TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS EN ADOLESCENTES

Actual generación de adolescentes, con mayor prevalencia en trastornos psiquiátricos

Los primeros hallazgos comparativos de la Encuesta de Salud Mental Adolescente que se realizó en el Distrito Federal y área conurbada “sugieren” que la generación actual de adolescentes tiene una mayor prevalencia de trastornos psiquiátricos que las generaciones anteriores en esta etapa de desarrollo.

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Bullying y Educación

Bullying impide el proceso de enseñanza: OCDE

Los resultados del Estudio Internacional sobre la Enseñanza y el Aprendizaje, TALIS por sus siglas en inglés, revelan que las condiciones de violencia y las agresiones entre estudiantes impiden el proceso de enseñanza por lo menos una vez a la semana en escuelas secundarias del país, mientras que al menos 10 por ciento de los maestros de ese nivel educativo indican que se presentan estos factores de agresión. 

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Catexias y contracatexias. (S. Freud)

 

COMPENDIO DE PSICOLOGÍA FREUDIANA
La dinámica de la personalidad


Por Cinthya H. Trejo Zámano

Catexias y contracatexias.
Las fuerzas impulsoras son las catexias y las controladoras las contracatexias. El ello solo tiene catexias mientras que el yo y el superyó también poseen contracatexias, el yo y el superyó se originan para contener las acciones imprudentes del ello. El yo y el superyó tienen sus fuerzas impulsoras propias.
El concepto de contracatexia se puede ver también como una frustración interna; mientras que la frustración externa no puede llegar al objeto meta, por razones sobre las cuales la persona no tiene dominio, es un estado de privación o de perdida, mientras que la frustración interna es un estado de inhibición interna. Freud observa que la frustración interna (contracatexia) no surge hasta que la externa le prepara el terreno, es decir, experimentar privación o pérdida ira antes de que pueda desarrollar controles internos. Si las fuerzas impulsoras son más fuertes que las controladoras, se llevara a cabo alguna acción o se hará consciente alguna idea, si las contracatexias superan en fuerza a las catexias se reprimirá la acción del pensamiento.
Por ejemplo, no recordar algo por que a la catexia de la huella mnémica se opone una resistencia o contracatexia, se dice entonces que tales recuerdos están reprimidos. Un recuerdo reprimido puede ser recordado reduciendo la fuerza de la contracatexia, o aumentando la de la catexia. Las contracatexias tienen el fin de proteger a la persona de la incomodidad y la ansiedad, la oposición de una contracatexia a una catexia, se llama conflicto interno o endopsiquico.
Todo proceso de la personalidad es regulado por la interaccion de las catexias y las contracatexias, a veces el equilibrio  entre ellas es tan marcado que un pequeño cambio en la proporción de la fuerza de la catexia respecto a la fuerza de la contracatexia significara una diferencia entre hacer y no hacer algo. Debido a estas fuerzas y su delicado equilibrio es extremadamente difícil predecir que hará una persona en una situación dada.
Consciencia e Inconsciente
En los primeros años del psicoanálisis el concepto de Freud, central en su teoría, era el inconsciente, este se convirtió en el ello, y la distinción estructural entre consciencia e inconsciente fue remplazada por la organización tripartita ello, yo y superyó. Mientras que la psicología del s. XIX se esforzó tratando de analizar la mente consciente, el psicoanálisis se ocupo de explorar la mente inconsciente. La psicología se convirtió en la ciencia de la conducta y el psicoanálisis en la ciencia de la personalidad.
La teoría psicoanalítica, conserva la consciencia y lo inconsciente como cualidad de los fenómenos mentales. El que un contenido mental sea consciente o no, depende de la magnitud de la energía, invertida en él, y en la intensidad de la fuerza de resistencia.
Las percepciones y los sentimientos son experiencias que le ocurren a una persona en el presente, los recuerdos y las ideas, por otra parte, son representaciones mentales de experiencias pasadas; para que las ideas o los recuerdos se hagan conscientes es necesario que se asocien con el lenguaje.
Freud diferencio entre dos cualidades de inconscientes. Lo preconsciente y el inconsciente propiamente dicho. Una idea o recuerdo preconscientes son los que pueden hacerse conscientes muy fácilmente, porque la resistencia es débil; un pensamiento o recuerdo inconscientes son más difíciles de hacerse conscientes por que la fuerza que se les opone es poderosa.
Como se requiere una concentración relativamente grande de energía para que un proceso mental adquiera, la cualidad de ser consciente, con tal fin, hay que desviar energía de otros procesos mentales.





