DATOS SOBRE EL SUICIDIO

Esta entrada no es una revisión teórica ni un análisis del tema. Sólo plantea ponerle números a una situación que embarga a la población mundial, con ciertas comparaciones que permitirán dimensionar el problema al que nos estamos enfrentando, y que en los últimos años ha tenido un incremento de casi el 60%.

“Cada suicidio es una tragedia que afecta a familias, comunidades y países y tiene efectos duraderos para los allegados del suicida. El suicidio se puede producir a cualquier edad, y en 2015 fue la segunda causa principal de defunción en el grupo etario de 15 a 29 años en todo el mundo.” (OMS, 2017).

Más de la tercera parte de los suicidios durante el año pasado ocurrieron en países de medio y bajo nivel de desarrollo. Ello significa que 3 de cada 4 suicidios se cometen en países donde los sistemas de prevención social y de atención a la salud suelen ser implementados de manera poco eficiente. Hay una merma además para el registro de los comportamientos suicidas a nivel gubernamental, ya que sólo el 60% de países cuenta con modelos de registro que permiten estimar las tasas reales de suicidio en el mundo.

Revisemos los números.

La cantidad de suicidios anuales (800 000), es equiparable a la población total de ciudades como Chihuahua (México), Valparaíso (Chile) y Hannover (Alemania).

Por cada suicidio de una mujer, se presentan cuatro de hombres. Cifra similar a la distribución que presenta el consumo y abuso del alcohol.

Cada día se suicidan alrededor de 3000 personas, esto es casi el doble de médicos egresados de la Facultad de Medicina de la UNAM en 2016. Y es el equivalente a la cantidad de víctimas del atentado terrorista del 11 de Septiembre de 2001 en Estados Unidos.

Unos de cada 20 intentos de suicidio se consuman, es decir que por cada 100 personas que intentan suicidarse 5 lo logran. La población mundial con asma sigue la misma distribución, 5 de cada 100 personas en el mundo sufren de asma.

La tasa de suicidio anual es de 16 por cada 100,000 personas, lo cual puede parecer poco es “apenas” el .016%, sin embargo, podemos verlo de este modo, sería como si 16 empleados del total de personas contratadas a nivel mundial por Google o Amazon se suicidarán. Supondría por ejemplo un conflicto importante y de dimensiones graves para la empresa.

Revisemos ahora los datos en México, según reportes del INEGI, en México anualmente suceden alrededor de 5000 suicidios, la misma cantidad de personas que fueron rescatadas del campo de concentración de Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial. Y siguiendo con la comparativa proporcional respecto a ciertas empresas, es el equivalente al total de empleados de FedEx México.

La proporción de suicidio en México entre hombres y mujeres sigue la norma mundial. En 2011 más de cuatro mil suicidios de hombres por poco más de 1000 suicidios de mujeres. La misma cantidad de personas que mueren al año por influenza en países como Argentina y España. Por su parte los más de mil suicidios femeninos representan el equivalente a muertes diarias por consumo de tabaco en toda América Latina.

Del total de suicidios aproximadamente 3 mil casos se presentaron en personas entre 10 y 34 años, esto equivale al aforo total del Teatro Metropolitan en la Ciudad de México.




3 de cada 4 personas que se suicidaron recurrieron al método del ahorcamiento, mientras que los “recursos” utilizados en segundo y tercer lugar fueron armas (disparos) y envenenamiento (con fármacos o sustancias tóxicas). Es decir que casi mil personas al año en México están decidiendo por una amplia serie de variables, tirar de un gatillo en contra de si mismos o consumir un fármaco o sustancia con el objetivo de terminar con su vida. La misma cantidad de personas que hicieron posible en conjunto con la NASA la transmisión televisiva de la llegada del hombre a la luna.

Por último, en México aproximadamente 280 personas intentaran quitarse la vida al día, consiguiéndolo 14. La cantidad de intentos de suicidio diarios es semejante a la cantidad de nacimientos por hora en el país.

Para el año 2012 y hasta el registro de 2015, la cifra de suicidios representa una de cada diez muertes por causas violentas (accidentes, asesinatos y delincuencia organizada). Lo que representa la misma tasa de mortalidad por tabaco, donde una de cada diez es a causa de la exposición al humo del mismo.

Con estas cifras, reflejadas en otros contextos, la intención de esta entrada es concientizar a la población de la incidencia real de un tema de salud tan delicado como lo es el suicidio.

Por ejemplo, al pensar que al ir a un concierto en el teatro Metropólitan de la Ciudad de México el aforo de ese día, la gente que disfruto el concierto, animada y feliz, equivale a la cantidad de personas menores de 34 años que decidirán quitarse la vida ese año.

