LA CRISIS DE LA PSICOLOGÍA

LA CRISIS DE LA PSICOLOGÍA

Pretendo abordar en este texto, no un deterioro, precariedad y mucho menos dificultades serias dentro de la disciplina. Sino más bien el proceso que ha llevado al avance de esta ciencia.

En distintos aspectos, diferentes necesidades han podido ser “cubiertas” por nuestra disciplina, algunas nos atañen y habíamos tardado en responsabilizarnos y otras no, pero ponemos de nuestra parte, la psicología al servicio de estas necesidades, de carácter social, cultural, ético, científico y de divulgación.

EFECTOS DE LA CRISIS

La crisis a nivel individual, social o institucional, ha sido poco influyente en la psicología dominante, los cambios en ésta  han sido realmente escasos. Los efectos de la crisis han sido en realidad profundos y probablemente irreversibles en estos niveles, pero la psicología ha conseguido mantener un poco al margen.

La perspectiva optimista de quienes afirman que a partir de los años 70 y como consecuencia directa de la crisis se ha venido gestando en nuestra disciplina un nuevo paradigma caracterizado por el énfasis en los aspectos históricos, dialecticos y simbólicos de la conducta humana, el interés por la ideología, el reconocimiento de carácter activo de las persona, la preocupación por  el cambio y la resolución de los problemas sociales y el estudio de la vida cotidiana y la utilización de métodos alternativos de investigación. Han dado a la Psicología un carácter asistencialista más que proveedor, con soluciones emergentes más que planteamientos teóricos enfocados a la resolución de los conflictos que incumben a quienes beneficia (o que sería recomendable que beneficiara) esta hermosa ciencia.

La crisis con sus componentes institucionales, académicos y personales, ha sido muy útil u fructífera, para algunas otras disciplinas, como suelen serlo generalmente las crisis al convertirse por el conflicto, cognitivo y no cognitivo que producen, en un verdadero motor del cambio social. Así, en algunas otras áreas de estudio, como la economía, el derecho, la política, la ecología, la biología y la medicina, la crisis ha tenido su efecto en cuatro ejes principales:

  1. Ha fomentado la búsqueda de métodos menos obstructivos que los utilizados habitualmente y, en todo caso, ha hecho posible que se acuda, sin complejo de inferioridad alguna, a métodos no experimentales.
  2. Ha permitido la ampliación del marco teórico en que deben desenvolverse las investigaciones, incrementándose así la presencia de perspectivas poco habituales.
  3. Ha servido para poner de relieve el compromiso sociopolítico de muchas áreas de conocimiento, ciencias y disciplinas, y su enfoque proactivo.
  4. Han ayudado poderosamente al desarrollo y fomento de la aplicación en nuevas áreas de estas disciplinas abarcando más campo de acción, permitiendo además aumentar el campo laboral y mejorar la percepción y el reconocimiento de las mismas.

Tras la crisis las cosas ya no volverán a ser como antes eran. Y en respuesta algunas disciplinas van adquiriendo legitimidad, reforzándola o aumentándola.

Algunas características de la legitimidad son:

1.  Un mayor y más estrecho funcionamiento interdisciplinario.

2.  Un análisis metateorico que nos permita contemplar el quehacer científico, sus alcances, aplicaciones y potenciales.

3. Una perspectiva de construcción social.

4. Establecimiento de un respaldo lingüístico (no confundir con el posmodernismo). Que respalde la difusión y el acercamiento de estas disciplinas a la población en general.

La historia de la psicología, como la del resto de las ciencias sociales va estrechamente unida a la historia de la modernidad y del desarrollo de la humanidad. De ahí que a la actual crisis le acompañe también una crisis en la psicología.

¿Estamos respondiendo bien a esta crisis?

La psicología, clínica y social, deberán cambiar y adoptar los postulados básicos del pensamiento post-moderno. La psicología en sus bases teóricas, quizá no cambiará mucho en los próximos años, ya que resulta difícil reconstruirla, pues tiene mucho peso las rutinas académicas y de investigación. Y las malas praxis que se han ido arraigando en el desempeño “coloquial” de nuestra disciplina.

La psicología experimental sigue siendo dominante. Sin embargo ha caído en un desligamiento hacia sus aplicaciones. Dejando espacio para las pseudociencias, y el desempeño sin sustento teórico y mucho menos científico, pero que proporciona soluciones prácticas, aunque no funcionales.

psicologia

Conclusión.