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PREGUNTAS Y RESPUESTAS

NUEVA SECCION
PREGUNTAS Y RESPUESTAS

EN ESTA ENTRADA PUBLICADA CADA TRES DIAS EN NUESTRO BLOG PUEDES REALIZAR LAS PREGUNTAS QUE DESEES A TRAVES DE LOS COMENTARIOS.

LAS PREGUNTAS PUEDEN ESTAR RELACIONADAS A TEMAS COMO:

SALUD PSICOLÓGICA
SEXUALIDAD Y SALUD SEXUAL
SALUD EN LA PAREJA
SALUD LABORAL
CONVIVENCIA
DESARROLLO PERSONAL
SALUD FISICA (GRAL.)

POR FAVOR, NO DUDEN EN PREGUNTAR, ESTAREMOS DANDO RESPUESTA A SUS PREGUNTAS TAN PRONTAMENTE COMO NOS SEA POSIBLE EN ESTE MISMO MEDIO.

UN SALUDO.

ATTE.
EQUIPO DE CAPAS

CENTRO DE ATENCION PSICOLOGICA
«Expandiendo la Psicologia hasta ti»

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EL CRIMEN Y EL HOMBRE ANTISOCIAL

Por Fernando A. Lopez
Lo antisocial en el hombre, es decir el hombre antisocial, es un término que se refiere a las conductas que ya sea que trasgredan los derechos ajenos o se identifiquen como impropias para tal o cual contexto sociopolítico. Ya aquí se ve la semejanza con el término de delito, y de criminalidad antes planteados. Pero cabe la aclaración, muy puntual, de que si bien todos los hombres que cometen un delito son en principio antisociales por la naturaleza misma de su criminalidad, no todos los hombres antisociales delinquen, y muy posiblemente no haya una predisposición real para la comisión del delito.
          Con antisocial se hace hincapié en el prefijo “anti”, el cual ya da indicios de contradicción, son pues necesarios de definir los parámetros por así decirlo, sociales, para entender lo que no lo es. Aquí nuevamente entramos al contexto sociopolítico (cultural) y a la naturaleza psicológica del hombre, la cual marcara lo que, en su mayoría se ha de entender como antisocial, siendo en este campo donde se “desenvuelven”, una o varias de sus conductas son identificadas en este aspecto como antisociales, debiendo a eso la nomenclatura de hombre antisocial. Para hablar de un individuo que sale, del común general de la sociedad debemos también no solo nombrar las conductas sociales (o normales), sino lo que es sociedad; con implicaciones a nivel de interrelaciones, organizacionales y multifactoriales, podemos hablar de un sistema de relaciones y acciones, mas o menos objetivas que sucede entre unos individuos y otros, a través de un proceso denominado social, creadora de situaciones que se han de interpretar como acciones y reacción en las que cada elemento juega un factor activo y determinante.
          El análisis de estos elementos, es objeto de la sociología, sobretodo la naturaleza contradictoria y de resistencia en la que se envuelve cada sociedad, más allá de la supervivencia. Es decir siguiendo esta línea que lo antisocial, seria cualquier conducta que se anteponga al interés ajeno, pero si, suponiendo el interés ajeno es negativo para la sociedad, por ejemplo un dictador, conductas antisociales no podrían ser igual  negativas, podemos hablar de una contribución que dadas ciertas circunstancias y la persecución de fines “nobles” permiten positivamente de lo antisocial.
          Que define entonces a la conducta antisocial como negativa, a priori su penalización por el código y el marco jurídico vigentes. Al hablar de trasgresión, estamos hablando del rebase de los límites que deben respetarse, es la trasgresión de una norma, el delito por otra parte se refiere a algo que va mejor dicho no solo a rebasar sino a contrarias las necesidades, intereses y fines ajenos establecidos ya  por la normativa sociocultural o individual, esto es, que de manera abierta las modalidades de la criminalidad referirán a una trasgresión que no será siempre en el marco jurídico, se hablaría aquí de una conducta antisocial no penada, la cual no por eso deja de serlo. Teniendo estas conclusiones, luego tenemos la perspectiva completa mucho más delimitada de lo que es el hombre antisocial, nuevamente todo delincuente es antisocial, pero no todo hombre antisocial es delincuente, este hombre caerá en ocasiones además en cometer una conducta fuera de los lineamientos penales (trasgrede) y es entonces, un hombre delincuente.
          Para referirlo ya por ultimo en toda su extensión, apuntamos:
          “[…] delincuente u hombre que delinque es el que trasgrede las disposiciones de carácter penal. Es un hombre antisocial”.