Pensar que fue una fortuna para más de 5000 personas ser rescatadas del campo de concentración para judíos en el Holocausto, y que la misma cantidad de personas se quitarán la vida en un año en México.
Que una empresa, que ha trabajado tanto por el bienestar laboral como lo es Google, pudiera perder a 16 de sus empleados durante un año a causa del suicidio, y que mientras cerca de 300 niños nacen en una hora en el país, la misma cantidad de personas ese día tomo la decisión de suicidarse (aunque solo el 5% lo haya conseguido).
Si bien son casos puestos de manera teórica, es difícil que justo los 16 suicidios ocurran en la misma empresa o que sea la mitad de personas que asistieron a un evento ene l auditorio nacional, las mismas que decidan suicidarse en un año. Lo importante es acotar que el suicidio es un problema presente, tangible y prevenible, asumiendo que cada persona que conocemos, cada persona que conocimos o que conoceremos, e incluso nosotros mismos podemos pasar por una situación que lleve a considerar como una alternativa viable para un problema temporal al suicidio, aunque sea una opción radical y obviamente permanente.


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PERSPECTIVA DE LA CORRUPCIÓN

 LINK (Artículo completo)

Clotilde Sarrió – Terapia Gestalt Valencia
Alberto Soler Montagud – Psiquiatria Privada

La corrupción es un fenómeno lamentablemente en boga y frecuente en ciertos sectores de la política y el mundo empresarial y financiero. Podríamos definirla como una transgresión de las normas llevada a cabo de modo voluntario y con la con la intención de obtener beneficios personales.
Es una práctica sistemática en la que pervertir, depravar y sobornar se convierten en el modus operandi del corrupto en perjuicio de terceros y del interés colectivo de la ciudadanía.

Sociología de la corrupción

Hay una serie de factores que son inherentes a la corrupción tales como:

  • La tendencia a identificar el éxito con el dinero.
  • La prevalencia de la moral heterónoma sobre la moral autónoma. Consideramos moral autónoma la que incentiva a cumplir las leyes independientemente de premios o castigos, mientras que moral heterónoma es la que impele a cumplir las leyes sólo por miedo al castigo y no por un respeto interiorizado a las mismas.
  • La falta de conciencia por parte de la población de que los bienes públicos, que aseguran el bienestar social, se consiguen a través del esfuerzo de todos y deben ser respetados.
  • El acostumbramiento a la corrupción por parte de la población y a aceptar la misma como algo normal ante la aparente impunidad que exhiben quienes ostentan el poder y delinquen, circunstancia que les predispone a delinquir tal cual hacen los poderosos.

Todo ello contribuye a que los miembros de la sociedad interioricen una percepción subconsciente de que defraudar es algo lícito y aceptable.
Surge de este modo una tolerancia y benevolencia ante la corrupción así como una falta de conciencia y una desmotivación social para cumplir las leyes así como una predisposición a defraudar siempre que sea posible y se minimice el riesgo de ser descubierto.

 

Perfil psicológico del corrupto

Desde una perspectiva psicopatológica, el corrupto es un individuo que sistemáticamente ignora al “otro” y prescinde de los valores éticos, morales y cívicos que garantizan la equidad en la convivencia.
Su modus operandi responde a la satisfacción de ciertas pulsiones en beneficio de su ego.
Carecen de una moral autónoma y solo respetan la ley por el miedo a las sanciones, de tal modo que su ética sería similar a la de un niño de cinco años.
Otra singularidad del corrupto es su irresponsable sensación de invulnerabilidad. Creen que sus fechorías nunca serán descubiertas ni se juzgarán y, por tanto, nunca serán condenados.
Se sienten inmunes y descartan las consecuencias negativas inherentes a sus actuaciones, lo que les incentiva a ser temerarios, a jactarse de sus actividades ilícitas y a no dimitir de sus puestos cuando son descubiertos en sus delitos, por la obstinada y patológica negativa a reconocerlos.
El corrupto transgrede intencionadamente las normas movido por la ambición y por su obsesiva identificación del éxito con el dinero así como por su necesidad de un reconocimiento social que satisfaga a su ego.

Tipos de corruptos

Psicopatológicamente, podemos englobar a los corruptos en dos grandes grupos:

  • Corrupto narcisista. Están convencidos de que son superiores, se caracterizan por un patrón de grandiosidad, necesitan ser admirados y carecen de empatía para conectar emocionalmente con los demás.
  • Corrupto antisocial. Sienten necesidad de mostrar su superioridad, son manipuladores y explotadores, violan sistemáticamente los derechos del otro y son propensos a cometer actos delictivos. No aceptan la culpa de los delitos que cometen y, aunque quizás lleguen a sentir vergüenza al verse expuestos al escarnio público, nunca dan muestras de arrepentimiento.

Tratamiento del corrupto

Difícilmente podemos hablar de un tratamiento psicológico del corrupto ya que la corrupción no es una entidad patológica contemplada como tal por los manuales diagnósticos, sino una práctica delictiva llevada a cabo por ciertos individuos que suelen presentar unos trastornos psicológicos y de personalidad sobre los que sí que se podría intervenir psicoterapéuticamente.
La corrupción, en cierto modo, podría ser considerada como un síntoma o un rasgo mas de verdaderas patologías tales como el trastorno narcisista de la personalidad o el trastorno antisocial de personalidad, no obstante las particularidades varían significativamente de unos caso a otros.





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