Distintas crisis han conformado parte de la historia de la psicología, clínica, social y experimental. Incluso es por muchos conocido el apogeo que esta ciencia adquirió a través de la Gran Guerra (Guerras Mundiales).

Existen efectos de la crisis actual (sociopolítica y cultural) en la psicología, pero no están siendo ni controlados, ni previstos, ni aprovechados. Como he mencionado, de hecho han dado pie a que se desestime nuestra disciplina como constructora de cambios sustanciales, y a que se adhieran prácticas poco profesionales. A que caigamos en la palabrería para definir conceptos básicos y que vaciemos los anaqueles teóricos buscando argumentos, cuando quizá deberíamos replantearnos algunos.

¿Estamos respondiendo bien a esta crisis?

No. En México se ocupa una frase que aplica a esta situación. “Nos estamos durmiendo en nuestros laureles”. La Psicología tiene mucho más que aportar, puede regularizarse más y puede ofrecer una perspectiva científica que a la vez aporte soluciones, que no solo observe para determinar, sino que determine para construir. Ya se hace, claro, con honrosas excepciones y es ahí donde encontramos su funcionalidad, por ejemplo, en actividades proactivas en comunidad, investigaciones de problemáticas sociales con planteamiento de soluciones, prevención, tratamiento, replanteamiento de algunos conceptos y análisis y artículos que generan suficientes respuestas, y suficientes preguntas, etc.

La psicología no está en crisis, no hay mucho de qué preocuparse en este sentido, pero el contexto en el que nos desarrollamos es una crisis en sí misma. Y no aportar positivamente a este trance sociocultural y político, deja en la barrera a la psicología, donde no le afecta, ni para bien, ni para mal.





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LA SOCIEDAD Y EL PEZ BETTA

 

¿SE ASEMEJA LA RESPUESTA HUMANA A LA DEL PEZ BETTA?

Hace tiempo, en una de las prácticas de laboratorio que desarrolle mientras estudiaba la carrera de Psicología. Para la clase de Motivación y Emoción, nos pidieron trabajar con un Pez Betta.
El objetivo era entender la cadena de estímulos que llevaban a una conducta en específico, buscando a la postre modelos de condicionamiento. Pues bien, el pez betta tiende a reaccionar de manera agresiva ante la presencia de otro pez betta, fuera de eso es un pez que nada plácidamente. La cadena conductual genera que este estimulo ambiental (elicitante) produzca una conducta que si bien es instintiva y adaptativa, sale del contexto de conductas comunes en el pez, es decir es una conducta refleja.
Los seres humanos no hemos demostrado una manera muy distinta de comportarnos, si bien es más compleja, sigue los mismos principios.
Ante una modificación en el entorno, desarrollamos una conducta que se adapte, pero, al no poder prever los cambios que se avecinen ni de qué tipo serán, manejamos conductas reflejas que nos permiten tener un bagaje a disposición para adaptarnos más rápido.
Los estímulos, a través del ambiente, y entre conductas reflejas y voluntarias, modelan, dirigen y en gran medida producen la conducta de los organismos que habitan en dicho entorno ambiental.
Existe otro fenómeno, que ocurre cuando el otro pez betta, tiene exactamente la misma reacción que el primero, se conoce como retroalimentación. De este modo podemos hablar de movimientos «forzados» (taxias y quinesias) que ha de presentar el organismo.
Nuevamente recalcando las complejidades entre este ejemplo y el del ser humano, hemos de observar que la retroalimentación a la conducta presentada es también un reforzador que ha de propiciar o amainar la presencia en posteriores ocasiones de la respuesta que se dio ante el estímulo elicitante.
¿Somos los humanos, ante las crisis, de comportamientos muy distintos a los de los peces betta? En principio. Sin embargo hay semejanzas que vale la pena puntualizar.
La cuestión es que estamos acostumbrados, si bien no tanto como individuos sino como masa, a responder a los cambios en el entorno de manera refleja. Y ante la posterior adaptación terminamos obteniendo más o menos buenos resultados. Veamos como ejemplo las guerras mundiales, son pocos los países que argumentan que «deseaban» pelear la guerra, sea la primera o la segunda, y muchos defenderán su postura diciendo que «se les forzó a entrar en el conflicto» por un movimiento de tal o cual país.
Si el lector considera que estas fueron decisiones políticas no está equivocado, pero es preciso recordar el entusiasmo con que se apoyaba la propaganda bélica en las dos potencias de ambos ejes.
Afortunadamente tenemos también el ejemplo del lado positivo, pero que no por eso deja de ser un condicionamiento motivado por estímulos elicitantes que tiene como fin principal conseguir nuestra adaptación.
Cuando ocurre un desastre natural, y en ocasiones SOLO SI, ocurre dicho evento. Las sociedades se unen, apoyando a los damnificados y víctimas del sismo, huracán, inundación, etc.