          El hombre antisocial, es un ser ubicado dentro de una sociedad que promoviendo la estabilidad y la mejoría y solidaridad humana, ha de atender no solo al hombre antisocial, sino al hombre antisocial delincuente. A través de la psicología, se averigua por ejemplo lo que induce al sujeto a la conducta antisocial, es decir a delinquir, cual es el significado que tiene de dicha conducta, de castigo y de impunidad; de esta manera su análisis permitirá una ubicación realista en el continuo conformado por ambiente, familia, cultura, estructuras (social, educacional e individual), etc. Esta configuración es particular, su estudio se generaliza más y más cada vez, pero su atención debe ser por tanto más individual cada vez. Lo que queda claro es que no solo es importante definir (para la criminología) quien, como y en qué sentido es que el hombre delinque, sino luego, ya identificado que se hará con él. No existe una personalidad del delincuente, se habla así de una personalidad de cada uno de los delincuentes, cuyas características semejantes son importantes para delimitar el fenómeno de la criminalidad, pero las características particulares son también trascendentales para esta delimitación, ha pues, de hacerse un análisis de caso individual en cada delincuente que lleve así mismo a su atención.
          Al hablar de normalidad y lo social, como extremos opuestos, conductuales y conceptuales de quien delinque, identificamos lo anormal y lo antisocial, lo cual va de la mano de trastornos psicológicos, llamados psicopatologías los cuales son un marco de referencia sobre la conducta delictiva, alimentada por ejemplo por la conducta agresiva (psicopatológica), o las vivencias frustrantes a partir de las necesidades también psicopatológicas del individuo.
          En termino de psicopatología, la conducta delictiva sirve al propósito de reducir tensiones, esta conducta será contrario al estímulo real, y será proporcional a la percepción de dicho estimulo. Es decir el sujeto tendera a responder de manera equivalente a la percepción de riesgo, amenaza o desestructuración que identifique quien delinque. La conducta delictiva se da frente al estímulo y no “por” este. En un momento dado aparece como la respuesta adecuada y en muchos casos como la única respuesta identificada para mantener un equilibrio que como se ha dicho arriba se percibe amenazado o en desestructuración. La conducta delictiva no es una enfermedad, es el síntoma de una enfermedad, psicológica a priori enraizada en elementos de la personalidad.
          Si bien entonces el delito no es la enfermedad quien delinque se puede decir que sí está enfermo. La diferencia básica se encuentra en la represión de las conductas que han de enmarcarse como antisociales que el hombre “normal” y “sano” consigue evitar, mientras que el no cometer dichas conductas es a tal grado un peligro para el hombre antisocial, que no las “puede” evitar, sin que esto reduzca la actividad y la culpabilidad.
          Es así que las experiencias, el ambiente y el contexto social e histórico han de promover o limitar la conducta delictiva aun en el hombre enfermo. Aquí, la familia por ejemplo y las actividades propias dentro y fuera (pero influidas por ella), posiblemente no promuevan el delito, pero si determina su naturaleza. La carencia afectiva reducirá por ejemplo el marco de la conducta delictiva a una característica, a priori, la privación, que tratara de ser subsanada a través de posibles conductas antisociales. Lo mismo pasa con referentes como la agresión, la falta o inadecuación de la identidad, y los mecanismos que se han desarrollado en la convivencia y supervivencia del individuo. Hablamos entonces de un desarrollo psicosocial que dará elementos nuevamente a la criminología para el estudio del hombre en extensión subjetiva, antisocial, enfermo que delinque. Las condiciones que merman la comisión del delito se relacionan así, ya no solo con lo social, sino con lo psicológico, volviendo necesario el estudio como entes dinámicos (cambiantes) de la personalidad y la sociedad.
          Cuál es entonces, en términos de Derecho penal, la diferencia entre el hombre antisocial y el hombre delincuente. Radica ésta en el tipo de conducta que realiza, ambos realizaran una conducta fuera de lo establecido “normalmente” pero solo uno, quien delinque, realizara dicha conducta trasgrediendo lo establecido legalmente, con consecuencias especificadas dentro del código penal, acatadas por un marco jurídico que es referencia para cualquier individuo, antisocial o no. Luego, ya el conflicto radicaría no en si es antisocial el delincuente, ni si su comportamiento fue una conducta criminal, sino más bien, cuales conductas se encuentran identificadas ahí, en lo ilegal.





