proceso neurótico y lo mantiene en actividad.
Es una división de trabajo de la personalidad, de una lucha entre opuestos que incluso podrían funcionar como enemigos. Juega entre el control y descontrol de los sentimientos de angustia, de culpa, de inferioridad, inseguridad, sumisión, sadismo y masoquismo. Representa una mala integración de la persona que le vuelve incapaz de saber quién es o de hacer algo por saberlo, cuya angustia e inconsciente, le detienen, impotente, y le impiden desenvolverse “normalmente” ya que están en relación con aquello que permanece prácticamente ignorado por el individuo. En estos individuos, se encuentra el Yo, por una parte, y por otra el pseudo yo, al servicio de un Super yo instituido por ordenamientos e instrucciones autoritarias que por lo general son también, de índole irracional.
Neurosis de Carácter y Neurosis Situacional.

La primera originada desde la infancia    y cuyo motor principal es la angustia, como desencadenante de hostilidad reprimida, se observa como un comportamiento dinámico,    desintegrado y cíclico.
La segunda es originada a partir de     una situación o suceso en particular,   el motor en esta es la ocurrencia del movimiento de angustia “incontenible” respecto al suceso que fungirá como detonador de la neurosis.
No traducen una personalidad  neurótica,  sino sólo  una  momentánea  falta  de  adaptación  respecto  a  determinadas situaciones  dificultosas.
Aborda únicamente la perspectiva de una sola neurosis general, debida a esta enajenación del individuo.

















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ESTRUCTURA BÁSICA DE LAS NEUROSIS

Basado en el libro de Karen Horney La personalidad Neurotica de nuestro tiempo

Horney nos maneja ya una vez abordados los conceptos de angustia y de hostilidad, el origen, o el principio de las neurosis. O mejor dicho, respecto a cómo se maneja en el texto, los principios de la angustia que darían origen a una hostilidad reprimida, que a su vez generaría más angustia y así sucesivamente, desde momentos primitivos de la primera infancia.
Como se ha dicho antes, y como se maneja en la teoría freudiana, la infancia es la base cimentada de la vida adulta. Aún más específicamente las carencias o las virtudes desarrolladas en el entorno del niño y en el niño mismo darán como resultado una serie de elementos en la etapa adulta que corresponderán patológica o sanamente a las primeras experiencias del niño.
Dado esto, es factible observar como el niño comienza a experimentar dentro de las relaciones con los demás, el beneficio o perjuicio de sus necesidades las cuales están basadas en su deseos o pulsiones, y serán permitidas u obstaculizadas por su contacto primario con el mundo, es decir, sus padres. No se habla aquí de la prohibición o el “dar rienda suelta” a las pulsiones del niño, como mero detonante de la neurosis; es por el contrario un factor a considerar dentro de las raíces primigenias de los trastornos neuróticos, y es por lo tanto, importante más allá de la simple prohibición o de la permisividad, el modo en el que se da una u otra.



El niño es perceptible de afecto, y de la carencia de este, para él, puede ser una marca de afecto el que se le permita tal o cual cosa, pero si dicha condescendencia no va acompañada por una muestra sincera de afecto, pierde su validez y su importancia. De otro modo el que se le prohíba algo, puede no representar una frustración para él, más allá de lo controlable, si por el contrario la prohibición va acompañada de afecto, el niño no la percibirá como nociva. Luego entonces, la muestra de límites y modelos de comportamiento serán juzgadas por el niño a través de la conveniencia que de estas se desprenda, si van acompañadas de la mera frustración además del disgusto por siquiera pensar en no cumplirlas serán tomadas como nocivas y generaran a la postre angustia y hostilidad. Si van acompañadas de un resultado favorable, y de la aprobación como correcto funcionalmente, desligada del afecto que es de por si seguro y efectivo de parte de los padres, la situación se tomara como únicamente un medio de delimitación, y no generara sino una modelo propio de comportamiento libre, y del cual no dependa el afecto o no, de los demás.
Toda esta serie de elementos, conforman al final, el tipo de respuesta sobre el que se darán los comportamientos del niño. Sabiendo que son basados en el afecto, la respuesta dada será en torno a cómo vivencia el niño dicho afecto. Por lo mismo, cuando es confrontado entre sus deseos y las imposiciones genera rechazo y conflicto, en mayor o menor medida este será o podrá ser expresado a sus padres respecto a distintas consecuencias, según lo maneja el texto como “lemas”, el niño puede no expresar su descontento o desagrado respecto a la imposición de sus padres, por temor, por temor a perder el cariño, por temor a ser “un niño malo”, o por temor a que no se cumplan sus necesidades (afectivas o de supervivencia). El plano ideal, plantea que el niño pueda expresar prácticamente en su totalidad la hostilidad que se genera, casi tal y como se genera con ciertos lineamientos que no rebasen el desahogo de la misma. El plano real, plantea por desgracia que dicha hostilidad sucumbe ante las razones antes planteadas y que es reprimida, alcanzando niveles conflictivos para el sujeto y generando angustia. Este último planteamiento sería un elemento de origen para la neurosis del adulto, se insiste sin embargo en que no es el único.
 
Todo esto podría generar en el individuo una marcada desconfianza o actitud defensiva ya no solo ante sus padres sino ante los demás, y dos maneras de responder a dicha desconfianza. La primera compensándola, intentando ganarse la confianza y el favor de todos, generando las mismas conductas hiperadaptables, con la finalidad de conseguir el afecto o la aprobación tal cual ocurrió en su momento con sus padres, terminando a fin de cuentas por ser nuevamente relegadas las necesidades y deseos propios y generándose nueva hostilidad, con lo que el circulo neurótico se completa. La segunda reacción es admitiéndola, y consintiendo conductas de rechazo y desconfianza tales que le priven incluso de afectos sinceros y bien intencionados, sin desear ni reconocer e incluso sin aceptar ni el afecto ni la aprobación de los demás, por miedo a terminar relegando sus necesidades y deseos, sin prever que deja de por miedo una de las necesidades primarias, la de afecto.
De este modo el sujeto neurótico, cuyo mundo caótico le representa un entorno del que hay que desconfiar o al que hay que agradar casi a diario para que le permita subsistir en él. Terminará por generar alguno de los siguientes modelos, que le permitirán “atacar” tanto su rechazo y hostilidad hacia el mundo, como la angustia inherente a estas. Dichas respuestas a esta llamada “angustia básica”, serian: el cariño, buscando como se ha mencionado, el afecto de los otros, olvidamos el origen de la angustia y nos procuramos (a través de acceder a las necesidades y deseos de los otros antes que a los nuestros) el cariño y la aprobación de los demás. El poderío, el cual representa que si soy poderoso (por dinero, posesiones, capacidades, etc.) no me pueden hacer daño. La sumisión, ligada al cariño, representa la adaptación de las necesidades propias anteponiendo las ajenas por el simple hecho de “no resistencia” aunque con el inherente deseo de, cuando menos, conseguir cariño. Y finalmente, el aislamiento, es de los cuatro métodos el único que no afronta de alguna manera la angustia, se refiere como su nombre lo dice al alejamiento para evitar el riesgo de ser lastimado.



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