 

El cambio en el entorno repentino es un estímulo (elicitante) que pareciera explicar el porqué de la respuesta inmediata (refleja) de altruismo. Mientras que fenómenos como la habituación, generan una concientización paulatina que no ha permitido respuestas semejantes ni proporcionales, ante problemas como la hambruna o la pobreza. Reitero no a nivel individuo sino a nivel sociedad.
Tenemos entonces dos elementos que deseo resaltar, en primer lugar el estímulo elicitante ha de ser espontaneo, evidente y en ocasiones radical. Y en segundo lugar, la motivación para tal o cual conducta que de él emerge ha de ser proporcional a su magnitud, en por ejemplo, intensidad, duración o alcance. Esta lógica ha permitido mantener sociedades «a raya» porque existe un factor desencadenante pero coherente entre las crisis que atraviesan y las respuestas que generan para salir de ellas. Y aquí hago énfasis ya que son contados los ejemplos en que las respuestas van encaminadas a evitar crisis, normalmente con salir de ella se considera una respuesta más que suficiente, salimos airosos de un charco en el que tropezamos solo para caer en el que se encuentra más adelante.
Comparando, de nuevo con reservas, el pez betta solo busca definir su posición ante el adversario, que es curiosamente, de su misma especie y a veces de su mismo color incluso. Sin mirar más allá, le agrede intentando alejarle, y si lo consigue, de momento «la tormenta» ya paso. Pero el otro pez betta casi absurdamente, ha de intentar lo mismo, manteniendo así la conducta en un estado cíclico de estímulos y respuestas que les estanca. Hasta que alguno cede.
Es aquí donde entra el ejemplo más común, porque las sociedades parecen ser «provocadas» por sus gobiernos o por los ajenos, con estímulos elicitantes que les forzarán a actuar (crisis), y porque las respuestas que se dan a dichas crisis parecieran estancar más la situación. Podemos entenderlo así, la sociedad ha de responder por reflejo (repentina y proporcionalmente) cuando perciba una cierta inestabilidad, buscando naturalmente adaptarse, sin embargo su gobierno o el extranjero, planteado y encapsulado por y para la sociedad también ha de generar una respuesta de igual magnitud buscando de igual manera adaptarse (retroalimenta la conducta social). Y este no es el final del ciclo, al contrario, es el inicio, ya que de nuevo la sociedad responderá ante la retroalimentación, y luego vendrá una respuesta del gobierno y así sucesivamente.
Cierro con estas dos conclusiones. Podemos entonces asegurar que no es la conducta del gobierno la que genera las respuestas que se han dado. No, ya que de cierto modo las acciones o inacciones del gobierno conforman una lista de estímulos elicitantes, motivadores de un sin fin de conductas. ¿Y ahora la pregunta que recae en nosotros, podemos asegurar que no estamos respondiendo a la retroalimentación del gobierno en vez de seguir la línea de acción inicial? Considero que la respuesta también es no, hemos caído en un juego, y solo habrá un vencedor. No respondemos al primer estimulo elicitante, sino a la retroalimentación que vemos. No nos estamos adaptando a la crisis si no a las respuestas más o menos adaptativas que el otro (el gobierno) da ante la crisis. He de aclarar que el porcentaje de éxito de los peces beta es mínimo. Y quiero pensar que el de la sociedad seguirá el mismo camino.

 

Si mantenemos la línea que nos estimula y nos motiva a reaccionar como meros actos reflejos para adaptarnos, como meras respuestas condicionadas ante las crisis, hemos de terminar respondiendo ante nuevos y cada vez más complejos métodos de retroalimentación. La sociedad perdería el «camino» que guió como origen el reclamo, la movilización o la acción civil.
Podemos plantear que quiza hay más miembros de la sociedad capaces de identificar sus propias motivaciones, de buscar su propia adaptación sin esperar a que el gobierno responda para ver con qué cara despertamos mañana.
Quiero creer, quizá por un momento solamente, que no somos solo como los peces beta, respondiendo por instinto.

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