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CRISIS E INTERVENCIÓN EN CRISIS

 

(Primeros auxilios Psicologicos)

Por Cinthya Trejo Z. y Fernando Arrieta L.
 
Para conceptuar este término pudiéramos definirlo como un estado temporal de trastorno y desorganización, caracterizado principalmente por una incapacidad del sujeto para manejar situaciones particulares, con la imposibilidad de utilizar métodos acostumbrados para la solución de problemas, y obtener un resultado radicalmente positivo o negativo.
Una persona que atraviesa por un estado de crisis se encuentra en una etapa radicalmente importante para poder o no continuar el curso de su vida. No importa qué tipo de crisis sea, el evento es emocionalmente significativo e implica un cambio radical en su vida. El individuo enfrenta un problema ante el cual sus recursos de adaptación (funcionales previamente o no), así como sus mecanismos de defensa usuales no funcionan o no son suficientes. El problema rebasa sus capacidades de resolución y por lo mismo se encuentra en franco desequilibrio. Como resultado de todo esto la persona experimenta una mayor tensión y ansiedad, lo cual la inhabilita aún más para encontrar una solución, generando una suerte de ciclo en el cual la persona inmersa es abrumada cada vez más.
Las crisis generalmente se producen por el surgimiento de dificultades en la propia evolución de la familia, del trabajo, de la pareja, de los amigos, o de la comunidad del individuo, las que implican trabas en la reorganización de las pautas personales frente a cambios en equilibro que existente o no, era percibido como tal por el sujeto.
La intervención llevada a cabo por los profesionales de la Salud Mental, puede ofrecer una ayuda inmediata para aquellas personas que atraviesan por una crisis y necesitan restablecer su equilibrio emocional. La intervención terapéutica resulta tan atingente como la de un paramédico cuando procede a proporcionar soporte de vida a un herido de gravedad.
Los métodos por los cuales se auxilian a las víctimas de una crisis a lograr su recuperación son conocidos genéricamente como técnicas de intervención en crisis, y generalmente se enmarcan hacia uno de los grandes grupos de intervención psicológica, Cognitivo Conductual, Humanista, Gestalt y más recientemente la Terapia Racional Emotiva, todas tienen en común un par de propósitos esenciales:
a) Restablecer la capacidad del individuo para afrontar las situaciones de estrés en las que se encuentra.
b) Proveer asistencia a estos individuos para reordenar y reorganizar su mundo social destruido.
¿Cuáles podrían ser los principios de una intervención en crisis?
  • Oportunidad: La terapia breve de urgencia con tiempo limitado, es el tratamiento que se elige en situaciones de crisis; el proceso de ayuda para que las personas puedan recuperar el equilibrio después del incidente puede tomar en promedio de 1 a 6 semanas. Puesto que la experiencia de crisis es un periodo de alto riesgo tanto para la persona como para su familia, se requiere que la ayuda esté disponible de modo inmediato y en una ubicación de fácil acceso. El énfasis en la oportunidad se calcula para reducir el peligro y, al mismo tiempo, para capitalizar la motivación del paciente para hallar un nuevo planteamiento para enfrentarse con las circunstancias de la vida.
  • Metas: Ayudar a la persona a recuperar un nivel de funcionamiento equilibrado que tenía antes del incidente que precipitó la crisis o potencialmente creativo que le permita superar el momento crítico.
  • Valoración: Es importante que la valoración abarque tanto la fortaleza como la debilidad de cada una de los sistemas implicados en la crisis. La información acerca de qué está vulnerable en la vida de una persona se complementa con la información acerca de qué es aún funcional. Las fuerzas y recursos sociales pueden y deben utilizarse para ayudar a una persona a arreglárselas con la crisis. (En este acápite se hace imprescindible tener en cuenta el Perfil CASIC: Conductual, Afectiva, Somática, Interpersonal y Cognitiva)

Existen otros enfoques útiles para el abordaje del trauma y  las crisis emocionales con distintos matices, por ejemplo: los primeros auxilios emocionales y la psicoterapia breve, intensiva y de urgencia.
INTERVENCIÓN EN CRISIS: PRIMEROS AUXILIOS PSICOLÓGICOS

Los cinco componentes de los primeros auxilios emocionales, se enlistan a continuación:

  1. Realización del contacto psicológico: Se define este primer contacto como empatía o «sintonización» con los sentimientos de una persona durante una crisis. La tarea primaria es escuchar cómo la persona en crisis visualiza la situación y se comunica cualquiera que sea el entendimiento que surja. Así mismo, se debe invitar a la persona a hablar, escuchar con atención lo que paso y la reacción de la persona ante el acontecimiento es importante, establecer lineamientos reflexivos, y así cuando los sentimientos están presentes de manera obvia desarrollar un breve perfil del usuario, de su situación y de como la percibe. Existen varios objetivos para la realización del primer contacto psicológico, el primero es que la persona sienta que la escuchan, aceptan, entienden y apoyan, lo que a su vez conduce a una disminución en la intensidad de la ansiedad; el contacto psicológico sirve para reducir el dolor de estar solo durante una crisis, pero en realidad se dirige a algo más que esto.
  2. Analizar las dimensiones del problema: La indagación se enfoca a tres áreas: pasado inmediato, presente y futuro inmediato. El pasado inmediato remite a los acontecimientos que condujeron al estado de crisis. La indagación acerca de la situación presente implica las preguntas de «quién, qué, dónde, cuándo, cómo»; se requiere saber quién está implicado, qué pasó, cuando, etc. El futuro inmediato se enfoca hacia cuáles son las eventuales dificultades para la persona.
  3. Sondear las posibles soluciones: Se refiere a identificación de un rango de soluciones alternativas tanto para las necesidades inmediatas como para las que pueden dejarse para después, identificadas de manera previa, se debe indagar sobre las soluciones propuestas por el usuario, sean factibles o no y poco a poco sugerir alternativas. Se lleva a la persona en crisis a generar alternativas, seguidas de otras posibilidades. Una segunda cuestión es la importancia de analizar los obstáculos para la ejecución de un plan en particular, hacérselo ver como ajustes necesarios al usuario y no como la razón de claudicar.
  4. Asistir en la ejecución de pasos concretos: Involucra ayudar a la persona a ejecutar alguna acción concreta, el objetivo es en realidad muy limitado: no es más que dar el mejor paso próximo, dada la situación. El interventor tomará una actitud facilitadora o directiva en la ayuda al paciente para tratar con la crisis.
Seguimientos para verificar el progreso. Implica el extraer información y establecer un procedimientoque permite el seguimiento para verificar el progreso. El seguimiento puede suceder mediante un encuentro cara a cara o por teléfono. El objetivo es ante todo completar el circuito de retroalimentación, o determinar si se lograron o no las metas de los primeros auxilios psicológicos: el suministro de apoyo, reducción de la mortalidad y cumplimiento del enlace con fuentes de apoyo, se manejan como el encuadre que ha de ser un seguimiento voluntario por parte del usuario, de aproximadamente 6 u 8 sesiones más.
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SENTIMIENTOS NEURÓTICOS DE CULPABILIDAD

SENTIMIENTOS NEURÓTICOS DE CULPABILIDAD
Basado en K. Horney
 
Por Cinthya Trejo Z,
Los  sentimientos  de  culpabilidad  también juegan un papel importante en la personalidad del sujeto neurótico a tal grado que muchas de sus actitudes (una vez más como en otras necesidades neuróticas) se rigen por estos sentimiento que en ocasiones son tendencias que vienen desde la niñez de acuerdo a las condiciones  y medio ambiente en el que se desarrolla la persona y como ya sabemos los cambios positivos y un ambiente más agradables por así llamarlo ayudaran a modificar estas tendencias neuróticas sin embargo en muchas ocasiones solo se verá la evolución de esta.
 El sujeto con sentimientos de culpabilidad regularmente cree que debe sufrir justificándolo con el hecho de la creencia de que no vale y de que no merece más que lo que esta destino, que en su pensamiento se traduce a un destino de sufrimiento no a uno positivo. La mayoría de las veces  se sienten culpables (insiste es que es culpable) ante cualquier causa y asumen siempre  una condición  de autoacusación.
Autoacusaciones  que generalmente se acompañan de la fantasía y/o son exageraciones (traen consigo elemento irracionales) del sujeto el cual también se caracteriza por  intentar justificarse  ante  sí  mismo  y  ante  los  demás.
Al tener estos sentimientos de culpabilidad el sujeto neurótico tendrá un temor neurótico de  ser   desenmascarado o criticado, por ello se da una compulsión que se ve muy a menudo en sujetos neuróticos la cual implica tener el control y la perfección de todo lo que se hace o dice e incluso de lo que no se hace o dice es decir una compulsión a la perfección. Por ello pese a que esto parezca contradictorio se llegan a sentir  “mejor” al pasar por una situación complicada o un evento desfavorable, el sujeto sufre  tan poderosos sentimientos de culpabilidad que tiende al castigo como paliativo para estos sentimientos tan fuertes.       
Cabe mencionar que las autoacusaciones no constituyen siempre y estrictamente expresiones  de  culpabilidad ya que inconsciente el sujeto pese a lo que pregona no se convence por completo  de ser una persona inútil e indigna. Ya que pregona su indignidad e inferioridad pero abriga  y  denota  grandes  exigencias  de atención  y  admiración,  adoptando  aunado a esto una hipersensibilidad a la crítica por mínima que sea ya que implica no ser perfecto; en la mayoría de los casos el sujeto puede confundir   su   actitud   autoacusadora   con   una   sana   posición   crítica respecto  de  sí  mismo. 

 CULPABILIDAD

Pero como en muchos casos como en las acciones con tintes sexuales muchas veces son expresiones de protección contra la angustia en  los  sentimientos  de culpabilidad,  veremos que  muchos  que  parezcan   serlo;  son también expresiones de la angustia o de la defensa contra ella, la angustia es tan grande que se ve impulsado  a  disfrazarla con sentimientos de culpabilidad.
Pero en general y como dice el texto de manera literal cabe destacar que “todas sus aprensiones tienen un rasgo común: están vinculadas en un sentido determinado,  que  a  grandes  trazos  podemos  calificar  como  miedo  a  la reprobación  o,  si  éste  llega  a  trocarse  en  un  convencimiento,  como miedo a ser desenmascarado”.
En este tipo de sujetos se da un temor excesivo a  la  reprobación, hipersensibilidad  a  los  reproches y como ya lo dijimos también a las críticas por miedo a quedar “desnudos” metafóricamente hablando  ante las demás personas, es decir temen ser desenmascarados.
El neurótico depende de la opinión de los demás e incluso llega a internalizarlo confundiendo  su propia percepción u opinión de las cosas con la de los que los rodean, en estos casos los sentimientos de culpa no son sino el efecto del temor a la reprobación de los demás y la suya propia. Este temo a la reprobación puede manifestarse  de varias maneras
El sujeto teme que los otros  se den cuenta  de lo que esconde este miedo viene entonces de lo que el reprime o inhibe es decir su neurosis y los sentimiento que con ella vienen y lo que muestra al mundo exterior, trata de que nadie note toda la agresión que trae consigo. Así como también trata a toda costa de ocultar su debilidad, inseguridad e  indefensión.
las  autoacusaciones cumplen una doble finalidad de que los demás reconforten al sujeto y a la vez que el mismo lo haga y que se pueda confundir las situaciones concretas, es decir no solo resguardan  del  miedo  a  la  reprobación; también  incitan  a  reconfortar  al  sujeto, le brindan cierto alivio al sujeto. Aunado a esto también de impiden a la persona pensar en la necesidad  de  modificarse.
Otra táctica que usa el sujeto neurótico para protegerse de la reprobación, es el de refugiarse en la ignorancia, la enfermedad y   la   indefensión.   Asumiendo una actitud infantil o que simplemente adopten una donde no toman en serio sus sentimientos, o son “victimas” de  enfermedades  encaminadas a igual meta las pueden  servir  como  vías  de  escape respecto  de  las  dificultades  de  la  vida  práctica y  la más común y casi siempre obvia usar la máscara de la victimización, lo cual permite al  neurótico  no  sólo  rechazar todas las acusaciones, sino, culpar a los demás.
También podemos observar que para el sujeto neurótico la intelectualización es un arma de defensa así como notamos que las autoacusaciones  también  pueden  servir  para  evitar acusar  a  los demás, ya que tienden y les es más fácil echarse la culpa a ellos mismos. 
Casi siempre estas inhibiciones tienen raíz en el pasado de la persona como la lo dijimos al inicio. Pero muchas acusaciones pueden darse ya en forma no tan abierta y en otras ocasiones incluso abierta y agresiva, pueden expresarse bajo la forma de la desesperación o cuando  el  neurótico  siente  que  nada perderá  con  ellas, es decir no teme perder el cariño ajeno por ejemplo o piensa que es la mejor opción y que sería mejor eso a ser descubierto es por ello que a veces se dan en forma de ataque cuando se sienten indefensos y agredidos como a punto de ser desenmascarados, sin embargo siempre habrá la expectativa en ellos de   que entenderán  su  desesperación  y  por  consiguiente  podrán  perdonarle.
Una manera que usan los neuróticos para hacer acusaciones pasivamente por así decirlo o mejor empleado de manera encubierta seria apelar al sufrimiento, el sujeto  expresa  las acusaciones, pensando que el sufrimiento las justificada. (“Cuanto mayor   sea   la  inhibición   de   expresar   acusaciones,   tanto   menos demostrativo  será  el  sufrimiento”), 
El sujeto neurótico oscila en estos casos  entre  acusaciones hacia los demás  y  autoacusaciones; manteniendo así una tendencia al autocastigo y un sufrimiento subyacente como en todo neurótico;  cabe destacar que cuando  un  neurótico  se  culpa y evidencia sentimientos  de  culpabilidad  cumple ciertas  funciones  las son la  expresión de su temor a ser reprobado; defensa contra este temor; defensa contra el impulso de acusar a los demás.





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EL ABANDONO DE LA COMPETENCIA

 

 Basado en K. Horney

Por Fernando Arrieta L.
             En este capítulo la autora nos plantea una propuesta diametralmente opuesta y contradictoria, tal como es la naturaleza del neurótico, a la propuesta del capítulo anterior. En este texto, nos habla acerca del abandono de la competencia, situación en la cual “cae” el neurótico por persecución de un bien mayor, tendencia que coincide con las ya mencionadas de “preferir” renunciar o evitar en este caso la competencia, por conseguir que reduzca la angustia y la consecuente hostilidad, que generaría en todo caso el fracaso y el éxito, únicos dos resultados de adentrarse en el afán de competencia.
               Desglosando un poco más estos puntos encontramos por ejemplo, que la fuerza que alimenta el renunciamiento o el abandono de cualquier situación o actividad, pero incluso actitudes que representen algún tipo de competencia, está caracterizada porque ante la competencia se ponen en juego las capacidades y vulnerabilidades propias, y demasiada capacidad ligada neuróticamente al éxito o la probabilidad de este, así como demasiada vulnerabilidad ligada neuróticamente al fracaso o a la probabilidad de este, significa exponerse a la burla, a la envidia, o en resumidas cuentas a la hostilidad de las demás personas lo cual, a priori, y nuevamente afectando al pensamiento neurótico, merma la consecución del afán de afecto, o dicho de otro modo, es imposible que siendo admirado y envidiado por los éxitos o rechazado y víctima de burla por los fracasos, se consiga que las demás personas otorguen a la par afecto, apoyo, comprensión o cariño.
               Este saber, en el que cae el neurótico de que su propia lucha por conseguir éxitos y el riesgo intrínseco de fracasar, le promueve a rechazar los intentos que lo ponen ante tal situación, perdiendo el bien primario de la ambición y la competencia por el bien mayor del afecto suponiendo que al ser una persona “nulificada” conseguirá adaptarse a las exigencias de los demás de tal modo que pueda ser susceptible de sus afectos.
               Desafortunadamente esta renuncia no es tan sencilla, al estar alimentada por la tendencia paranoica de creer que los demás saben, al igual que el neurótico, que su competencia no es leal y se basa en ser el “único mejor” además de la intención de infligir prácticamente todo el daño posible y posteriormente humillar con su victoria, será siempre alimentada por el temor, o mejor dicho por el miedo a la reacción, que sería de rechazo, de los demás.
               De esta manera en la renuncia va implícita una gran carga de hostilidad, que nuevamente al dejarse a un lado por el bien mayor de la consecusion en la necesidad neurótica de afecto, causara angustia, relegando a un ser ya prácticamente sin opciones de “salida” a una posición que como se ha dicho antes se caracteriza por la pasividad y ha de convertir al neurótico en una persona prácticamente nula.
               Finalmente y como comentario tangencial a la idea antes plasmada, este neurótico reducido casi a nada por elementos autoinflingidos y culpas autoreprochadas, terminara por estructurar varios “intentos” en su afán de no renunciar a lo que le queda, el mismo. De ahí, que el afán de grandeza, que dista del afán normal y del psicótico por situarse justo entre estos dos, terminara por conformarse como una defensa a la, ahora clara, inferioridad y vulnerabilidad del neurótico, será entonces una persona capaz, superior y que no compite ya que no es necesario y no por incapacidad, ya no debe mostrar nada porque simple y sencillamente ha conseguido “ser el único mejor”. Sin embargo constantes realidades le demostraran su equivocación y sumirán aún más en una realidad cuyo contexto lo vuelve un “fracasado” quien nuevamente ha de temer perder por no ser valioso para ello, el afecto y el cariño de los demás.
               Nuevamente aquí, como en tantas otras características de la neurosis no solo se refleja la contradicción implícita entre la necesidad de competencia que choca y que encarcela al neurótico entre con su necesidad de afecto; de igual manera se esboza el circulo vicioso intrínseco en todo el proceso dinámico, a veces más bien estático que gira sobre la composición patológica de la neurosis, cuyo carácter se dibuja pues, como el de una enfermedad degenerativa y crónica.





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Sin título

QUE HAY DETRAS DE LA VIOLENCIA DE PAREJA

Por Gabriela Rodriguez G.

Existen diversos factores que influyen y que favorecen la existencia de las conductas violentas en las relaciones de pareja. En México, se cree que el índice de violencia domestica es mucho mas alta que la violencia en el noviazgo, creencia que ha generado y ha sido la base para muchas investigaciones, una de ellas indica que el nivel de violencia que se vive en el matrimonio es mucho más alto que el que se vive dentro del noviazgo, lo cuál confirmaría dicha creencia y el hecho de que las conductas violentas aumentan gradualmente ¿pero que tan cierto es esto? Al realizar un estudio más minucioso, se encontró que la diferencia entre los actos violentos vividos dentro del matrimonio y el noviazgo en realidad no es tan grande, lo cuál nos orilla a preguntar ¿realmente la violencia aumenta, o tan solo se expresa de manera diferente y por lo tanto se percibe diferente?  Las personas contribuyen a restar  visibilidad a la violencia entre las y los jóvenes, al considerarla normal, frases como “si te pega te quiere”/“el amor es sufrir”/ “si no te cela no te quiere” /  “si sufres, se disfruta mas” ilustra la aceptación social de la violencia en el noviazgo, misma que la familia reproduce. Por tal razón es de suma importancia que las mujeres perciban la gravedad de la problemática durante el noviazgo, pues las interacciones pueden afectar su desarrollo personal y repercutir negativamente en su salud integral.
Por otro lado, se identificaron las actitudes que prevalecen en las mujeres, actitudes que  tienen función de identidad, utilitaria, de ajuste social y de expresión de valores. Esto indica que gran parte de las acciones de las mujeres que son víctimas de violencia son reflejo de consideraciones sociales e interpersonales que facilitan el ajuste social y no un reflejo real de lo que piensan y quieren en verdad. Además de que la mayoría de estas mujeres y/o sus parejas se desarrollaron en un ambiente violento, y cómo afirma la teoría, el hecho de que un niño se desarrolle en un ambiente familiar violento y sufra maltrato, aumenta las probabilidades de que en la vida adulta sea victima de violencia y/o agresor.
Es importante no dejar pasar  los indicadores y factores que se encuentran en las investigaciones, factores que sorprenden, pues no se espera que en la actualidad sigan existiendo pensamientos tan machistas y actitudes que favorecen y justifican la conducta violenta de los hombres hacia las mujeres. Entonces surge la pregunta: ¿Qué es lo que hace falta para que la mujer tome el papel que le corresponde dentro de la sociedad, su familia, la vida misma y deje de ser víctima de maltratos, violencia ó discriminación? Esta claro que la sociedad ha cambiado con el tiempo, que los movimientos feministas  son más marcados, la información ahora es mucho más amplia, los medios de comunicación se encargan de difundir dicha información para prevenir y erradicar la violencia, cada año se fundan instituciones encargadas de tratar estos temas y  el acceso a internet ahora es mucho más fácil, lo cual hace posible que la información sobre prevención, tratamiento e instituciones sea mucho más amplia. Por lo tanto debemos preguntarnos ¿Cuál será la razón de mayor importancia por la que a pesar de todo esto existan casos graves de violencia?  Considero que la violencia familiar y la violencia hacia la mujer no se erradicara si solo se trata a las personas que ya son víctimas en la edad adulta,  generalmente al escuchar “violencia familiar” o “violencia hacia la mujer” pensamos en mujeres de edad adulta, con una relación de pareja ya sea noviazgo o matrimonio, pero olvidamos que muchas de estas mujeres fueron victimas de violencia familiar, y de maltrato infantil y/o sus parejas lo fueron. Desde mi punto de vista hay que comenzar desde abajo, desde la infancia ¿A que me refiero con esto?, hay que comenzar a erradicar el maltrato infantil, que los niños dejen de vivir en un ambiente violento y se desarrollen en un ambiente sano para así asegurar que en la edad adulta serán mujeres y hombres que podrán manejar bien sus relaciones interpersonales.
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